Aunque Meghan Markle lleva disfrutando de su baja por maternidad desde que dio a luz al pequeño Archie Harrison, una causa muy significativa le ha llevado a hacer un paréntesis en su descanso, el Trooping the Colour. El segundo sábado de junio, cuando tiene lugar el cumpleaños oficial de la Reina, la celebración se convierte en uno de los momentos más solemnes para la Familia Real británica, donde el posado en el balcón del Palacio de Buckingham es una de las imágenes más conocidas del evento. Si hace un año fue cuando la mujer del príncipe Harry debutó tras su matrimonio con la Casa Windsor al completo, este sábado, la expectación por el regreso de la duquesa de Sussex era más que evidente. Especialmente teniendo en cuenta que su última aparición fue cuando la pareja presentó a su hijo a los pocos días de que naciera. Con un año de experiencia, podemos afirmar que ha vuelto a superar las expectativas dejándonos otro look para la historia.
La cita matutina, de sesgo formal al tratarse del desfile militar de los ejércitos del país así como los de la Mancomunidad de Naciones, requiere vestido de largo intermedio por debajo de la rodilla y tocado. Los dos requisitos de la etiqueta fueron cumplidos a rajatabla por Meghan Markle que, además, se apuntó varios tantos de elegancia al optar, a diferencia de su elección más primaveral de hace un año en rosa, por un look azul marino. Una sombra distinguida sin llegar a resultar tan sobria como el negro, por lo que resultó una elección más que apropiada para la ceremonia de mañana.
Solo tenemos que hacer un repaso de las ocasiones en las que la duquesa de Sussex ha optado por esta tonalidad para afirmar que se trata de uno de sus recursos infalibles cuando se trata de una ceremonia de alta importancia. Además de comunicar profesionalidad y compromiso con el deber -es un color imprescindible en el armario de oficina- sino que fue el que llevó a la boda de la princesa Eugenia con Jack Brooksbank, poco antes de anunciar al mundo su embarazo, así como durante su gira por Nueva Zelanda.
El diseño de Givenchy, de dos piezas, formado por vestido y capa de manga corta y acampanada, se transformaba una vez desaparecía la prenda de abrigo. Con los hombros a contraste en blanco, la obra de la firma francesa daba una imagen mucho más veraniega, una prenda que iba acompañado de un bolso de mano a tono y un tocado ovalado con una afilada pluma a modo de ornamento. Uno de los detalles más curiosos fue que, seguramente, la duquesa de Sussex tomó nota de las últimas elecciones de su cuñada en cuanto a peinado. Aunque en su debut apostó por unas ondas semideshechas para acompañar el tocado, esta vez quiso convertirlo en protagonista indiscutible llevando la melena en un moño, el tipo de recogidos que luce habitualmente Kate Middleton para la cita anual.