Desde que el Príncipe Harry y Meghan Markle anunciaran su compromiso el 27 de noviembre del año pasado, se desataron numerosos rumores, comentarios y conjeturas sobre la que sería una de las bodas reales más mediáticas de los últimos años, y una de las grandes incógnitas giraba -como es habitual- en torno al vestido de la novia. Meghan ya se había establecido como un icono de estilo gracias a su personaje en la serie Suits, ficción con la que saltó a la fama en 2011, pero su compromiso con el hijo de Carlos de Inglaterra y Diana de Gales supuso un antes y un después no solo en su vida sino también en su vestidor, por lo que todos sus seguidores deseaban ver ese gran diseño con el que se ceñiría a los protocolos ingleses sin dejar de lado su esencia personal. Finalmente, la ahora Duquesa de Sussex sorprendió al mundo con una impecable creación de Clare Waight Keller para Givenchy que ya forma parte de la historia.
En este tipo de grandes acontecimientos se establece la recomendación de vestir de diseñadores ingleses, por lo que antes del enlace nombres como Victoria Beckham, Erdem, Roland Mouret, Sarah Burton o Ralph & Russo encabezaban las listas de las apuestas en cuanto al look de la novia. Sin embargo, finalmente se decantó por Givenchy, firma francesa capitaneada actualmente por Clare Waight Keller, una diseñadora inglesa. Tal y como explicaba recientemente Stella McCartney, encargada de confeccionar el segundo traje nupcial, resulta bastante probable que Meghan recurriera a ellas dos no solo por cuestiones estilísticas y de nacionalidad, sino también por el hecho de ser mujeres.
Finalmente, tras meses de especulaciones, el pasado 19 de mayo se desveló el gran secreto y Meghan deslumbró con un elegante vestido marcado por la sencillez y el minimalismo. En cadi de seda blanco impoluto, sin los tradicionales detalles de encaje de Honiton ni grandes ornamentos, la Duquesa apostó por la sobriedad. Siguiendo el protocolo, lució manga larga, y aportó su toque personal con el escote barco -ya renombrado escote Meghan- y el cuerpo ceñido del que partía una falda en 'A' bajo la que lucía una enagua de organza de seda. Sobre la tiara de diamantes y platino -que perteneció a la Reina Mary- caía un comentado velo confeccionado en tul de seda de cinco metros de largo que sí que contenía esos esperados bordados florales y que escondía un importante mensaje. Las flores que remataban esta delicada pieza hacían referencia a los 53 países que configuran la Commonwealth por petición expresa de la novia. Como es lógico, este look nupcial acaparó todo el protagonismo y generó millones de titulares a lo largo de todo el mundo, y hoy vuelve a ser noticia gracias a un hecho que va a emocionar a los fans de la Familia Real Británica.
Se ha desvelado que el Castillo de Windsor está preparando una exposición que incluirá tanto el vestido como el velo de Meghan, que sin duda alguna se convertirán en las piezas más buscadas del tour. A pesar de que todavía no hay confirmación oficial por parte de la Casa Real ni se ha especificado cuando se inauguraría, sí que se ha indicado que Givenchy ha dado su autorización para que el diseño vuelva de forma temporal antes de fin de año al enclave en el que Meghan lo lució para contraer matrimonio con el Príncipe Harry.
Esta no sería la primera vez que se organiza un evento de este tipo, ya que el vestido de Sarah Burton para Alexander McQueen que lució Kate Middleton en su enlace con el Príncipe Guillermo en abril de 2011 también estuvo expuesto en el Palacio de Buckingham con motivo de una visita que incluía otras grandes piezas de la boda como los zapatos, las joyas, el ramo e, incluso, una réplica de la tarta.