En Maine en 1944, nació lo que hoy conocemos como tote bag, y que gustan a Kaia Gerber. Pero su propósito inicial era mucho más rústico que el urbano del que presume ahora: transportar hielo. La compañía de moda y del hogar, L.L. Bean, lanzó el Bean’s Ice Carrier, una resistente bolsa de lona impermeable diseñada para llevar grandes bloques de hielo del coche a la hielera.
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Orígenes de la tote bag
En aquella época, Maine era un epicentro de producción de hielo de primera calidad, y la mayoría de los hogares aún no contaban con refrigeradores modernos, por lo que esta solución enseguida llamó la atención. Pero como sabemos hoy en día, la historia de las bolsas de tela no quedó encasillada tan solo en aquel invento. Más bien, todo lo contrario, porque casi nadie sabe sus orígenes ni la funcionalidad para la que estaba diseñada.
Aunque ahora apenas hay casa que no cuente con alguno de estos diseños, no siempre han gozado de tanto éxito, pues han pasado por numerosas fases hasta llegar a ser uno de los complementos más reiterados en moda, sobre todo, entre millennials y miembros de la generación Z. Su popularidad puede atribuirse a la década de los años 80. Tan solo dos décadas después de su invento, la bolsa dejó de ser solo funcional y empezó a ser también un complemento de moda, ya que por entonces las empresas descubrieron su potencial como herramienta de marketing y comenzaron a darse cuenta de que imprimir sus logos en una tote bag era barato, efectivo, y mucho más visible que colocar sus campañas en una valla publicitaria.
Las bolsas de tela podían llevarse a la compra, de paseo, a las cafeterías, e incluso al trabajo. De hecho, fue por entonces cuando The Strand, la icónica librería de Nueva York, se convirtió en una de las pioneras en presentar esta estrategia al lanzar su propia tote bag de lona de algodón, con su nombre, dirección y número de teléfono bien visibles. ¿Funcionó? Basta con sentarse en un banco de cualquier capital durante unos minutos y conocer la respuesta.
Bolsas de tela, una estrategia de marketing infalible
Lo que comenzó como una simple solución para transportar hielo terminó convirtiéndose en un básico del día a día, pues, al igual que The Strand, fueron muchas otras editoriales y librerías las que les otorgaron cierto estatus (desde London Review of Books, pasando por la parisina Shakespeare & Company, hasta llegar Fitzcarraldo Editions). No fueron las únicas, pues también muchas las bandas de música que las consagraron como clave fundamental de la estética indie, un estilo al que, además, estuvieron relegadas hasta hace poco cuando marcas de moda como Marc Jacobs o Saint Laurent las situaron en el foco del lujo. Con un precio de 225 y 75 euros respectivamente, estas y otras firmas de las que siempre señalan las tendencias las convirtieron en objeto de deseo de amantes de la moda, dándoles un puesto en el universo de la exclusividad del que nunca antes habían gozado. Incluso, antes de estas firmas, en 2007, la diseñadora Anya Hindmarch lanzó su tote, denominada I’m Not a Plastic Bag ("no soy una bolsa de plástico"), un éxito instantáneo que promovió el cambio a bolsas reutilizables.
Aunque las tote bags de Marc Jacobs o Saint Laurent ocuparon titulares, y numerosas controversias por la relación entre sus materiales y precio (como sucedió con la bolsa estilo Ikea de Balenciaga), fueron muchas las compañías que también adoptaron esta estrategia de marketing lanzándolas entre sus propuestas y democratizando su acceso por valores que oscilan desde los 10 hasta los 20 euros. Instituciones culturales o cafeterías de especialidad tienden a contar con estos diseños de tela en sus departamentos de ventas, e incluso marcas como Benetton, New Balance, Uniqlo, o muchas de Inditex, las han incluido entre sus propuestas con diseños que van más allá de la clásica beige a la que estábamos acostumbrados. Ahora son cool, se encuentran a la venta en numerosos colores, y las hay tanto cuadradas, como rectangulares.
La fama de estas bolsas alcanzó incluso looks de chicas como Kaia Gerber, Katie Holmes o Zoey Deutch, quienes ya las lucen en sus looks informales, pensados para diferentes ocasiones del día. Sin embargo, más allá de estas tres referentes de moda, han sido muchas las personas que las han incorporado como parte indispensable de sus salidas, ya sea como bolso principal, o de segundo. ¿Los motivos? Tienen gran peso medioambiental, encajan perfectamente con el normcore, y su funcionalidad y comodidad suele ser mucho mayor que la de un bolso convencional.
Por qué las tote bags conquistan a la generación Z
Como casi cualquier tendencia que adoptan las marcas de lujo, no está exenta de polémica. A pesar de que las bolsas de tela fueron inicialmente promovidas como una alternativa ecológica a las de plástico, y adoptadas por muchos jóvenes bajo este propósito inicial, muchas terminan en vertederos porque su ciclo de vida es corto y no se reutilizan lo suficiente para compensar su impacto ambiental.
Para equilibrar su impacto, y cumplir este propósito, el programa de medio ambiente de la ONU señala que deberían usarse una media de, al menos, 50 veces al año. Sin embargo, continúa alineándose con los valores sostenibles de los jóvenes, pues una tote bag bien elegida, lavada cada cierto tiempo, y reutilizada en muchas ocasiones, sigue siendo una mejor opción que el uso constante de bolsas de plástico. Más aún si se opta por una de alta calidad, hecha con algodón orgánico o materiales reciclados, para que la huella ecológica disminuya. Incluso, hay alternativas de lona reciclada o cáñamo, que son más sostenibles.
Sabido es que una tendencia no permanece si su estética no responde a los códigos estéticos del momento. En este sentido, la tote bag es perfecta. En un contexto en el que el normcore y donde los looks desenfadados que parecen estar creados sin esfuerzo (aunque no lo estén) están a la orden del día, esta apuesta se convierte en toda una clave de moda que seguir. Ayudan a restar formalidad a cualquier atuendo, pero al mismo tiempo se alían también con otra de las corrientes de estilo más perseguidas por la generación Z: la pertenencia a una comunidad. Ya sea a una de fanáticos de un grupo de música, o a los lectores incansables. Una tote bag parece no decir nada, pero en realidad lo está definiendo todo.
También, en un momento en el que los salarios son bajos y el ritmo de vida se ha encarecido, se erigen como una opción amplia y cómoda para prescindir de un bolso tradicional. Muchas tienen precios menores que estos otros complementos, y casi todas mucho más espacio. Son ideales para llevar portátiles, libros, botellas reutilizables y todo lo necesario para el día a día sin parecer que llevas una mochila gigante. Además, algunas marcas han empezado a hacerlas más funcionales con bolsillos y compartimentos.