Desde hace un siglo, las mujeres hemos conseguido ampliar nuestro repetorio estilístico incorporando pantalones y distintos modelos de calzado cómodo con el simple fin de ajustarnos a una vida activa en todo sentido, fuera de los confines del hogar. Nuestro idilio con los vaqueros boyfriend y básicamente cualquier prenda oversize se concibió durante años, ante la inmutabilidad del guadarropas masculino, como el origen de una moda genderless. Nada más lejos de la verdad. ¿Por qué los chicos no pueden llevar joyería, encaje o tacones? Este es precisamente el debate que encendió el actor Timothée Chalamet, pecho al aire y bañado en lentejuelas, en su llegada a los Premios Oscar 2022, tras haber tomado prestado del armario femenino un lookazo de Louis Vuitton que cuestiona los límites del género y resuena con una nueva generación de compradores.
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El look 'femenino' del que todo el mundo habla
Se saltó el protocolo de los Oscar al acudir sin camisa, abdomen al desnudo, a la premiación más reputada de la industria cinematográfica, pero no es eso (sorprendentemente) lo que tiene a la prensa obsesionada con el estilismo que llevó Timothée Chalamet a la gala del pasado domingo. En principio, parecía un traje vanguardista, de aires roqueros, como muchos otros que ha lucido de cara a los focos, pero los ojos expertos detectaron al instante que no se trataba de un look convencional.
Para dar con la génesis de este posado viral, debemos bucear en los archivos recientes de la línea de moda femenina de Louis Vuitton, concretamente la colección Primavera/Verano 2022, un universo creativo ideado por Nicolas Ghesquière que apenas guarda algunos elementos comunes con su departamento masculino, liderado hasta este año por el fallecido Virgil Abloh, gurú del streetwear. Poco entiende el actor de sudaderas o zapatillas de colección; lo suyo son las joyas y los trajes en colores llamativos o tejidos poco habituales.
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Lentejuelas y encaje, la verdadera moda unisex
El traje está protagonizado por una chaqueta Spencer de esmoquin con encaje bordado y apliques de lentejuelas, confeccionada en refinado dril en mezcla de mohair, que presenta un diseño estructurado de líneas rectas y hombros estructurados. A diferencia del look de pasarela, que estuvo inspirado en el híbrido rococó y urbano de la colección, Chalamet combinó esta blazer artesanal con un pantalón de traje negro ajustado, botines de cuero que sustituyen al zapato formal de vestir y un surtido collares y de anillos, cortesía de Cartier, la firma joyera encargada de cerrar con broche de oro, literalmente, cada uno de sus looks de alfombra roja.
¿Le habrá pedido consejo a Harry Styles?
Cuesta creer que este joven encantado por las estolas de plumas y camisas de encaje es el mismo que conocimos años atrás como una fracción de la boyband más relevante de la década de los 2010's. La transformación de su sonido bajo influencias de Queen, David Bowie o Stevie Nicks impactó casi tanto como el hecho de que, de la noche a la mañana, este adolescente británico se había transformado en un hombre que no tenía miedo de estrenar trajes psicodélicos firmados por Marc Jacobs, quien solo diseña cortes de mujer, en conjunto con un par de botines glitter, de Saint Laurent. De la mano de Alessandro Michele, director creativo de Gucci, Styles ha explotado realmente su potencial como referente de moda, coqueteando con la idea del género en cada ínfimo detalle, desde el esmalte en sus uñas y los anillos en sus dedos hasta los bordados de animalitos en sus chalecos de punto.
El traje de satén rosa que enamoró a Chiara Ferragni y Spiderman
Es precisamente Gucci la responsable de un inesperado crossover que burló las barreras del esmoquin tradicional. Y es que nos resultaba imposible prever que este estilismo sartorial de Chiara Ferragni acabaría en el ropero de un conocido Spiderman. Así, este traje cruzado de satén color rosa pastel rematado con un broche de flores, sacado de la colección Love Parade de la firma italiana, no solo fue la elección de la influencer para acudir al desfile de Otoño/Invierno 2022-2023 sino también, el look estrella que lució el actor Andrew Garfield -nominado este año por su papel protagónico en Tick, Tick... Boom!- en el especial de marzo de la revista estadounidense Vanity Fair. El intérprete, conocido por enfundarse en la piel del arácnido superhéroe, arriesga y gana frecuentemente con sus coloridos trajes, pantalones de terciopelo y americanas estampadas, aunque parece que no es el único it boy fascinado por el satén rosa.
