No ha cumplido aún ni los 25, pero ya se ha colado por méritos propios en el ranking de los 20 mejores jinetes del país. Porque no acababa de aprender a andar cuando ya montaba a caballo. Inconscientemente, sin saber quién era la mítica Coco, el primer caballo de Carolina Villanueva se llamó como su apellido: ‘Chanel’. Y todo porque, sin levantar dos palmos del suelo, descubría la mítica insignia de la maison con las dos ‘C’ entrelazadas y entendía entonces que lo suyo iba más allá de ese binomio perfecto. Sumaba, obviamente, la misma letra una vez más: Carolina, Chanel y caballos. Lean cómo habla de estos animales y ni la famosa couturier de la Rue Cambon amaba así el double tweed o las perlas que la hicieron famosa.
—Carolina, ¿cómo y cuándo descubriste el mundo del caballo?
—Mi fascinación por el caballo y el mundo ecuestre empezó cuando apenas había cumplido los tres añitos. Muy cerca de nuestra casa, había una escuela ecuestre. Mi abuelita me llevó y me puso a lomos del caballo más alto que jamás he visto en mi vida. Fue subirme a él y mi vida cambió para siempre. Veinte años después, no lo cambiaría por nada.
—¿Y no te daba miedo?
—¿Miedo? ¡Los caballos son absolutamente increíbles! Respeto sí, pero miedo... ¿Por qué? Estos animales son impresionantemente inteligentes, cariñosos, leales y luchadores. Para el amante de este deporte, nuestros caballos son lo más importante de la vida... Después de nuestra familia, claro.
“Desde el primer día que me subí a un caballo y di el primer salto, supe que nada ni nadie podría igualar el sentimiento de libertad y de profundo amor que existe entre una amazona y su caballo”
—¿Cuándo ocurrió eso de que descubrieras que tu afición o tu amor al caballo podría ser tu profesión?
—Desde el primer día que me subí a un caballo y di el primer salto, supe que nada ni nadie podría igualar el sentimiento de libertad, de profundo amor, respeto y de compenetración que existe entre una amazona y su caballo.
Somos uno
—Entiendo que debe de ser muy distinto ese momento de equilibrio y simbiosis del jinete con el animal a lo que significa, después, la dureza del deporte o la competición, ¿no?
—Totalmente. En la competición, somos uno, tenemos que serlo. Cada salto, cada obstáculo es concentración plena. Tenacidad, equilibrio y, cómo no, muchísima valentía.
“Los seres humanos deberíamos aprender de los caballos. De su nobleza, de su empatía y compasión y, cómo no, de su fuerza y valor. Lo dan todo a cambio de nuestro cariño”
—¿Cómo se establece esa química con el caballo?
—No sé si sabías que los caballos son los animales más perceptivos. Incluso a nivel de respuestas emocionales son similares a los seres humanos. Por eso el vínculo que se establece entre la amazona y su caballo es algo increíblemente fuerte. Es hasta difícil de explicar.
—¿Cómo se llama tu caballo?
—Tengo varios. Voice es algo fuera de serie. Me conoce y lo conozco como si fuéramos uno. Le miro su carita y ya sé lo que está pensando. Beau tiene más carácter y se hace notar. Hay que hacer lo que él diga… pero es un auténtico privilegio poder montarle. Levisto es “más bueno que el pan”. Noble, trabajador, es increíble. Y, finalmente, Emotion, que es una yegua que está aprendiendo a saltar más alto. Una maravilla.
“Soy supercompetitiva, pero es una competitividad sana. Me gusta ganar, pero no por mí, sino por todos lo que me apoyan, empezando por mis caballos”
—He leído una entrevista tuya en la que decías que los caballos son mejores que muchísimas personas… ¿Era fruto de un desengaño personal o es que es cierto que los caballos son más nobles que las personas?
—Es la verdad. Los seres humanos deberíamos aprender de los caballos. De su nobleza, de su empatía y compasión y, cómo no, de su fuerza y valor. Lo dan todo a cambio de nuestro cariño y de nuestro amor.
—Además de tus logros en la equitación, estudias un doble grado en Derecho y Relaciones Internacionales y ¡tienes novio! ¿Cómo sacas tiempo para todo? ¿Es jinete como tú o nada que ver?
—Es muy difícil encontrar a alguien que entienda el mundo del caballo sin ser del mundo del caballo. Creo que, al igual que muchos otros deportistas, el sacrificio es increíble y poder tener a tu lado a alguien que sufre contigo los días menos buenos, que celebra las victorias, conduce horas y horas para verte competir y, sobre todo, que te apoya en silencio cuando las cosas no salen como uno quisiera… no es fácil. Yo he tenido la enorme suerte de encontrarlo.
—Y… ¿cómo es él? ¿Cómo os conocisteis? ¿Qué te enamoró de él?
—De Daniel me ha enamorado él en toda su totalidad. Saber que nos entendemos solo con la mirada, la complicidad que tenemos, las risas que nos echamos… Tener su apoyo es todo para mí.
— ¿A quién dedicas tus triunfos? Porque tus dedicatorias son muy especiales, lo haces levantando la mano y señalando al cielo…
—Cuando gano, levanto mi mano y señalo al cielo, le dedico la victoria a mi abuelita Marina, que falleció hace tres años. Ella adoraba a los caballos y se pasaba horas y horas viéndome entrenar. Nunca lo olvidaré. Es algo superespecial. ¿A quién le dedicaré la victoria? El día que compita en los Juegos Olímpicos… Bueno, qué te parece si lo dejo como sorpresa. Así, los lectores se acordarán de este momento.
“Cuando gano, levanto la mano, señalo al cielo y le dedico la victoria a mi abuelita, que falleció hace tres años. Ella adoraba los caballos y pasaba horas y horas viéndome entrenar”
—Dicen que lo importante es participar, pero tú quieres ganar, ¿no? Eres muy ambiciosa-competitiva?
—Si quieres saber la verdad, sí, lo soy. Súper. Pero es una competitividad sana. Me gusta ganar, pero por todos los que me apoyan, empezando por mis caballos, siguiendo con mi entrenador, mi jefe de cuadra y, sobre todo, por mis padres. A ellos se lo debo absolutamente todo. Mis victorias, pequeñas o grandes, se las debo a ellos.
—Que tu caballo se llamara ‘Chanel’… ¿Era una declaración de intenciones?
—Sabes que Coco Chanel y las dos iniciales entrelazadas conforman el símbolo emblemático que todos conocemos. Pues cuando la vi, puse mis brazos alrededor de ella y, al vernos, mi mamá dijo: “Chanel y Carolina”. Así es cómo empezó mi vida con los caballos y la moda.