“La vida está hecha para disfrutarla”, sostiene Belén Barnechea que, con su buena mano en la cocina, se dedica a hacer más dulce la vida de los demás. En verdad, la profesión de chef no era la primera opción de la joven peruana que, tras licenciarse en Marketing y Relaciones Públicas en Boston, se dedicó a mundos más prosaicos, como la publicidad en Nueva York y la comunicación y el sector inmobiliario en Madrid, donde vive desde 2017. El confinamiento fue clave para este giro sustancial: encerrada en casa, empezó a recrear las recetas de su infancia.
“No me considero ‘la repostera de la jet’, vendo mis tartas a todo tipo de personas”, señala Belén sobre el apelativo por el que se la conoce
Se alió con una buena amiga, la chilena Moira Laporta, y juntas fundaron Casa Manjar, una pastelería artesana a domicilio que, al poco de nacer, se ganó la vitola de servir las mejores tartas de Madrid. Emprendedora y enérgica, Belén compagina el trabajo empresarial con el cuidado de su hija Mafalda, de diez meses, nacida de su matrimonio con el aristócrata Martín Cabello de los Cobos —a su boda, celebrada en 2022 en Trujillo (Perú), asistieron sus íntimas amigas Alessandra de Osma e Isabelle Junot—. Ahora, se asoma a las líneas de ¡HOLA! y nos da la ‘dulce’ fórmula de su triunfo en las casas y restaurantes madrileños.
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© THE CREW—Belén, ¿cuál dirías que es el secreto de vuestro éxito?
—¡Gracias por lo del éxito! (ríe). En realidad, diría que son tres los secretos: el primero tener mucha paciencia. Si uno cree en su proyecto y trabaja mucho, las cosas llegan, muchas veces a un ritmo más lento del que nos gustaría, pero llegan. El segundo es esfuerzo. Se necesita muchísimo esfuerzo para poder emprender, es clave junto a la determinación. Y el tercero es rodearse del mejor equipo posible, gente que crea en tu proyecto igual que tú y que esté dispuesta a dar su 120 por 100.
—Al principio lo hacíais todo vosotras: cocinar, empaquetar, repartir… ¿Sigues cocinando tú misma las recetas? ¿Mantenéis el espíritu casero de los inicios?
—Hoy en día ya no cocino todo, pero sí lo superviso y lo pruebo. Siempre que sacamos algo nuevo o modifico una receta, soy yo la que lo prepara. La empresa seguirá teniendo siempre el espíritu casero, todo se prepara con el mayor amor posible.
—¿De dónde viene tu pasión por la repostería?
—Siempre he sido muy comilona. En mi casa, mi madre es muy dulcera y siempre había distintos postres en la mesa. Mi amor por el dulce es de toda la vida.
© THE CREW—¿Empezaste a preparar dulces como un hobby, en la cocina de tu abuela, en la de tu madre...?
—De niña, cocinaba dulces en la cocina de mis padres, en Lima, pero fue en el confinamiento, en la casa de mi marido, en donde decidí que iba a hacer un negocio de mi pasión.
—¿Cuál es tu especialidad? ¿Y lo que más demandan en Madrid?
—Creo que nuestra especialidad es el manjar (una crema dulce a base de leche). Por eso decidí llamarlo Casa Manjar. Todos nuestros postres tienen un toque latino y eso es lo que nos diferencia del resto. Los dos postres que más nos piden acá son la ‘torta’ de alfajor y la de chocolate.
“Mi amor por el dulce es de toda la vida. Mi madre es muy golosa, y en mi casa siempre había distintos postres en la mesa”
—Sassa de Osma, Isabelle Junot, algunas de las mujeres más admiradas e influyentes son embajadoras de Casa Manjar… ¿Realmente toman dulces?
—Tengo la suerte de que todas mis amigas son mi mayor apoyo. Desde que abrí Casa Manjar, en sus comidas y cenas siempre están mis postres.
—¿Cómo convences a los que dicen que el azúcar es veneno de que no es tan malo endulzarse la vida?
