En los últimos días, los reyes de Holanda están ejerciendo de anfitriones con Jorge Carlos de Almeida Fonseca, presidente de Cabo Verde, y su esposa, que se encuentran de visita oficial en el país. Ayer, el rey Guillermo y la reina Máxima presidieron una bienvenida oficial para sus huéspedes, y, por la noche, ofrecieron una cena formal en su honor. Si en el acto matutino la soberana demostró su maestría al recuperar prendas de otras temporadas sin que se note, unas horas más tarde volvía a hacer algo similar con su estilismo de gala.
Para la ocasión, Máxima de Holanda rescató de su vestidor el que podemos considerar como uno de sus diseños preferidos para este tipo de citas especiales, una pieza de escote asimétrico, ceñida en la cintura y con falda larga que cuenta con una ligera cola que aporta un aire más sofisticado. Esta creación, confeccionada en una tela satinada de color teja y decorada con pequeñas aplicaciones geométricas, es obra de Claes Iversen, diseñador holandés al que recurre con asiduidad, especialmente en actos de noche.
La reina de los holandeses ha demostrado en multitud de ocasiones que comparte el truco de doña Letizia para repetir look sin que se note, y es que la clave reside en los complementos. Esta vez, ha cedido el protagonismo a una de las impresionantes joyas de la Familia Real holandesa para darle una estética diferente a este vestido que ya había lucido en dos ocasiones anteriormente, aunque nunca en su país de residencia, ya que lo incluyó en su maleta tanto en la visita oficial a Dinamarca en 2015 como en Nueva Zelanda en 2016. Hoy, tres años después, lo recupera y consigue desviar la atención al gran broche que ha colocado sobre el pecho.
Como es habitual en las cenas de gala, la Reina ha lucido varias de las joyas más destacadas de su joyero, comenzando por la tiara bandeau conformada por una hilera de diamantes rosas que originalmente formaban parte de un collar que perteneció a la reina Emma, tatarabuela del actual rey Guillermo Alejandro. Esta gargantilla se convirtió en diadema por encargo de su hija, la reina Guillermina, en la década de los 30, y Máxima de Holanda la recuperó en uno de los actos de coronación de su marido. Sin embargo, no ha sido esta pieza la que más ha llamado la atención, sino el broche con el que la ha conjuntado, una espectacular joya que perteneció asimismo a la reina Emma y que, hasta ahora, nunca había lucido Máxima. Sí que es cierto que, al tratarse de un modelo desmontable que cuenta con un diamante central adornado con otras tres pequeñas tallas en forma de lágrima, había escogido varias de sus partes por separado, pero nunca en su totalidad como hace unas horas.