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Gisele Bündchen, en la presentación de estas nuevas sandalias en Madrid.
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Gisele Bündchen, en la nueva campaña publicitaria de las sandalias Ipanema.
Considerada la ‘top’ más famosa y rica del mundo, Gisele Bündchen no se ha dejado cegar por las mieles del éxito y ha sabido aprovechar su situación para, además, volcarse en causas solidarias.
Ayer, la modelo brasileña, de 26 años, viajó hasta Madrid para presentar en el hotel Ritz los nuevos diseños de su firma de sandalias, Ipanema. En esta ocasión, sus creaciones -comenzó a comercializarlas tras asociarse con la marca de calzado Grendene- no sólo son un complemento a la última moda, sino que, con ellas, recaudará fondos con fines benéficos.
Concretamente, Y Ikatu Xingu? Agua buena, agua limpia del Xingu es el proyecto elegido por Gisele Bündchen para tal efecto. Esta iniciativa solidaria busca preservar las fuentes del río Xingu –se extiende a lo largo de 2.300 kilómetros hasta desembocar en el Amazonas y se encuentra amenazado por la deforestación-, así como las florestas que protegen el curso de estas aguas.
No obstante, su compromiso con el parque indígena del Xingu, situado en el estado Mato Grosso, no es reciente. Quedó prendada de esta región tras visitarla en 2004 junto al actor Leonardo DiCaprio, su novio por entonces, con quien, además, tuvo la oportunidad de conocer a los kisêdjê, uno de los 14 grupos étnicos que habitan en el parque. En 2006, volvió para ejercer como presentadora de un documental en el que se descubrían todas las maravillas del lugar. Dos viajes muy distintos en los que no sólo se enamoró de la belleza de este paraje natural, también quedó concienciada de todos sus problemas.
“La primera vez que viajé al Amazonas, hace dos años y medio, los indígenas me pidieron ayuda. Entendí que era mi deber llamar la atención sobre el peligro que corremos si destruimos el mundo en el que vivimos”, precisó la modelo, que aparece en la campaña de los nuevos diseños de Ipanema –en la suela se reproducen grafismos exclusivos propios de la tribu kisêdjê- ataviada con indumentarias propias de la zona. Y añadió: “Provengo de una familia muy sencilla, somos cinco hermanas y, desde pequeña, me enseñaron a compartir. Ahora, después de estar con los indios de mi país, he vuelto a recordar que para ser feliz no hacen falta demasiadas cosas. Ellos sólo necesitan agua limpia”.
