Ayer fue un día especialmente agitado para Máxima de Holanda, que tuvo dos actos con apenas unas horas de diferencia y en ciudades distintas. Comenzó la mañana asistiendo a una conferencia sobre la salud mental en un instituto de Ámsterdam junto a la princesa Mabel, tras lo que viajó a La Haya para formar parte del Comité Holandés de Emprendedores. En lugar de acudir a ambas citas con el mismo estilismo, la reina de los Países Bajos quiso cambiarse, pero, lejos de optar por dos conjuntos totalmente distintos, jugó con varias piezas para transformar su primer look sin necesidad de pasar por casa. Curiosamente, su segunda elección también vino con anécdota, puesto que convirtió a la soberana en una auténtica princesa de cuento, aunque probablemente no como te esperas.
Siguiendo el ejemplo de doña Letizia, que también ha modificado alguna vez de manera similar su look cuando ha tenido varios actos en un mismo día, Máxima supo lograr dos imágenes diferentes de manera muy sencilla. Por la mañana, dejó a un lado su habitual paleta de color eléctrica en favor de un estilismo totalmente neutro en tono camel. Combió cuerpo de escote barco, drapeados y manga francesa con un favorecedor pantalón a juego de tiro alto y bajo acampanado que estilizaba especialmente su silueta. Remató con bolso de mano tipo sobre de discreto efecto animal print y unos clásicos salones de tacón fino. Para otorgar esa estética atrevida tan característica, lució un llamativo adorno de pedrería con motivos florales sobre el pecho, que combinó con pendientes decorados con un gran cristal azul.
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En su cita posterior, Máxima recurrió a uno de sus grandes trucos de estilo para repetir ropa sin que lo parezca al sustituir los complementos para generar un efecto totalmente distinto. También decidió cambiar el top por una americana de la misma tonalidad, una pieza clásica que añade cinturón incorporado para enmarcar la figura y que casa igual de bien con los pantalones de traje. En vez de optar por joyas en las que los abalorios y piedras adquirían el protagonismo, las sustituía por piezas doradas que completaban a la perfección el traje camel.
Curiosamente, el conjunto de joyería por el que se decantaba hacía que recordara inevitablemente a una princesa Disney. Ni vestidos de cuento ni lentejuelas o grandes faldas, esta vez la conexión reside en los icónicos accesorios de Jasmine, de la película Aladdin. Tal y como han señalado varios de los fans de Máxima, sus pendientes XL y el collar a juego evocaban a los del personaje animado, a pesar de que, evidentemente, el resto del estilismo tenía poco en común.
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