Los duques de Sussex han dado el pistoletazo de salida a las tradicionales carreras de caballos de Ascot, que este año celebran su 307º edición. Una cita donde realeza, tradición y extravagancia se dan la mano durante cinco días para convertir al condado de Berkshire en un constante desfile de sombreros y tocados. La moda tiene un peso vital en esta cita anual y todas las miradas se han vuelto a dirigir a Meghan Markle, que se estrena en este evento ecuestre. La esposa del príncipe Harry cumple con el estricto protocolo y apuesta sobre seguro con dos de sus diseñadores de cabecera. Además, hace del color blanco el emblema de su debut, tal y como hizo la duquesa de Cambridge la primera vez que asistió a esta tradicional cita inglesa en 2016.
La duquesa de Sussex vuelve a apostar por el binomio blanco y negro con un impoluto vestido camisero de largo asimétrico y bordados a tono. De nuevo, elige a Givenchy como la firma que mejor ha representado sus gustos estilísticos en las últimas citas importantes y lo remata con un cinturón para enmarcar su silueta. Además, y como ha ocurrido en otras ocasiones desde que empezó a asistir a las citas del calendario real junto al príncipe Harry, confía en las manos expertas de Philip Treacy para encontrar un tocado acorde al dress-code y a su estilo personal.
Sin grandes florituras y con mucha discreción, Meghan Markle elige una pamela de ala ladeada con detalles en contraste que pertenece a la colección primavera-verano 2018 del sombrerero favorito de la familia real británica. Además, completa su look con un pequeño clutch, también de Givenchy, y unos salones negros. Como joyas, unos pequeños pendientes de oro amarillo y diamantes en forma de pétalos. Son de Birks y tienen un precio de 1.300 € aproximadamente.
Meghan Markle ha debutado en esta cita anual al mes de su boda con Harry de Inglaterra. Sin embargo, la duquesa de Cambridge, la gran ausente en esta inauguración, debutó cinco años después de casarse con el príncipe Guillermo debido a su apretada agenda real y a sus tareas familiares. Aunque ambas hicieron del blanco 'el color de las debutantes', guardan diferencias entre sí. Por un lado, el de la duquesa de Sussex recuerda a la elegancia de los años 20 y dista del románticismo que evoca el vestido de la duquesa. Ella, se decantó por la moda italiana con un diseño de encaje firmado por Dolce & Gabbana que repetíria un año después, aunque con distinto tocado.