Siete meses después de separarse, Ágatha Ruiz de la Prada se ha sincerado y ha contado en las páginas de ¡HOLA! cómo ha vivido su ruptura de Pedro J. Ramírez después de treinta años juntos y dos hijos en común, Tristán y Cósima. La famosa diseñadora, marquesa de Castelldosrius y baronesa de Santa Pau, reconoce que se quedó sin palabras cuando el periodista le confesó la decisión que había tomado, sin embargo, asegura que ella ya tenía algún presentimiento de lo que podía suceder.
"Reconozco que mi último viaje ha sido uno de los más 'salvajes' que he hecho, en el sentido de que se prolongó veintiséis días: Madrid, Nueva York, Panamá, Nicaragua, México, Perú... ", explica Ágatha, que continua: "Después de tanto tiempo fuera, estaba muerta, agotada. Solo deseaba descansar. Ese mismo día, ya me chocó algo cuando Pedro J. me dijo: 'Mañana no como en casa'". La popular diseñadora afirma que siempre que regresaba de algún viaje "le notaba más pendiente, aparte de que lo normal era que hubiera querido comer conmigo después de haber estado fuera casi un mes".
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Pero ese fue un detalle importante para ella y hubo una noche que al llegar a casa tuvo un presentimiento y pensó que el periodista podía estar acompañado: "Como él estaba en su despacho, me metí en mi cuarto y eché el pestillo, porque me notaba un poco intranquila. Llevaba dos noches encontrándome la puerta del portal semiabierta al bajar a los perros de madrugada y no fuera a ser que alguien estuviera planeando entrar".
A la mañana siguiente se produjo todo. "Toca a la puerta y me dice que me trae el desayuno. Alarmada, le pregunté la hora, puesto que siempre suelo levantarme a las cinco y media o seis de la mañana. Pero cuando me dijo que eras las diez, aluciné. Acto seguido, va y me dice que ha pensado que se quiere separar", nos confiesa en las páginas de ¡HOLA!, además de explicar cómo fue su reacción: "Me quedé muda, pero él me argumentó que se encontraba muy solo y que los niños estaban conmigo… cuatro tonterías, a mi entender". En sus propias palabras, Pedro J. le dijo que "a lo mejor, le quedaban diez años y que quería ser feliz. ¡Y yo que creía que éramos superfelices! Pero bueno, así es la vida".