Se perfilaba como una entrega de los Nobel muy atípica para la Familia Real sueca, y así lo ha sido, también en cuestiones de moda. Y es que la heredera al trono, la princesa Victoria, ha revelado a través de su estilismo un curioso hecho: dentro de las familias reales también se comparte la ropa entre madres e hijas. La Sala de Conciertos de Estocolmo ha sido el escenario para esta divertida lección que aprendíamos cuando Victoria entraba luciendo el inconfundible vestido que la reina Silvia llevó en los Premios Nobel de 1995. Se trataba de un llamativo diseño tricolor de Nina Ricci que madre e hija han combinado de forma similar, a pesar de los 23 años que separan ambas apariciones.
Rosa, dorado y gris con acabado satinado no es una combinación cromática habitual en los armarios reales, donde suelen dominar los vestidos de un solo tono, especialmente en ocasiones tan señaladas como una entrega de premios de esta magnitud. SIn embargo, las mujeres suecas han probado ser diferentes gracias a este vestido que combina los tres colores antes mencionados y en una silueta muy especial: con escote palabra de honor, una falda muy voluminosa y un gran lazada en la espalda. El plisado del cuerpo y el detalle del fajín dorado resultan muy favorecedores y crean una forma que se adapta al cuerpo de la princesa Victoria, de 41 años, como lo hizo al de su madre, quien tenía 50 años cuando lo lució.
Igual que la reina Silvia hiciera en 1995, hoy Victoria de Suecia ha coordinado el acabado brillante del vestido con sus joyas y su bolso de mano glitter, aunque mientras su madre elegía el dorado del fajín como referencia, la Princesa ha preferido el gris de la falda. Así, ha completado el estilismo con un clucth con cristales y la tiara de diamantes Connaught, una espectacular joya para acompañar un recogido voluminoso que, igual que el vestido, también homenajeaba el estilo de su madre.