Los reyes de Países Bajos ofrecieron este martes, acompañados de su hija Amalia, un banquete en honor de Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de Portugal, que supuso una oportunidad más para adentrarnos en el lujoso armario de gala que guarda Máxima. Si la neerlandesa es nuestro referente en lo que a moda casual respecta, con sus abrigos de batín tan favorecedores, es solo cuestión de lógica esperar que también nos fascinen sus elecciones de estilo al caer la noche.
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El vestido 'zig-zag' de Máxima con un detalle portugués
El elegido para su encuentro con el presidente de Portugal, junto a su primogénita, fue un vestido de gala rojo, del modisto Jantaminiau, con un bonito escote barco, aquel que Meghan Markle hizo viral el día de su boda, sobre el cual se posa la Orden de Cristo. Se trata una orden militar portuguesa, heredera de la Orden de los Caballeros Templarios en esta nación. La Cruz de la Orden de Cristo, es el símbolo que adornó, entre otras cosas, las naves portuguesas durante los Descubrimientos.
Una particularidad de este vestido es que parece pintado a mano en la zona del abdomen, hasta llegar las caderas, con franjas 'zig-zag' en tonos tierra. Para favorecer a la figura de la Reina, se ciñe sutilmente a la cintura mediante una fina cinta marrón chocolate que se funde con el fondo del tejido estampado.
Es un diseño a medida que le habíamos visto en dos ocasiones previas: la más reciente de ambas, en junio de 2022, con motivo de la celebración del 18º cumpleaños de la princesa Ingrid Alexandra de Noruega, un banquete que tuvo lugar en el Palacio Real de Oslo. Hablamos de una noche histórica en la que se congregaron las nuevas generaciones de herederos al trono, desde Amalia hasta Elisabeth de Bélgica o Christian de Dinamarca, pero aun así, con su look, Máxima consiguió acaparar unos cuantos titulares.
Fue el 22 de octubre de 2019, casi tres años antes, que esta pieza hizo su debut en una gala, concretamente a ojos del resto de casas reales del mundo, porque el escenario era la cena por la fastuosa entronización del emperador Naruhito de Japón. Resulta imposible olvidar otros icónicos looks desvelados en el marco de este evento, como el traje floral con diadema que llevó nuestra reina Letizia, una apuesta a todo color que completó con el collar de chatones que hace solo unas semanas reapareció en sus retratos capturados por Annie Leibovitz.
La tiara Mellerio de rubíes
Los complementos que aderezan el estilismo de la mujer del monarca neerlandés no son menos reseñables. Por el contrario, estamos ante un ajuar de reliquias históricas que han pasado por las manos de varias mujeres de la dinastía Orange hasta llegar a la argentina. Máxima se decantó, como en Japón, por la tiara Mellerio, que el rey Guillermo III encargó como regalo de Navidad para la reina Emma en 1888 a la casa francesa Mellerio dits Meller y cuenta con más de 300 piedras, entre diamantes y rubíes.
Los rubíes pueden sustituirse por otras piedras preciosas, como zafiros, aunque Máxima nunca ha recurrido a estas opciones. Sí modificó, no obstante, los pendientes del conjunto, puesto que existe una versión más larga, con una larga fila de diamantes, por la que suele optar en caso de que prescinda, sea cual sea el motivo, de la preciosa gargantilla que este martes sí colgaba de su cuello. Como toque final, añadió el brazalete del set Mellerio siempre a juego con el anillo.
Todo al rojo
Al que igual que hizo en Noruega, la reina de Países Bajos decidió recogerse la melena rubia en un sofisticado moño de flequillo ladeado que se sujeta perfectamente con aquella tiara decorada con rubíes. Tanto el esmalte de uñas como sus labios estuvieron en sintonía con este detalle, resultando en un look armonioso que, a su vez, parece que no le requirió apenas esfuerzo.