"Una profesión es una manera de sentirse útil, de mantenerse activo y de ganarse un sueldo. Una profesión vocacional es una pasión. Una especie de llamamiento, de certeza interior a prueba de tempestades. Amo a lo que me dedico", asegura Silvia Abascal. Y más de tres décadas de carrera lo avalan. Desde aquella primera oportunidad que le dio Chicho Ibáñez Serrador en Un, dos, tres… responda otra vez, con tan solo catorce años, en el papel de niña poseída, a su hoy, con una sólida trayectoria en televisión, cine y teatro. El camino no ha sido fácil, el ictus que sufrió hace ya trece años la llevó al difícil y complejo proceso de reaprender desde cero, algo que hizo desde un lugar sereno y positivo, con mucho aprendizaje y humildad. Todo un viaje (como tituló su libro) que la ha traído hasta aquí, a su momento actual de salud, amor, trabajo e ilusión. Con la actriz hablamos de su trayectoria, sueños, nuevos proyectos y de cómo concilia su amor incondicional por su hija, Leona, de seis años, con su pasión por la profesión.
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—Después de 31 años en la interpretación, ¿qué te sigue enamorando cada día?
—Cuanto más tiempo pasa, mayor es mi respeto y amor por este oficio. Mi curiosidad y fascinación por él. Siento que es una aventura continua de aprendizaje sobre uno mismo y el otro. Sobre el ser humano, sobre sus luces y sombras. Una inmersión creativa en infinidad de formas de ser, estar, pensar, reaccionar, expresar… Una oportunidad de investigación, de latir diferentes personalidades, realidades y tiempos.
—Si viajamos en el tiempo, ¿qué recuerdos tienes de 'Un, dos, tres'? ¡Eras una niña!
—Una niña de catorce años repleta de ilusión, sin experiencia profesional alguna, pero convencida empedernida de que lo suyo era la interpretación. Me recuerdo muy brava, en ese coraje que da el no ser consciente de muchas cosas. Recuerdo y agradeceré siempre a Chicho, a Narciso Ibáñez Serrador, por todo lo aprendido con él, por su apuesta conmigo, por darme la oportunidad más difícil: la primera.
—¿Hay algún trabajo del que te sientas más orgullosa que ningún otro o te resulta imposible elegir uno?
—En audiovisual, sea cine o televisión, varios de los trabajos más significativos para mí, tanto a nivel profesional como personal, van ligados a dos personas muy importantes en mi camino: Manolo Iborra y Verónica Forqué. Con ellos hice Pepa y Pepe, El tiempo de la felicidad y La dama boba. En teatro, quizás sea Días de vino y rosas, junto a Carmelo Gómez. Paradójicamente, algunos de mis vuelos más plenos no los he compartido con el público. Han sido en la intimidad de una escuela, en el estudio, de la guía y mano de mi maestro y amigo Juan Carlos Corazza.
—¿Cuál es, hoy por hoy, tu sueño interpretativo? ¿A qué reto te gustaría enfrentarte?
—Mi sueño interpretativo de hoy sigue siendo el de siempre: trabajar con ricos textos, batutas y compañeros; es mi constante aspiración. Tener en la mesilla un guion inspirador. En la mente y el latido, un personaje que me provoque reto, respeto y deseo.
El paso del tiempo
—Si se puede contar, ¿en qué proyectos estás ahora?
—En Asuntos Internos, para TVE. Se estrenará a principios de año. Una serie de la que me siento muy orgullosa de formar parte. Es un personaje que he disfrutado y sufrido a partes iguales. Y ahora comienzo la grabación de otra serie, para Amazon Prime Video. Por otro lado, estoy trabajando en una idea que tuve hace un par de años, pero es ahora cuando la estoy moviendo. Un proyecto muy especial… en el que no estoy como actriz, pero no puede estar más protagonizado por actrices. Confiando mucho en poder compartirlo en un futuro próximo.
—Con los horarios de rodajes, grabaciones, ensayos, ¿te resulta complicado conciliar?
—Todo aquel que concilia sabe de lo complicado de este proceso. En nuestro oficio, la dificultad mayor está en no contar con ningún tipo de regularidad en horarios y localizaciones. Para estar presente y dar lo mejor de uno mismo, tanto en su nido como en su profesión, hay que organizarse más que bien, dar muchas vueltas en la almohada y, a veces, sí, sacrificar proyectos. Es una carga mental constante, pero la satisfacción que produce ocuparse e implicarse en ambas parcelas, poder con ello, es también inmensa.
—¿Para las actrices, ¿el paso del tiempo es más cruel?
—En nuestra industria, la acogida del envejecimiento no es la misma entre hombres y mujeres. El actor maduro está más interesante que nunca. A la actriz, sin embargo, "se le nota ya la edad". Pues claro. Esperemos. Están la vida y la experiencia cómo para que no se nos note. Es verdad que ahora también, hay mucho editorial, publicidad y red carpet alimentando nuestras promociones, pero no podemos caer en el absurdo de creernos modelos o de exigirnos lo que a ellas se les exige. No es de lo que sabemos ni para lo que nos preparamos. Somos actrices.
—¿A qué tienes más temor: al paso del tiempo o a la soledad?
—A la falta de salud. En mis seres queridos o la propia.
—¿Qué le dirías con la voz de la experiencia a la Silvia de hace 20 años?
—Confía. Eso que sientes, es.
Su viaje
—El episodio de salud que sufriste en 2011, ¿te hizo una persona diferente?
—Transformarme en una persona diferente, no. Pero sí se me abrieron importantes canales físicos, mentales y emocionales. No soy capaz de resumirlo en un par de frases. Es por ello por lo que escribí un libro. Es el mayor ejercicio de conciencia que he podido hacer sobre este viaje.
—¿Qué te han enseñado las dificultades y los momentos duros del pasado?
—Que toda profunda dificultad es también una profunda oportunidad de aprendizaje.
—¿Cuál es tu preocupación hoy? ¿Qué te quita el sueño?
—Hombre… En líneas más que generales, me preocupa la evolución de esta especie que somos y de este planeta en el que vivimos. Me 'descompone', literalmente, ver un telediario. Y luego, sí, también tengo de nuestras tonterías personales de preocupaciones.
—Lo que más aprecias.
—Mis seres.
—¿Tu mayor tesoro?
—Mi hija.
—¿Dirías que la maternidad ha sido la gran revolución de tu vida?
—No conozco dimensión mayor de amor y de responsabilidad.
—¿Cómo desconecta Silvia Abascal? ¿Dónde y cómo encuentras paz?
—En la naturaleza. En el campo, la montaña, una playa solitaria. En la meditación, la ausencia de ruido. En ver y escuchar una tormenta desde la cama. Frente a una chimenea, un vino, un buen libro...
—¿Cuál es tu momento vital?
—Uno de salud, amor, trabajo e ilusión. De valoración y agradecimiento a este hoy.