Las 4 reglas de las ‘royals’ que Meghan Markle ha roto en sus 100 días como Duquesa
La esposa del príncipe Harry de Inglaterra defiende, pese al protocolo, su característico estilo 'bobret'
Tres meses después de casarse con el príncipe Harry de Inglaterra, la vida de Meghan Markle ha dado un giro de 180 grados. Un cambio de rutina, agenda y aficiones que también ha afectado al que era hasta ahora uno de los elementos más distintivos (y genuinos) de la exactriz: su vestidor bobret. El hecho de convertirse en miembro de la Familia real británica ha traído consigo una larga lista reglas básicas para sus apariciones públicas. Atrás quedaron sus estilismos californianos donde vestidos estampados, vaqueros ajustados o chaquetas tipo blazer eran sus mejores básicos. En sus primeros 100 días como Duquesa de Sussex, la que fuera protagonista de Suits ha transformado de forma aplicada su armario, demostrado su compromiso con las normas de protocolo de Isabel II. Algo que, sin embargo, no le ha impedido incluir, de forma sutil y discreta, guiños 'marca de la casa' en algunos de sus looks más comentados.
Colores discretos, vestidos midi y escotes cerrados son desde hace varias semanas las nuevas señas de identidad de Meghan Markle. Desde que contrajera matrimonio con el príncipe Harry de Inglaterra, el pasado el 19 de mayo, la Duquesa de Sussex ha puesto todo su empeño en ajustar su vestidor a las estrictas normas de protocolo que rigen los actos de la Casa real británica. Una trasformación con la que ha dejado atrás sus frescos y sofisticados estilismos de photocall para defender prendas más clásicas y recatadas. ¿Prueba de ello? El diseño crepé en color maquillaje, firmado Goat, que llevó tres días después de su boda, con motivo de los festejos celebrados en los jardines del palacio de Buckingham por el 70 cumpleaños del príncipe Carlos: manga hasta la muñeca, falda a media altura y cuello caja; una elección que bien podía haber llevado la Duquesa de Cambridge y que combinó con los cuatro complementos básicos de toda royal inglesa: bolso de mano pequeño, zapato cerrado, tocado y medias.
Aún así, y como era de esperar en una amante de las tendencias como ella, Meghan Markle ha querido en más de una ocasión diferenciar sus estilismos, sin sobrepasar los límites del protocolo. Una voluntad por desmarcarse del resto de mujeres de la Familia real británica, gracias a su propias señas de identidad, y que demostró con gran acierto y elegancia durante su primer Trooping the Colour. En aquella ocasión, la Duquesa de Sussex apareció antes los medios con un sofisticado diseño rosa empolvado de Carolina Herrera que dejaba al descubierto gracias a un escote bardot su hombros, un detalle poco habitual en la Casa de Windsor, que para sorpresa de muchos se ha convertido en uno de los detalles preferidos de la exactriz.
Al igual que hiciera en su día Diana de Gales, Meghan Markle no quiere renunciar a usar prendas o colores considerados como elegantes y de buen gusto por el resto de la sociedad. Como por ejemplo el negro, un tono vinculado en la familia de Isabel II con el duelo, que sin embargo, la esposa del príncipe Harry llevó durante su viaje oficial a Irlanda, gracias a un vestido de Emilia Wickstead, un acto de 'rebeldía cromática' que también llevó a cabo, en su día, la que hubiera sido su suegra, al presentarse en su primera acto oficial como prometida de Carlos de Inglaterra con un vestido negro, de generoso escote, firmado David y Elizabeth Emanuel.
Otro de los puntos por los que algunos medios han llamado la atención a Meghan Markle, al igual que sucediera en su día con Diana de Gales, es su uso de los trajes de chaqueta y pantalón. Pese a que la Casa real británica no prohíba estas prendas, lo cierto es que, faldas y vestidos son más apropiados. De hecho, la prensa local informó que, Meghan Markle tuvo que olvidar su idea de incluir en la maleta que llevará a Australia en octubre, un traje de Stella McCartney (diseñadora de su segundo vestido de novia); una media que le habría pedido de forma personal su marido. Consciente de su papel en la vida pública británica la Duquesa de Sussex no ha dudado en apostar por firmas con sello del patrio: ya sea gracias a diseños de la hija del exBeatle, Alexander McQueen o Burberry. Sin embargo, también ha querido abrir las puertas de su vestidor a grandes nombres de la moda francesa como Givenchy (casa que firmó su traje de novia) o Dior; un detalle que, aunque algunos puristas no aprueben, le han permitido firmar algunos de sus mejores looks.