"Siempre supe que quería un trabajo creativo. Mi madre trabajaba como pintora, haciendo trampantojos y renovando frescos, cuando yo era niña. Así fue como comenzó mi pasión por el arte. Cuando tenía ocho años, mis padres se mudaron a Moscú, donde crecí y empecé a tomar clases de pintura, siendo muy joven", nos cuenta Malù dalla Piccola (Roma, 1994), a cuya fascinante vida nos deja asomarnos en este reportaje. Tras vivir casi diez años en Rusia, cursó estudios en Bellas Artes y Dirección Artística, en Londres y París. Hoy es una cotizada artista, que no deja a nadie indiferente. Su práctica incluye pintura, dibujo, instalación, escultura y performance. Experimenta con una amplia gama de materiales como resina, silicona, cobre, bronce, textiles y pigmentos naturales creados por ella misma. Y su obra se ha exhibido en Roma, Lisboa, Barcelona, París y Nueva York. Vive a caballo entre estas dos últimas ciudades, aunque es una viajera empedernida, otra de sus pasiones que comparte con la moda. Esta vez nos recibe en su palazzo de Roma, su pied-à-terre cuando está en Italia.
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—Malù, ¿por qué vives entre París y Nueva York?
—Primero me mudé a París para estudiar, me enamoré de la ciudad. ¡Ya llevo once años viviendo en París! Me mudé a Nueva York por la mejor razón: el amor. La vitalidad de la ciudad siempre me sorprende y su ritmo me llena de energía. Por otro lado, la belleza de París nunca deja de inspirarme. Las dos tienen las mejores escenas artísticas del mundo.
—Pero eres italiana. ¿A dónde sientes que perteneces?
—¿Cómo saber a dónde pertenecemos? Nací en el seno de una familia italiana, crecí en muchos lugares diferentes y formé mi carrera en París... Supongo que quiero seguir viajando y vivir donde sea que mi carrera o mi familia me lleven. De hecho, estaba pensando en mudarme a Nairobi un par de años. Estuve allí esta primavera y lo encontré como el lugar perfecto del mundo del arte para escapar; tiene una comunidad artística joven e inspiradora. Probablemente, acabaré en Italia eventualmente, pero no antes de explorar el mundo.
—¿Cómo describirías tu trabajo?
—Me gusta investigar temas como la memoria y el olvido, la fertilidad y el embarazo malogrado, el hogar y el exilio. Me gusta cuestionar los límites. Mi medio principal es la pintura, pero me estoy orientando hacia una práctica más conceptual que incluye instalaciones, escultura y performance. En mis pinturas, me gusta superponer polvo de mármol, como en los antiguos frescos romanos. Me gusta pensar que mis pinturas, o cualquier obra mía, realmente pueden convertirse en un poema visual, o en una invitación a entrar en un universo onírico, para acceder a un mundo diferente. Y eso podría, solo podría, ayudarnos a navegar mejor por el mundo 'real'.
Lectura y museos
—¿Dónde y cómo encuentras la inspiración?
—Leo mucho. Si tengo un bloqueo creativo, leer poesía o ir a un museo suele desbloquearme. Pero, generalmente, es trabajando todos los días cuando surge la mejor inspiración. También encuentro inspiración compartiendo pensamientos con otras personas. Realmente puede venir de cualquier parte: la naturaleza, un buen documental, un espectáculo, un grafiti en una pared...
—¿Y del mundo del arte?
—Hay bastantes artistas que me inspiran. La fallecida Rebecca Horn, en particular, su performance de extensión corporal uberstomer; los poemas de acción de Yoko Ono; los videos de juegos infantiles de Francis Alÿs; las resinas de Alina Szapocznikow; la investigación de Neri Oxman sobre ciencia de materiales y biología sintética; los tapices de Maria Lai; los frescos de Fra Angelico, en Florencia, y La Vecchia (1506) de Giorgione.
—¿Cuál es tu museo favorito en el mundo?
—La Fundación Beyeler (Riehen, Suiza). Combina grandes exposiciones, modernas y contemporáneas, con una arquitectura llena de luz y un hermoso parque. También tiene algunas de mis pinturas favoritas de Monet.
—El estudio de un artista es su 'santuario'. ¿Cómo es el tuyo?
—Me gusta crear un mundo acogedor en mi estudio. Es muy difícil encontrar un buen estudio de arte. Encontré uno en Harlem, Nueva York, que comparto con otro artista. Y tengo un estudio temporal en París que me encanta, con un jardín donde mis perros juegan.
—Cuando trabajas, ¿eres disciplinada, con una rutina, o te guía la inspiración?
—Trabajo mejor cuando tengo una rutina. Sin embargo, trato de adaptarme a la vida que elegí. Viajo mucho y, cuando lo hago, siempre llevo libros de investigación y algunos cuadernos de bocetos con acuarelas.
'La moda es una armadura'
—Estás conectada con el mundo de la moda. Colaboras con marcas de joyería y diseño en tu Instagram. ¿Eres una especie de 'influencer'?
—A los 16 años, tal vez como muchas chicas de esa edad, quería convertirme en diseñadora de moda. Siempre me ha gustado la moda, pero puede ser un mundo desagradable. Prefiero piezas que duren, en lugar de la moda rápida. Disfruto publicando sobre las tendencias que me inspiran. La moda es una armadura en la batalla por la autoexpresión.
—¿Cómo te gusta vestir? ¿Le prestas mucha atención a tus 'outfits'?
—Mi uniforme de todos los días es un mono de tela vaquera. Pero me encanta disfrazarme por la noche, especialmente, si voy a una fiesta.
—¿Tienes alguna prenda favorita, de la que nunca has querido desprenderte?
—Algunos vestidos antiguos del armario de mi abuela. Valoro, especialmente, un vestido largo de tafetán, en un rojo oscuro, que fue hecho a medida para ella.
—¿Cuál es tu debilidad en el vestir?
—Definitivamente, los zapatos, aunque termine usando siempre los mismos. Tengo demasiados, pero no puedo dejar de comprar más...
—A la hora de darte un capricho, ¿prefieres una obra de arte o un par de zapatos?
—Me gusta intercambiar obras de arte con otros artistas, si les gusta mi estilo. ¡Por el momento, mi armario está lleno! Supongo que siempre me gusta apoyar a un colega artista, si puedo, o ir a Charvet para comprar una camisa personalizada a medida. ¡O un par de zapatos innecesarios más! (risas).