"María es una niña que con 19 años se quedó embarazada, sacó a su hijo adelante, sacó su carrera adelante, ha sacado su profesión adelante… Hemos creado una familia, hemos creado nuestro trabajo y aunque a veces se piense que nuestro trabajo es no hacer nada, el éxito no viene de nada, viene del esfuerzo, la constancia, la dedicación". El que habla es Tomás Páramo y esa María a la que hace referencia es su mujer, María García de Jaime. De un tiempo a esta parte, se han convertido en una de las parejas de influencers con más seguidores de nuestro país (entre los dos suman ya cerca de un millón), también en una de las más queridas.
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Este no es el inicio de nuestra entrevista. Tampoco el final. Es uno de esos momentos que nacen de una conversación sincera, cuando se ha roto la distancia que siempre hay en la aproximación, en las primeras preguntas. Su voz, como la de María, suena cercana y firme al otro lado del teléfono. Ya es por la tarde, pero su día ha empezado temprano. A primera hora de la mañana cogían un tren a Barcelona para acudir a un evento. Bromeaban en sus redes sociales. Gala González, sentada detrás de ellos en el tren, compartía un breve vídeo en el que Tomás jugaba con un mechón del pelo de María mientras ella miraba su móvil. Una imagen que los representa. No solo porque él repita casi por inercia ese gesto de enrollar una y otra vez el mechón de pelo, sino porque los muestra cercanos, en la tierra. "Nunca puedes olvidarte de quién eres, y ese quién eres debe ser esa persona que eras antes de llegar hasta aquí", apuntan.
María y Tomás, como todos nosotros, son poliédricos, y aunque la profesión de influencer nos da una primera definición de quiénes son, en realidad hay algo más. Mucho más. Ellos hablan de cuatro ejes que tratan de equilibrar cada día: sus hijos (Tomi, Catalina y el pequeño que está en camino), Dios, su trabajo y su firma de moda, Himba. Cuatro pilares importantes que requieren atención, tiempo y cuidados. "Cuando lanzamos Himba ya teníamos nuestro trabajo, y no éramos tan conscientes de lo que te necesita una marca de ropa. Necesitas estar siempre al 100%. Organizarnos con todo nos ha costado mucho hasta llegar al punto de equilibrio", apunta María.
Himba nació hace casi un año. A principios de diciembre de 2021 María y Tomás presentaban, al fin, su nuevo proyecto: una firma de moda con el inconfundible sello de María. La elección del nombre quizá fue lo más sencillo. Los seguidores de la pareja saben que África siempre ha estado muy presente en su historia de amor. No solo fue el destino de su luna de miel o el hilo conductor de los nombres de las mesas en la celebración de su boda (cada una tenía el nombre de un país africano). Tomás viajó hasta allí cuando tenía 16 años para hacer voluntariado y quedó profundamente marcado. Por eso su firma tenía que tener algo de aquel mágico continente. "Himba es el nombre de una tribu africana que está liderada por mujeres", nos explican.
Ahora, ya con perspectiva, hacen balance y el resultado es positivo, aunque reconocen que no ha sido fácil. "Te das cuenta, por ejemplo, de que los patrones de las prendas no siempre salen como tú quieres y tienes que repetirlos varias veces hasta que queda tal cuál lo que estás imaginando en tu cabeza… pero cuando lo consigues la satisfacción es enorme. Eso sí, muchas veces no te das cuenta de lo difícil que es algo hasta que lo ves desde dentro”, explica María. “Emprender es bonito y el camino es difícil, pero es toda una aventura y estamos muy contentos", añade Tomás.
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También apuntan que uno de los mayores retos a los que se han enfrentado es lidiar con el cliché que implica ser influencer. "Queremos que a la gente le guste la ropa que hacemos, no que se acerquen a ella solo porque somos influencers. Que vean que son prendas de calidad, pero muchas veces primero te prejuzgan. Aunque también es verdad que después, cuando la conocen, se hacen clientes".
