Los duelos de estilo en Buckingham no se limitan a los 'enfrentamientos' estilísticos entre Kate Middleton y Meghan Markle. Por mucho que los armarios de ambas duquesas tengan legiones de fans, este jueves tenía lugar una cita en la que eran Isabel II de Inglaterra y Rania de Jordania las protagonistas. La Reina Madre se reunió en una audiencia privada en el palacio con los reyes y su hijo, el Príncipe Heredero. Si hace dos semanas, la mujer del rey Abdullah II se sincronizaba a la perfección con Máxima de Holanda, en esta ocasión, durante su visita a Inglaterra, también llegó a coincidir con la monarca del país. Aunque cada una llevó el estilismo a su terreno, coincidieron en optar por un modelo de escote cerrado y largo por debajo de la rodilla.
Clásica pero muy acertada, en esta ocasión la reina de Jordania dejó a un lado el elemento sorpresa que suele incluir en la mayoría de sus elecciones estilísticas, ya fuera por una cuestión de gusto o bien porque la Familia Real Británica es conocida por la rigidez de su etiqueta. Apostando por la silueta corola que tan de moda se puso en 1950, llevó un vestido color frambuesa de media manga y falda midi evasé. Este tipo de corte, ceñido a la cintura y con falda acampanada, que es sello distintivo de Kate Middleton, es una figura por la que Rania apuesta a menudo en sus visitas internacionales ya que también durante su gira por Estambul escogió un abrigo-vestido del mismo estilo.
Los accesorios, elementos fundamentales para Rania cuando se trata de crear un estilismo, acompañaban el vestido haciéndolo más acorde a la visita real. Unos stilettos en color lavanda de punta afilada, en agradable contraste con el vestido, daban lugar a una combinación que jugaba con los tonos primaverales creando un efecto de macedonia de frutos del bosque. El bolsito marrón, con asa en la parte superior, ponía el toque it a la mezcla que defendió Rania en las dependencias reales ya que ese tipo de complementos se han convertido en tendencia. Curiosamente se asemejaba también al bolso Launer que en tantas ocasiones ha lucido la reina Isabel II, lo que podría haber sido un posible guiño a su anfitriona. Por último, y como en esta clase de reuniones diurnas, lució su melena castaña suelta con las ondas deshechas. Un peinado favorecedor que siempre dota de dinamismo el pelo liso.