Llegó el gran día para Naruhito y Masako de Japón, su entronización como emperadores del país oriental. Un histórico momento, que ha durado unos 30 minutos aproximadamente, que ha tenido lugar en el Palacio Imperial de Tokio. Hasta allí, miembros de la realeza se han dado cita para para celebrar su subida al trono. Entre los asistentes, don Felipe VI y doña Letizia, que estaba sublime con vestido floral, joyas reales y diadema. Una elección estampada que, a la par, le sirvió para marcar la diferencia a otras invitadas como Mary de Dinamarca, Máxima de Holanda, Victoria de Suecia o Matilde de Bélgica.
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En cuanto a los principales protagonistas de esta ceremonia, Naruhito y Masako de Japón, detalles ancestrales no han faltado en su indumentaria. En tan significativo acto celebrado en el salón del Pino, la emperatriz, que se sitúo en el trono Michodai, llevó un kimono formal de doce capas con bordados florales y de grullas, y en cuatro colores principales, verde, naranja, morado y blanco. Culminaba con su look son un simbólico tocado dorado y una gran peluca con ornamentación tradicional.
Por su parte, Naruhito ha puesto su mirada en su padre, Akihito. Tal y como hiciera este en su conversión oficial como emperador el 12 de noviembre 1990, se ha decantado por una túnica de color naranja oscuro. Una pieza muy significativa, pues se destina para las ceremonias más solemnes y data del siglo IX.
Sublime tradicional vestimenta que recibe el nombre de Korozen-no-Goho y con la que se ha subido al trono Takamikura (con 6,5 metros de altura y construido para la ocasión) del salón del Pino. Además, llevaba el sombrero sintoísta y un bastón de madera en su mano derecha como símbolo de la dignidad. Rodeándoles a ambos, la familia imperial con traje ceremonial.