Cuando María y Tomás crearon Himba tenían muchas cosas claras: su conexión con África, la mujer como eje central (no solo a nivel de diseño, también como ejemplo de fuerza y fortaleza), la calidad de las prendas y los patrones, que lanzarían colecciones pequeñitas y varias al año en lugar de dos grandes, y que serían una firma sostenible, responsable, slow y made in Spain. Una etiqueta que, aunque da prestigio, implica una gran responsabilidad y mucha dificultad. "Apostar por el made in Spain no es difícil, es muy difícil. Nosotros valoramos mucho el trabajo de todo el mundo, pero es verdad que la gente no valora siempre el trabajo que hay detrás de una marca pequeña. Uno de los comentarios más repetidos es que los precios son muy altos. Para una marca pequeña, conseguir un margen de beneficio es muy difícil. Nuestros precios vienen marcados por esa responsabilidad de sostenibilidad, de producto local, producto de cercanía… Eso encarece mucho la prenda, más aún cuando no eres un gigante que tiene unas producciones tremendas. Para nosotros es un orgullo poder decir que somos made in Spain, pero creo que debemos acostumbrar al consumidor a valorar de verdad el trabajo que hay detrás de ese sello".
Cómo nace un ‘influencer’
Hace ya varios años que los influencers irrumpieron en el mundo de la moda. Chiara Ferragni y Olivia Palermo fueron pioneras en esto de aprovechar las tecnologías para mostrar, desde otro punto de vista, las tendencias a su comunidad de seguidores. Después, todo empezó a cambiar. "Creo que lo que hemos conseguido es acercar el mundo de la moda a la gente. El mundo de la moda se veía desde fuera y como algo inalcanzable, pero el poder transmitírselo desde dentro, compartir vivencias con grandes firmas… ha hecho que cambie un poco el concepto de la moda y se convierta en algo que no parezca que es solo de unos pocos", explica Tomás.
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Ya sea porque muestran una mirada más cercana, porque enseñan lo que solo unos pocos pueden ver o porque lo narran en primera persona, los influencers se han convertido no solo en auténticos prescriptores de estilo, también en altavoz de ideas y causas. Y eso implica responsabilidad. Entre María y Tomás suman cerca de 900.000 seguidores, una cifra que los ha encumbrado como una de las parejas con más visibilidad y que han aprovechado para ayudar en ciertas causas -no podemos olvidar que juntos recogieron ayuda para Ucrania y Tomás viajó hasta la frontera con un convoy de 50 voluntarios-. "Es bonito tener un altavoz tan grande porque podemos hacer muchas cosas por ayudar a los demás. Pero también es una herramienta llena de responsabilidad. Cada cosa que dices, cada cosa que haces… Mucha gente se fija en ti. Tienes que ser muy consciente de donde estás, de quién eres…".
María ahora tiene 26 años. Está casada con Tomás, también de 26. Son padres de Tomi, Catalina y un tercer miembro de la familia que está en camino. Juntos se han convertido en una de las parejas de influencers más seguidas de España, han creado Himba, su firma de moda, colaboran con un sinfín de marcas, protagonizan editoriales de las revistas más leídas… Cuando les preguntamos si alguna vez habían imaginado llegar hasta el punto en que están ahora, la respuesta es clara: "Siempre hemos sido muy soñadores, pero esto nunca nos lo imaginábamos. Todo ha sido muy rápido y cuando nos paramos a pensarlo… ha sido increíble. La verdad es que ha habido mucho esfuerzo detrás y mucha constancia. Haber llegado a esto, para nosotros, es un regalazo". Y añaden que todos los días hacen el ejercicio de 'verse pequeñitos, ser los de siempre'. "Cada día procuramos dar las gracias y estar agradecido por lo que tenemos, y no mirar a nadie por encima del hombro; hacer un ejercicio de humildad, para no perder los pies del suelo".