—No trato de convencer a nadie y hago lo que me gusta y lo que yo me comería. Creo que la vida está hecha para disfrutarla y la clave del éxito es tener un equilibrio. Una tarta de vez en cuando no te va a hacer daño.
“En cuestiones de moda, soy muy clásica. Me encantan los cortes rectos, la ropa antigua y los colores básicos. Con los accesorios sí que arriesgo, heredé de mi abuela materna la pasión por los zapatos y los bolsos”
© THE CREW—En tu día a día, ¿sigues algún tipo de dieta?
—No, cuando he hecho dietas he sido muy infeliz. Trato de hacer dos comidas al día y siempre como lo que me apetece.
—¿No tienes problemas para mantener la báscula a raya?
—Los he tenido toda mi vida (ríe de nuevo). Hasta que abrí Casa Manjar, y aprendí a equilibrar la comida con el deporte y el trabajo. Entreno cinco veces por semana, y trato de comer poco por la noche.
“No llego a todo. Es muy difícil ser la mejor mamá, la mejor mujer, la empresaria más exitosa, la más guapa... Trato de priorizar las cosas más importantes, y me concentro en eso para poder hacerlo bien”
—¿En casa, cocinas tú? ¿Qué sueles preparar?
—Me encanta cocinar comida peruana. Tengo varias recetas de mi abuela con las que me inspiro: causa, ají de gallina, lomo saltado, papa a la huancaína, cebiche...
—Tu ‘vicio’ gastronómico...
—Brownie o tarta de chocolate. Soy una loca del chocolate en cualquier presentación, realmente.
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© THE CREW—¿Que te llamen la ‘repostera de la jet’ te halaga, o todo lo contrario?
—¡Hum! Pregunta difícil. La verdad es que no me considero repostera de la jet, porque vendo mis tartas a todo tipo de personas en Madrid. El llegar a gente tan distinta es lo que me halaga. En el momento que empezamos a llegar a gente que no conocíamos, nos dimos cuenta de que algo estábamos haciendo bien: no nos compraban por hacernos el favor.
—¿Tienes pensado ampliar el negocio de alguna manera, traspasar la frontera del dulce a lo salado?
—Sí, a finales de este mes sacaremos unas quiches con un toque peruano. Estoy nerviosa, porque no sabía si quería incorporar salado al menú, pero creo que es el complemento perfecto para que la gente pueda hacer una merienda, y que todo sea hecho por nosotras.
“Toda mi vida he tenido problemas con la báscula. Cuando he hecho dietas he sido muy infeliz. Trato de hacer dos comidas al día, siempre como lo que me apetece y entreno cinco veces por semana”
—Haciendo un símil con la repostería, en cuestiones de moda, ¿eres golosa o más bien sobria?
—Soy muy clásica. Me encantan los cortes rectos y la ropa antigua. No soy muy de ‘colorinches’. Me visto siempre de colores básicos. Con los accesorios es donde arriesgo y quizás soy menos sobria; lamentablemente, heredé de mi abuela materna la pasión por los zapatos y los bolsos.
—Con una niña que pronto cumplirá un año y el negocio… ¿cómo llegas a todo? ¿Cómo te organizas?
—No llego a todo. Es muy difícil ser la mejor mamá, la mejor mujer, la empresaria más exitosa, la más guapa, la más delgada... Trato de priorizar las cosas más importantes o más urgentes, y me concentro en eso para poder hacerlo bien. Hoy en día, las mujeres tenemos mucha carga y mucha presión. Por el momento, gestiono Casa Manjar y estoy encima de ciertas cosas, pero tuve la suerte de encontrar gente maravillosa que entiende lo que es ser madre primeriza. Ellos asumen mucha responsabilidad sobre otras partes del negocio, y eso me ayuda a poder disfrutar al máximo de mi bebé.
“Mis amigas son mi mayor apoyo, en sus comidas y cenas siempre están mis postres”, admite sobre Isabelle Junot y Alessandra de Osma, las mejores embajadoras de su pastelería
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