Terminábamos la entrevista en el mismo instante en el que estas dos bellísimas sirenas ponían rumbo a París. Sí, sí. No les exagero nada, que nos contestaron con un pie ya en el avión. Ahora ustedes las acaban de ver en uno de los escenarios más imponentes y con más historia del planeta: a la sombra de la Torre Eiffel. Por primera vez, el tradicional desfile de delegaciones nacionales a pie de pista tomará el corazón de la ciudad que celebra los juegos, y el Sena se transformará en una colosal pasarela acuática de seis kilómetros de largo. Desde el puente de Austerlitz hasta Trocadero. Con todos los deportistas y atletas saludando al mundo desde las esloras de los bateaux mouches engalanados con banderolas blancas. Ahí, no hace falta que me lo juren, estaremos, ustedes y nosotros, cruzando los dedos para que ese nuevo protagonismo del agua sea premonitorio y les traiga mucha pero que mucha suerte a las chicas que les presentamos en estas páginas cuando, ya saben, con 'suerte' queremos decir 'medalla de oro'.
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Iris Tió y Alisa Ozhogina son nuestras representantes de natación artística. Cumplen por fin ese sueño tan difícil y tortuoso como es llegar a los Juegos Olímpicos. Pero no se crean, a este dúo de deportistas lo de soñar se les da de perlas. Son sus segundas olimpiadas y ahora llevan colgada al pecho la medalla de bronce del último Mundial, el de Doha, donde, a su vez, ya llevaban otra más de bronce, la del Mundial de Fukuoka. Son dos superwomen. Ambas se ríen tímidas y con cierto sonrojo cuando se lo decimos a bocajarro, pero lo son. Porque arriesgan. Mucho. Se juegan horas de sacrificio y disciplina en cuestión de milésimas de segundo. Y el fallo —Dios quiera no lo haya— puede ser una descoordinación de tan solo milímetros. Y eso sin olvidarnos de que todo lo hacen bajo el agua y el control mental y respiratorio es crucial. Perdón, vital.
Aprovechar el tiempo
Pero, para más inri, estas dos jóvenes del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat estudian Comunicación, tienen 'novietes'... y son normales. Sí, normales, cuando su vida es cualquier cosa menos normal. Eso, si no hay jueces de línea que digan lo contrario, es ya una hazaña. Y... para terminar: cómo les queda un bañador... No es una pregunta. Es un hecho. Ellas protagonizan nuestra moda de verano de esta semana, y si acaso no tenían ganas de ir a la playa (solo explicable si residen en Alaska), es verlas y no pensarse dos veces lo de coger toalla y bronceador.
—Sois superjóvenes, pero deportistas de élite, medallistas... ¿Cómo se concilia eso de tener amigos, novios, salir de 'marcha', de picotear... con tanta exigencia y... ¡una dieta!?
ALISA.—(Risas). Pues fíjate que una de las cosas que nos ha enseñado este deporte ha sido a tener capacidad de organización y de aprovechar el tiempo. Somos deportistas de élite, sí, pero antes somos personas. Salimos con nuestros amigos, con nuestras parejas, nos permitimos de vez en cuando tener una comida fuera... Pero siempre con cabeza. Sabiendo que somos lo que somos: deportistas profesionales.
IRIS.—Sabemos lo que tenemos que hacer para rendir bien. Pero también, para poder rendir al máximo, no solo tenemos que tener unos buenos hábitos, sino que debemos disfrutar. Disfrutar con los amigos y con la familia.
—¿Cómo es el mundo de la natación artística y la competición? Porque entiendo que debe de ser muy distinto ese momento de equilibrio y paz del mundo acuático y de la creación artística con la dureza del deporte y el estrés de ser las mejores...
A.—La 'sincro' es un deporte que requiere de un montón de cosas, como la flexibilidad, la fuerza, la agilidad, el oído musical, la capacidad de apnea... Es un deporte muy bonito, pero muy exigente. Entrenamos muchísimas horas, pero competimos entre tres y cinco veces al año. Competimos muy poco. Pero esas competiciones son algo increíble para nosotras. Las disfrutamos un montón, nos dan mucha motivación y adrenalina... Pero, sobre todo, al ser un deporte de equipo, también adquieres vínculos con la gente que te rodea, con tus compañeras; una unión que no estableces con nadie más. Ni siquiera con la gente de tu familia. Nosotras nos conocemos mejor entre nosotras que a nuestros padres.
I.—Llegar hasta aquí es un sueño hecho realidad, que no ha sido fácil. La comunicación entre las dos ha sido fundamental para lograrlo. Debutamos en Tokio y, desde entonces, hemos evolucionado mucho como dúo. Ahora, es casi como si tuviéramos una relación de pareja (risas), porque tenemos que hablarlo todo mucho, son muchísimas horas y nosotras, en realidad, somos muy distintas... Pero las dos tenemos un objetivo común y confiamos la una en la otra. Las alegrías y las tristezas, el cansancio y la energía, lo vivimos juntas.
—¿Quién de vosotras es el corazón y quién la cabeza?
A.—Las dos somos un poquito de cada cosa. Siempre hemos nadado con mucho corazón, pero hemos tenido que tener la cabeza bien amueblada, porque si no, no aguantaríamos.
I.—Tenemos diferentes cualidades, somos artísticas a nuestra manera y técnicas también a nuestro modo. Por eso nos compenetramos tanto y nos entendemos tanto también.
—¿Visualizáis ese momento de la medalla y el podio?
I.—Subir al podio es difícil, pero tampoco significa que, una vez que consigues la medalla, ya eres la mejor y siempre la medalla va a ser tuya. Es muy común en los deportistas pensar eso de 'si no mejoras, es que empeoras'. Y no es así. Nosotras somos conscientes de que cuando se gana es una gran satisfacción, pero que no se te tiene que subir a la cabeza.
A.—Y sabemos que no somos un equipo de fútbol (risas). Si se nos fuera un poco la cabeza, seríamos las primeras en bajarnos los humos la una a la otra…
—Decís que no se os sube el éxito a la cabeza, pero ¿obliga a renuncias? Las personas de vuestro entorno, ¿cómo llevan tanta dedicación al deporte?
I.—He tenido suerte, porque mis padres me han apoyado siempre en todo y quieren que sea feliz. Emocionalmente ha sido increíble.
A.—¡Y nuestras parejas, Iris! (Risas). La gente que nos quiere entiende que tenemos una vida muy dura. A sabiendas de eso, intentan incluso cambiar sus planes y adaptar sus vidas para poder estar con nosotras en los momentos que tenemos libres.
—¿Cómo es vuestra relación con la moda? El 'mix' sincro-moda siempre es una fantasía...
A.—(Risas). La verdad es que fuera del agua tenemos una forma de vestir muy diferente. Yo, la verdad, me considero bastante pija... (Risas).
I.—Yo ni siquiera soy pija (risas). Soy de ir cómoda y sencilla. No me gusta nada ser 'la extravagante'.