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Tras su inesperado look de concierto y reciclar el estilismo que adapta a las tres estaciones, la reina Letizia ha decidido seguir con la tónica habitual de las últimas semanas rescatando un diseño ya conocido durante la inauguración de las obras de accesibilidad efectuadas en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid. Para la ocasión, la esposa de Felipe VI vuelve a optar uno de sus vestidos estampados más especiales al que aun no había dado una segunda oportunidad, a pesar de ser muy comentada esta elección cuando la llevó por primera vez. Y es que este diseño fue una sorpresa entre sus últimas elecciones del año pasado.
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Han pasado cuatro meses desde que lo estrenase en el congreso de La voz de las Mujeres Rurales en el Mundo en el Hotel Marriott de Madrid. Supuso un claro ejemplo de su evolución estilística, tanto por su diseño como por la firma a la que pertenece, y que acompaña a el espiritu más innovador de doña Letizia.
El primer detalle que cautivó de su vestido fue el estampado paisley. Tampoco paso desapercibido el patrón de la prenda, muy escotado y con falda asimétrica con favorecedores plisados. La última particularidad de su elección era que pertenecía a las rebajas de la firma Sandro Paris, sello en el que todavía no había confiado.
En esta ocasión, doña Letizia acompaña su vestido de un abrigo, de Carolina Herrera. En un toque de modernidad, prefiere llevar esta prenda solo sobre los hombros. Un guiño a las que entienden de moda. Por otro lado, tampoco pasa desapecibido que no lleve medias ni bolso. En cuanto a su calzado, recurre a sus salones en color negro acharolado, de Prada. Por último, culmina su estilismo con sus pendientes con forma de doble daga de Gold & Roses que vuelve a recuperar en menos de una semana.
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