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Isabel Preysler ha conseguido a lo largo de los años demostrar una y otra vez que es casi inmune al paso de los años. Con un estilo tan atemporal como sofisticado y una imagen siempre ligada a la exquisitez estilística, su armario pasará a la posteridad como uno de los más analizados hasta la fecha. No hay cita a la que asista Isabel en la que lo que lleva puesto no se analice pormenorizadamente.
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De sus apariciones en bodas y grandes eventos —como los bautizos de sus nietos— a citas más informales como una comida con amigas o una sencilla tarde de compras, no hay ocasión en la que su estilismo no cope titulares. Más aún, en esta ocasión, cuando ha demostrado, además, que repetir para ella no es ningún problema.
Sobre todo cuando se trata de un vestido de pasarela como este que desfiló como parte de la colección Otoño-Invierno de Etro de 2015, fecha en la que lo lució por primera vez. Entonces, lo estrenó durante un concierto en el Auditorio Nacional hace una década. Se trata de un vestido ceñido al cuerpo, compuesto por múltiples piezas de diferentes estampados unidos con vivos negros difícil de olvidar. Por tanto, cuando el pasado domingo la vimos bajar del coche a las puertas del Teatro Real junto a su hija Tamara y su yerno Iñigo Onieva, rápidamente identificamos el diseño.
En esta ocasión, acudía junto a ellos para disfrutar del estreno de Mitridate, re di Ponto, una de las óperas más jóvenes de Mozart que congregó a un elevado número de rostros conocidos en el patio de butacas. Para Isabel, suponía su regreso al foco público tras una larga temporada dedicada a su vida privada, el cuidado de sus nietos y su relación con sus íntimas amigas.
Cinco meses después, retomaba sus salidas y lo hacía por todo lo alto: en la ópera, con su querida Tamara y luciendo un look icónico de su armario.Volviendo al detalle de su look, cabe destacar que en esta ocasión, volvió a confiar en los mismos complementos que entonces: un abrigo de piel, corto y con un diseño moderno y juvenil y un bolso negro que combinaba dos tipos de piel y adornado con un borla en la parte central. Sin duda, una elección que entonces le pareció tan acertada como perfecta para repetirla ahora, diez años después.