Angelina Jolie acudió ayer viernes, 18 de octubre, al estreno de su nuevo proyecto cinematográfico en el Festival de Cine de Londres, encuentro en el que también se dejó ver Akala, el rapero británico con el que se la relaciona sentimentalmente. La intérprete fue seleccionada por el cineasta Pablo Larraín para ponerse en el papel de Maria Callas, la icónica soprano griega nacida en Estados Unidos. Un biopic que llega después de Jackie (la biografía de Jacqueline Kennedy que estuvo en manos de Natalie Portman y Lady Di, que fue llevada a cabo por Kristen Stewart). Trabajos nominados al Oscar que elevan las expectativas puestas en este último filme.
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Jolie asistió a la presentación sin pasar desapercibida en lo que a indumentaria se refiere. Mientras que en las demás proyecciones de Maria, celebradas en los certámenes del séptimo arte de Nueva York y Venecia, la actriz sucumbió ante el poder de los vestidos para reinar en la alfombra roja, recientemente, en Londres, ha abanderado el uso de la versión más clásica del esmoquin. ¿Quién dijo que la tradición resultaba aburrida? ¡Solo hay que saber defenderla!
La también empresaria estadounidense dejó claro por qué el dominio de la sastrería va en aumento. Se trata de una opción que mezcla funcionalidad, elegancia y glamour, elementos básicos para acaparar las miradas en un acto de masas. Una propuesta con la que buscarán experimentar aquellas que pretendan desatar habladurías sin rendirse ante los looks de invitada habituales. La filántropa se enfundó, para la ocasión, en un esmoquin tres piezas negro de la colección masculina de Dolce & Gabbana, idóneo para abrazar dentro y fuera de la oficina este Otoño/invierno 2024-2025.
Angelina Jolie escogió blazer con solapas en pico, chaleco con botonadura central y bolsillos y pantalón de corte recto con largo extremo. Conjunto que culminó con botas de tacón en piel con puntera cuadrada, cómoda tendencia que respira aires minimal. Alianza que, perfectamente, hubiese acogido la mítica cantante por su forma de entender la moda como una de las declaraciones de intenciones más absolutas.
La natural de Los Ángeles quiso añadir dosis de feminidad al estilismo a través de la joyería elegida. Fueron unos pendientes dorados de diamantes talla brillante engastados en rosetas en forma de estrellas pertenecientes a Buccellati los encargados de culminar el atuendo como se merecía.