Ayer Mónaco se vistió de gala para celebrar la 70 edición del tradicional Baile de la Cruz Roja en la sala des Étoiles del Sporting de Montecarlo, donde el príncipe Alberto y la princesa Charlene ejercieron de perfectos anfitriones en una noche en la que el glamour y la solidaridad fueron de la mano y que sirvió de homenaje a los donantes que colaboran con la institución humanitaria recaudando fondos.
La gran protagonista en cuestiones estilísticas fue, sin duda alguna, la princesa, que deslumbró con un vestido de inspiración años 20 de Atelier Versace, la colección de Alta Costura de la casa italiana. El diseño, que evocaba la estética de los grandes looks de la feliz década, bien podría haber sido escogido por Daisy Buchanan para acudir a una de las extravagantes fiestas del Gran Gatsby. De corte sirena y efectó degradé, la impecable creación estaba cuajada de pequeñas escamas en forma de abanico realizadas con cristales de Swarovski de distintos tonos de azul.
Destacaron también los originales escotes del vestido, tanto el delantero, en forma de 'V' y decorado por tiras de pequeños cristales, como el de la espalda, adornado de manera similar pero en forma de cascada vertical.
Charlene ha lucido su característica melena corta con mucho volumen para despejar su rostro, y ha optado por ahumar sus ojos mediante sombras metalizadas y prescindir prácticamente de labial. En cuanto a los complementos, ha preferido que fueran discretos para cederle todo el protagonismo al espectacular vestido, pero ha sorprendido especialmente el pendiente tipo ear cuff de brillantes que ha lucido en su oreja izquierda.