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Podemos afirmar que Máxima de Países Bajos es una de las royals que más actos oficiales protagoniza, ya sea de día como de noche. Esto nos ha permitido, a lo largo de los años, descubrir por completo su armario, siempre repleto de prendas innovadoras que no pasan desapercibidas. La mujer del rey Guillermo Alejandro adora sorprender con sus estilismos, en los que no faltan las superposiciones, los colores vibrantes, las aplicaciones y los estampados más inesperados, pero eso no significa que tenga que ir siempre de estreno, ni mucho menos. De hecho, es una de las reinas que más ropa recicla, y adora dar nuevas vidas a diseños que atesora desde hace incluso una década. Su último conjunto vuelve a dejar constancia de que se puede impactar tirando de fondo de armario, sin necesidad de gastar dinero.
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Anoche la Reina acudió en compañía de su suegra, la princesa Beatriz de Países Bajos, a un evento muy especial que tuvo lugar en Utrecht, un concierto que celebraba el aniversario del director Ton Koopman y la Orquesta y Coro Barroco de Ámsterdam en la sala TivoliVredenburg. Mientras que la madre del Rey quiso apostar por la elegancia atemporal con un conjunto de pantalón negro y chaqueta de terciopelo azul, su nuera se mantuvo fiel al maximalismo gracias a un vestido estampado que ya le habíamos visto anteriormente.
Se trata de una prenda de escote perkins, manga larga de estilo camisero con puños ceñidos, corte a la cintura y falda midi que aporta un toque divertido, diferente y llamativo gracias a los múltiples volantes asimétricos que la adornan. Por si estos ornamentos no fueran suficientes, el diseño está confeccionado, además, en un tejido de estampado puntillista en distintos tamaños y colores, un combo que aporta un efecto 'buena cara' al instante y no necesita grandes complementos para acaparar las miradas.
Sí al color en otoño
Con este look, Máxima dejó a un lado la teoría no escrita de los colores vibrantes y los estampados son para primavera y que que el otoño está reservado para los tonos apagados, neutros y sencillos. De hecho, nada mejor que animar un día gris mediante la 'colorterapia'. Concretamente, este vestido de Máxima está bautizado como Isa y firmado por la casa Saloni Lodha, que ha conquistado a otros rostros conocidos como Michelle Obama. Realizado en seda, está, evidentemente, totalmente agotado desde hace años, pero el diseñador, en vista del éxito que supuso esta prenda, la versionó en diferentes tonos y acabados, tiñendo los topos de dorado, aplicando lentejuelas, etc. El precio de todos rondaba entre los 710 y 755 euros.
A su llegada al evento, lo acompañó de un sencillo abrigo de paño negro para protegerse del frío, mismo color que teñía sus salones clásicos de puntera afilada y tacón fino, así como su cartera de mano. A pesar de que el vestido cuenta ya con una estética llamativa y potente de por sí y no necesitaría ningún accesorio, la Reina hizo gala de su marcado estilo y personalidad completando con unos maxipendientes de piedras rosas y transparentes en forma de lágrima.
En cuanto al look de belleza, dejó su melena suelta, peinada con raya al lado y aspecto muy natural, y ha abogado por intensificar su maquillaje, una opción ideal para un acto de noche como el que atendía. De esta manera, ha optado por un ahumado oscuro para sus ojos, colorete marcado y labial rosado.
La cuarta vez que se lo pone
La última vez que habíamos visto este diseño fue en mayo de 2019, cuando los Reyes protagonizaron un viaje oficial a Alemania. En aquella ocasión, lo combinó, de nuevo, con salones clásicos negros y bolsito de mano a juego, así como con unos pendientes extragrandes, pero no los mismos que llevó anoche. La principal diferencia fue que recogió su cabello en un sofisticado moño bajo con mechones ondulados. Anteriormente, Máxima se había puesto el vestido en enero de aquel mismo año y, unos meses antes, en octubre de 2018, cuando lo estrenó.