¿Alerta tendencia? ¡Vuelve el millenial pink!
También en los Premios Oscar, otro icono de masas ha puesto su granito de arena sobre este diálogo. La sensación colombiana, Sebastián Yatra, llegó con un traje rosa de Moschino que poco tardó en catalogarse como uno de los más comentados de la noche. Algunos aplaudieron su originalidad mientras que otros aprovecharon para hacerlo sujeto de memes en redes sociales. Lo ames o lo odies, lo cierto es que antes de la llegada del simbólico millennial pink al panorama de tendencias hace aproximadamente una década, período representativo de este cambio de paradigma, el rosa se concebía como un color tradicionalmente femenino. La ironía reside en que, hasta la primera mitad del siglo XX, esta gama cromática era propia del vestuario masculino, al considerarse -como indica Kassia St. Clair en Las vidas secretas del color- una 'versión lavada del rojo, agresiva y fuerte'.
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Las estrellas de la música son una herramienta crucial para las marcas de lujo. Al fin y al cabo, son estas quienes mantienen un contacto estrecho con los consumidores digitales, en su mayoría menores de 25 años, que se convertirán en los futuros compradores de moda. No es coincidencia, por ejemplo, que las firmas estén cada vez más vinculadas con los artistas de reggaetón, un género en ascenso que pone banda sonora al estilo de vida hedonista de la generación Z. Y lejos de encarnar el estereotipo de gánster violento que recordamos de los antiguos vídeos de hip hop, se nos presentan como una nueva ola de exponentes concienciados sobre la diversidad y la expresión de género.
Lo vemos en la última campaña de Jacquemus, protagonizada por Bad Bunny, en la que el boricua explica que, para él, la ropa no tiene género, de ahí que su estilo oscile entre lo tradicionalmente femenino (pendientes largos, uñas pintadas, estampados florales, gafas de colores con pedrería) y lo masculino (ropa deportiva extragrande, zapatillas de colección, cadenas pesadas). Con su personaje, busca atender a las demandas de un mercado internacional que distingue poco o nada entre pantalones y faldas.
Chaquetas de tweed para hombres y mujeres: la estrategia de Chanel en China
Más allá de las fronteras europeas, sabemos que se gesta el mercado de lujo más lucrativo del planeta. Se estima que el gasto en artículos de alta gama en China suponga en los próximos años un 60% del total global, de acuerdo con un estudio de Jefferies & Company. Si bien su postura sobre la masculinidad dista mucho de lo que dirían Harry Styles o Bad Bunny, los jóvenes locales están ayudando a invertir esa narrativa por medio de sus ídolos. El actor Wang Yibo fue nombrado en junio embajador de Chanel, una marca histórica que, sin embargo, carece de su propia línea de ropa para hombres. ¿Acaso se ha sumado al gender-neutral? Algo así podría decirse. El joven de 24 años ha hecho de las icónicas prendas femeninas de la maison un sello distintivo de su estilo, inspirando a otros artistas populares a incorporar a sus looks chaquetas de tweed, collares de perlas o camisas con botones de pedrería.
Desde 2018, según relata el diario Jing Daily, los medios estatales chinos han defendido las creencias tradicionales sobre los roles de género al punto de arremeter en contra de la supuesta influencia negativa del género K-Pop (procedente de Corea) por la creciente 'feminización de sus jóvenes'. Esta negativa ideológica, no obstante, solo ha conseguido reforzar el auge de la moda sin género.
Las pasarelas rompen las barreras
Esa misma conversación se manifiesta en una multitud de pasarelas de los diseñadores líderes, aunque no existe un modelo único. En el ADN de firmas como Thom Browne o Maison Margiela encontramos una lucha constante en contra de los cánones del binarismo: sus chicos pueden llevar falda y calzado de plataformas, por ejemplo, sin por ello ser considerados 'femeninos'. Para Bottega Veneta, Miu Miu, Gucci o Jacquemus, la solución está en la integración de ambas líneas en un mismo desfile, aunque muchas marcas todavía presentan dos colecciones distintas. A pesar de ello, la tendencia es imparable. La industria de la moda se ha propuesto desafiar las barreras impuestas en un mundo cada vez más 'gen Z', dispuesto a dejarlas ir del todo.