Hace menos de una década salir al a calle y toparse con mujeres que llevaran las piernas al aire en pleno invierno era un hecho digno de comentarios entre fashionistas. Sin embargo, hoy en día no solo ese es aplaudido por la crítica del sector textil y los que más saben de la industria, sino otros muchos comportamientos que antes eran considerados extraños, pero que ahora adoptamos y se han naturalizado en nuestros looks, logrando crear una moda más democratizada y mucho menos exclusiva. Ya no prescindimos solo de medias en los días de frío o completamos nuestros looks con capazos, sino que también en las jornadas de calor combinamos nuestros vestidos con botas de montaña o con las altas, nos abrigamos al atardecer con cazadoras de cuero y llevamos sandalias de borreguito o de pelo. Decir que mezclamos estaciones parece una evidencia, pero las firmas de lujo están redefiniendo este comportamiento y, en lugar de sentenciar que las conjugamos, directamente están comenzando a hablar de la falta de las mismas. O lo que es lo mismo: de una sola.
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El objetivo de este cambio
Emplazados en un significativo contexto de cambio, en el que la sostenibilidad reclama un consumo más consciente (comprar mejor y comprar menos es la máxima a seguir), todo parece indicar que las marcas más exclusivas están empeñando todos sus esfuerzos en crear ropa capaz de vestirnos en todos los meses del año, o al menos, nos están enseñando a hacerlo con propuestas estilísticas nunca antes imaginadas. ¿El objetivo? Reforzar nuestro fondo de armario haciendo frente al fast fashion y a la producción en masa de prendas que renuevan escaparates y paredes de las tiendas cada semana. La apuesta consiste ahora en abogar por una compra, no solo más meditada, sino también más respetuosa con el medio ambiente.
Ropa atemporal para ayudar al planeta
La moda sin temporalidad no parece un capricho. Hay mega empresas y cadenas que se dedican a la labor textil que llegan a producir hasta seis mil prendas al día, lo que, si a priori pudiera parecer aplaudible, en su trasfondo esconde consecuencias en las que, desde que sucediera la tragedia del afamado incendio de Bangladesh, pensamos con mayor detenimiento: condiciones precarias de los trabajadores, explotación laboral, baja calidad de las piezas y uso de materiales tóxicos más baratos, impacto negativo para el planeta y, también y paralelamente, deterioro de nuestro negocio local.
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Acompañando a todas estas consecuencias aparece otro detonante que ayuda a que no condicionemos tanto nuestros looks según las estaciones en las que nos encontramos. Hablamos del cambio climático, un determinante clave que no hace más que aumentar las temperaturas de nuestros días, que también cesa la lluvia y que nos lleva a apostar por ropa mucho más ligera que antes. Por eso y, coincidiendo con el ascenso del lujo silencioso como otra de las tendencias de éxito del momento, muchas firmas están apostando ya por presentar tan solo una colección anual en la que aúnan todas sus propuestas. Y, como podía ser de esperar, entre las mismas encontramos piezas imprescindibles que, según cómo se adapten, pueden llevarse los 365 días del año.
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¿Cuáles son las prendas sin estacionalidad?
Siguiendo las pautas de la moda sin temporalidad, un armario perfecto estaría formado por camisetas básicas como los tank tops, trajes sastre, botas de media caña, pantalones vaqueros, camisas y pantalones blancos, cárdigans de punto, little black dresses, gabardinas, faldas plisadas, mocasines y cualquier otra prenda que puedas imaginar vestir tanto en verano como en invierno. Y entre los colores encontramos el beige, el negro, el gris y el marrón chocolate como protagonistas, con guiños, eso sí, más llamativos de manera ocasional, pudiendo pasar por lucir un tono pastel o uno más vibrante en los complementos.
Que la moda está cambiando más que nunca es un hecho evidente. El sector se presenta cada vez con menos distinción de género, con mayor diversidad de tallas y, ahora también, con prendas trendless que nos ayudan a darnos cuenta de que, quizá, no necesitamos ocupar todos los espacios de nuestro armario. Queda claro: la apuesta no va solo de ahorrar dinero (que también), sino de ayudar a los trabajadores y de salvar al planeta. ¿Puede haber algún otro motivo mejor?