Clara Andrada-Vanderwilde está “a las puertas”, como ella misma dice, de convertirse en madre. La sevillana dará a luz en tres semanas a una niña, fruto de su matrimonio con Antonio Sainz Suelves, nieto de Victoria Eugenia Figueroa y Borbón, marquesa viuda de Tamarit. Su boda, celebrada hace dos años, fue un gran acontecimiento que reunió a la aristocracia y a la alta sociedad en la iglesia de San Juan Bautista, de Marchena. Apasionada de los caballos, a nuestra protagonista también le encanta la moda, algo que le toca muy de cerca, ya que sus primas Ángela y Blanca son las responsables de Vanderwilde, la firma de vestidos de invitada que combina la tradición andaluza con los diseños más modernos. Con mucha clase y pese a estar en la recta final de su embarazo, Clara posa, elegante y sofisticada, con creaciones muy versátiles para este verano.
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—Clara, ¿qué tal te encuentras?
—La verdad, no puedo quejarme en absoluto, he estado llevando prácticamente la misma vida durante todo el embarazo, salvo en el primer trimestre, que estaba un poco más cansada.
—¿Te hace ilusión que sea niña?
—En casa somos mayoría de niñas y quizás por eso yo estaba algo más inclinada hacia la niña, pero, aunque suene tópico, lo que realmente nos importa es que todo salga bien.
“Tuve una infancia atípica, en el campo. Mi hermana, Isabel, y yo llevábamos una vida bohemia: cuando salíamos del colegio, nuestro juego era montar a caballo por el jardín”
—Cuéntanos un poco de ti. ¿A qué te dedicas, qué estudiaste?
—Viví toda mi infancia en el campo, salvo los años que estuve en Estados Unidos y en Inglaterra para aprender inglés. Luego decidí estudiar ADE en Madrid, donde sigo viviendo, y trabajo en banca de inversión.
—¿Cómo fue esa infancia en el campo?
—¡Muy atípica! (Ríe). Si miro atrás, me doy cuenta de lo afortunada que he sido. Mi hermana, Isabel, y yo llevábamos una vida bohemia: cuando salíamos del colegio, nuestros juegos eran montar a caballo por el jardín y estar siempre rodeadas de animales. También disfrutábamos de las tardes en el estudio de mi madre, que es pintora de arte contemporáneo. Mi infancia ha estado marcada por la naturaleza y el arte.
—En 2022 celebraste tu boda. ¿Cuál es tu recuerdo más especial de ese día?
—Sin duda, entrar del brazo de mi padre, en una iglesia que es tan especial para nosotros, con un coro maravilloso y el sacerdote que nos ha acompañado toda la vida. Disfruté tanto cada momento de la Misa, que no quería que terminara. Acabamos de hacer dos años de casados y estoy feliz con mi marido.
—Tu vestido de novia recibió muchos elogios por su originalidad. ¿Cómo fue la elección?
—Fue una experiencia maravillosa, porque estuve en el proceso creativo, y el trabajo de Jan Taminiau es alta costura. Estuve acompañada por mi amiga Inés, mi prima Ángela y mi suegra, Victoria, y desde la primera cita tuvimos claro el estilo que iba a definirlo. Nos divertimos mucho en cada prueba y fue un auténtico aprendizaje ver trabajar a Jan y a todo su equipo, llevando la perfección al límite. Una de las características más distinguidas fue el bordado de flores hecho a mano, que luego ha servido de inspiración para muchas otras novias.
“Me gustan las prendas de calidad, con cortes clásicos. Las piezas buenas que duran toda la vida. Creo que mi estilo es natural y desenfadado”
—Como aficionada a los caballos, ¿has llegado a competir profesionalmente?
—Los caballos siempre han sido mi mayor pasión y he competido mucho durante toda mi vida, pero nunca me lo he planteado como profesión. Ahora, he tenido que parar durante el embarazo y estoy deseando retomarlo.
—¿Qué otras aficiones tienes?
—Me encantan el cine y el arte, también la decoración y todo lo relacionado con el arte de la mesa, que es algo que he heredado de mi familia. Mi tía Mara trae auténticos tesoros de Francia e Inglaterra para su tienda, Lemosin. En invierno, disfruto de las escapadas de esquí con mi marido.
—¿Siempre te ha gustado la moda? ¿Qué importancia le das?
—Siempre me ha gustado, creo que es un claro reflejo de la sociedad en la que vivimos. Le doy la importancia suficiente como para adaptarla a mi estilo y tratar de ir bien arreglada en el día a día.
—¿Cómo te gusta vestir?
—Me gustan las prendas de calidad, con cortes clásicos, las piezas buenas que duran toda la vida. Mi estilo es natural y desenfadado. Me gusta recurrir a mis prendas básicas, como blazers, austriacas o pantalones de pinzas y unos buenos zapatos. Para el día a día me encantan también las faldas y chaquetas de mi tía María (MB), con diseños de patrones antiguos.
—¿Tu estilo ha variado mucho con el embarazo?
—No, he tenido la suerte de poder usar mi ropa durante casi todo el embarazo, salvo un par de jeans adaptados que me he comprado para estos últimos meses.
—¿Quién es para ti un referente de estilo?
—Me encantan Beatrice Borromeo y Carlota Casiraghi. Carlota no solo por su belleza y estilo, sino porque me atrae mucho todo el movimiento filosófico que ha emprendido. Inés Domecq, como referente español. Y por supuesto, mis dos abuelas (Blanca de Rojas y Solís-Beaumont y María Francisca Borrajo de Peñalver), con su elegancia natural innata.
‘Mi reto de futuro’
—¿Tienes alguna prenda de la que nunca quieres desprenderte?
—Un traje negro de YSL, heredado de mi madre, que me puedo poner tanto para una cena de noche como para una boda.
“Me encanta el estilo de Beatrice Borromeo y Carlota Casiraghi. Mi referente español es Inés Domecq, y, por supuesto, mis dos abuelas, con su elegancia natural innata”
—Ahora que vas a ser madre, ¿qué valores quieres inculcar a tu hija?
—Básicamente, los mismos valores que me han inculcado a mí. Mi abuelo tenía un lema: “Dios, patria y familia”, y es lo que intentaré transmitir a mis hijos. Por supuesto, también que sean personas humildes, honestas, trabajadoras y leales.
—¿Qué tipo de madre te imaginas que vas a ser?
—Como todas las mujeres de hoy en día, que son unas luchadoras y consiguen compaginar vida profesional y personal. Ese va a ser mi reto en un futuro próximo.