"Cuando era niño, dibujaba vestidos para las princesas. Cuando se hizo realidad y una de verdad llevó uno de mis diseños, fue surrealista". Ha pasado casi una década desde ese día al que se refiere Jan Taminiau, pero su emoción sigue siendo evidente. Era junio de 2009 y la reina Máxima de Holanda, por entonces princesa, eligió una llamativa chaqueta de la colección del modisto neerlandés para inaugurar la Bienal de Moda de Arnhem. "Estaba confeccionada con un saco de correos, con la bandera de los Países Bajos, y Máxima la pidió para el evento", explica Taminiau, que reconoce que, en esa época, su trabajo y su firma Jantaminiau solo eran conocidos por aquellos miembros del reducido círculo de la moda.
Ese chaqueta cambió para siempre la carrera de este diseñador de Alta Costura, que desde entonces no solo se ha convertido en el creador de referencia de la reina de Holanda para las grandes ocasiones, sino que también ha vestido a celebrities tan dispares y mediáticas como Beyoncé o Lady Gaga, ha participado en el vestuario de taquillazos como Los juegos del hambre o ha alcanzado una distinción que muy pocos creadores de moda consiguen: exponer en un museo. La pasada primavera, Jan Taminiau abría su atelier en Madrid, el primero fuera de los Países Bajos. Allí es donde, entre vestidos de película y piezas elevadas a la categoría de obra de arte, recibe a HOLA.com para narrar su cuento (real) sobre vestidos y palacios.
En una sociedad marcada por el consumismo y la moda rápida, Jan Taminiau es uno de esos modistos que trabaja a la antigua usanza, igual que lo hacían Cristobal Balenciaga, Christian Dior y otros grandes diseñadores del siglo XX. Le gusta reunirse con sus clientas, siempre en persona, para conocerlas por sus palabras pero también por sus gestos y actitud. Analiza con ellas cómo debe ser el vestido que convierta el momento de la entrada (al palacio, a la iglesia, a la fiesta) en "mágico" y lo crea para el cuerpo de esa mujer en concreto, para que ella se sienta bien, "porque yo diseño el vestido para ti, pero el vestido es tuyo", opina. También con la reina Máxima sigue este modus operandi. "Tenemos muy buena química, así que podemos hacer cosas bonitas. Siempre busco esa conexión con mis clientas porque si no la tienes, no puedes hacer que brillen", explica.
Desde hace casi diez años, Máxima de Holanda ha confiado en su lápiz y en su aguja para las grandes citas: la celebración de su 40 cumpleaños, su coronación junto al rey Guillerno, las bodas reales... La última, su visita oficial a Londres, donde llevo un vestido degradado en azules made in Taminiau. "Me sentí muy orgulloso cuando vi mi vestido en el Palacio de Buckingham porque es como mi hijo. Es con lo que soñaba cuando era niño, es increíble y sigo manteniendo esa emoción porque en la vida no debes tomar nada por supuesto", afirma.
Pero la atención personalizada de Taminiau y el trato cercano a su clienta no se limita a reinas o estrellas del show business. Abrir un atelier en el centro de Madrid es la mejor prueba: “Hace tres años empecé a hacer desfiles privados aquí y fueron muy bien. Cada vez tenía más clientas en Madrid, y mi equipo y yo viajábamos desde Holanda a menudo, así que pensé: ¿por qué no abrir un atelier aquí y que todo sea más fácil?”. Desde que abriera la pasada primavera, su semana se divide entre Baambrugge, el pueblo de Ultrech donde está su taller original, y Madrid, una ciudad que ya le ha conquistado. "La gente es genial aquí, de muchos sitios diferentes del mundo; es una mezcla muy buena”, explica entre vestidos bordados con flores y paillettes, los más reconocibles de su estética y un estilo que, según su experiencia, une a la mujer española con la holandesa, a pesar de sus diferencias.
"Las mujeres holandesas y las españolas hablan el mismo lenguaje, dicen que quieren lo mismo, pero después se traslada a formas distintas de vestirse. Por ejemplo, si el vestido es completamente bordado, en Holanda no añadirán joyas, mientras que en España sí, al menos discretas", explica. Y continúa recalcando un poder característico, en su opinión, de nuestra cultura: "Las mujeres españolas se quieren mucho, sin importar la edad, y quieren disfrutar de la vida. En los países del Norte, cuando las mujeres llegan a los 50 empiezan a verse peor. Pero aquí, es diferente: una mujer de 80 años se pone algo, se mira al espejo y su cara cambia, “me gusto” piensa. Es increíble y una fortaleza. Es algo que quiero trasladar a las mujeres holandesas, porque es la realidad y me encanta".
Por el momento, su trabajo en España se limita a clientas particulares, tanto novias como invitadas, pero en un horizonte cercano planea incorporar otros proyectos. "He trabajado con ballets en Europa y siempre me ha interesado ver mis creaciones en movimiento. En los próximos meses me familiarizaré con las compañías de ballet clásico y contemporáneo para ver si participamos en alguna producción española", adelanta. Y sus ganas por conocer y sumergirse en España van más allá: "Tengo que mejorar mi español, así que estoy viendo películas y series como Las chicas del cable y Velvet", cuenta, riéndose, sobre una inmersión que también le está permitiendo familiarizarse con nuevas mujeres a las que le gustaría vestir. "Me quedan muchas actrices por descubrir, pero las primeras que me vienen a la mente son Nuria Espert, Marisa Paredes, Bárbara Lennie, Maribel Verdú, Elena Anaya, Najwa Nimri o Ariadna Gil". También la reina Letizia entra en los sueños españoles de Jan Taminiau. "Me encantaría vestirla para un gran ocasión, porque es lo que mejor sé hacer. Mi cabeza siempre sueña con una gran entrada, con que todo el mundo se quede quieto y te mire fascinado". ¿Cómo imagina su vestido? "Ah, eso sería un secreto".