Hubo un tiempo en el que las mezclas de estampados eran territorio exclusivo de las más atrevidas, un juego reservado para quienes entendían la moda como una forma de arte y no temían desafiar las normas. Arriesgar era solo una tarea apta para estilistas, modelos de pasarela, diseñadores o editoras que quisieran marcar la diferencia.
Pasado 2018 la situación cambió, y con el peso de la Semana de la Moda de Copenhague (que llevaba existiendo tan solo 12 años como tal), las danesas fueron las primeras en elevar esta apuesta, con Emily Sindlev como embajadora de un estilo vibrante en el que los estampados y los colores chocaban con un desenfado envidiable. Luego, en España, las catalanas —con Blanca Miró a la cabeza— adaptaron la tendencia con su ADN ecléctico y distintivo. Pero fueron las portuguesas quienes, sin apenas seguidores y con una naturalidad casi accidental, la democratizaron. Primero fue Mafalda Patricio, y después otras creadoras y amigas suyas emergieron en escena combinando estampados como si hubieran elegido la ropa con los ojos cerrados, logrando un resultado, sorprendentemente, impecable.
Hoy, lo que comenzó como una revolución intuitiva se ha convertido en una tendencia estructurada. Los estilistas han analizado el fenómeno y han extraído dos reglas clave para que cualquiera pueda jugar con estampados y acertar. Desde TikTok, donde estas fórmulas han arrasado, hasta las pasarelas de las grandes firmas, el mensaje es claro: mezclar estampados es un arte, pero, aunque se está haciendo ya de manera mainstream, lo cierto es que también tiene su ciencia.
Un estampado grande + un estampado pequeño
La estilista Juvelle (@juvellebehrendorff) ha sido una de las voces destacadas en TikTok explicando esta primera regla. La idea es sencilla: para que un look con estampados no parezca demasiado caótico, hay que equilibrar proporciones. Un estampado grande y llamativo necesita un compañero más discreto para que la vista tenga un punto de descanso.
Bajo esta estela, una camisa de rayas finas encuentra el aliado ideal en un pantalón de rayas gruesas, y un top de lunares pequeños funciona con una falda de flores en tamaño XXL. Este contraste evita que las prendas compitan entre sí y logra que la combinación se sienta natural y armónica. En el caso de que parezca excesivo por sus colores o por el patrón de la silueta, puede equilibrarse con otros elementos básicos y lisos, como bolsos, prendas exteriores o camisetas de un solo color bajo camisas desabrochadas, entre otros.
Diferentes estampados, mismos colores
En pasarelas y en redes, otra regla que se repite es la importancia del color. Style Turner (@thestyleturnernyc) lo explica bien: no importa si mezclas cuadros, flores, rayas o animal print, siempre y cuando los tonos pertenezcan a la misma gama cromática. Un look que juega con diferentes estampados en tonos azules, marrones o verdes funcionará porque los colores se entrelazan y crean cohesión. De hecho, esta norma es la más repetida en las colecciones vistas en los desfiles de las marcas de lujo, donde se apuesta por mezclas osadas, pero siempre con un hilo conductor en la paleta de colores.
Además de estas dos reglas, hay quienes defienden un tercer truco: asegurarse de que al menos un color se repita en ambos estampados, aunque estos sean radicalmente distintos. En cualquier caso, lo que antes parecía un acto de valentía en el vestir, hoy se ha convertido en una tendencia con su propia lógica interna. Y si algo han demostrado danesas, catalanas y portuguesas es que la moda no está hecha para seguir normas estrictas, sino para jugar con ellas. Ahora, que además el buen tiempo está a punto de llegar, todo parece indicar que no serán las únicas en continuar esta apuesta, sino que la moda de la temporada indica que las mezclas atrevidas seguirán en alza, tanto conjuntando estampados diferentes, como colores que antes nadie imaginaría llegar en un mismo look.
En un momento en el que la industria del textil rompe cada vez más barreras, estas reglas para mezclar estampados son solo una muestra de cómo las normas tradicionales se difuminan cada vez más, al compás de los tiempos. Ya no hay reglas inamovibles sobre qué combina con qué, del mismo modo que tampoco las hay sobre quién puede vestir qué. Las pasarelas y el street style demuestran que la moda es un territorio cada vez más libre, sin límites de género, edad o estilo. En este nuevo escenario, atreverse a mezclar estampados no es solo una cuestión de tendencia, sino un reflejo de una industria que sigue su camino hacia lograr la plena individualidad sin etiquetas.