“Estoy en un momento de mucha paz. Dios puso mi vida patas arriba para bien”, confiesa Casilda Finat, la aristócrata que lleva años enjoyando a las jóvenes de la alta sociedad. Hija de los condes de Mayalde, vizcondesa de Rías y heredera del ducado de Pastrana, título que ostenta su abuelo José Finat y de Bustos, Casilda es uno de los rostros destacados de la nobleza del siglo XXI y una de las empresarias de moda.
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“Mis hijos han convertido mi vida en una aventura fascinante. No hay nada que merezca más la pena que la familia”, desvela la empresaria, que hace seis meses fue madre por tercera vez
Casada con el sevillano Álvaro Martínez-Conradi, fue durante su etapa viviendo en la capital hispalense cuando creó su firma de joyas. Hoy, ya va por diez tiendas físicas repartidas por las principales ciudades de España. Emprendedora, carismática, trabajadora y madre de tres niños, es también una mujer de profundas convicciones religiosas. De hecho, admite que gracias al retiro ‘Seminario de vida en el Espíritu’, que hizo hace algún tiempo, “llené un vacío que tenía toda la vida y no entendía por qué. Es como si todo hubiese cobrado sentido”.
Casilda es, asimismo, todo un referente de estilo, una condición que, como la clase, lleva en los genes. El mundo de los focos no le es ajeno, puesto que ha ejercido de modelo en nuestras páginas en varias ocasiones, alguna junto a su hermana melliza, Ana, que además es su mano derecha en la empresa. Con una imparable trayectoria, gran parte de su éxito se debe a su legión de seguidores en Instagram, con los que comparte los acontecimientos de su día a día, a nivel personal —como el nacimiento de su tercer hijo, Juan, hace seis meses— y empresarial.
Tampoco pudo resistirse a mostrar el encuentro que, junto a otros 400 representantes de la nobleza, mantuvo el pasado 21 de marzo con Felipe VI, cuando el monarca presidió por primera vez la Asamblea de la Diputación de la Grandeza. “Era la primera vez que saludaba a Su Majestad y lo cierto es que me pareció encantador, aunque solo fuese un saludo. Me impactó su permanente sonrisa, amabilidad y educación con todos los que estuvimos allí”, nos dice.
De su reciente maternidad, la familia y su éxito como diseñadora hablamos con ella en este reportaje, en el que vuelve a ponerse ante la cámara con las tendencias más sofisticadas.
—Casilda, tres niños ya. He leído que ser madre era un sueño para ti...
—Antes de tener a mis hijos, era algo que me daba mucho miedo y vértigo; aunque siempre quise tener una familia, a medida que se acercaba el momento me iba dando bastante respeto, no sabía si sería capaz… Pero ahora puedo decir que desde mi niño el mayor hasta el tercero han sido una absoluta bendición y han convertido mi vida en una aventura fascinante. Animo a todos a que el miedo no los frene, no hay nada que merezca más la pena que la familia.
—¿Cómo te organizas y te repartes entre el trabajo, con tu propia empresa, y tus hijos?
—Me organizo regular y tiro para adelante haciendo todo regular. La sensación de que podría hacerlo mucho mejor y que me olvido de cosas es bastante constante, pero me pongo en manos de Dios para que él lleve mi vida y eso es algo muy liberador. Mi jornada laboral se acaba, generalmente, cuando recojo a mis hijos del colegio por la tarde y empieza la locura de deberes, extraescolares, baños y cena. Tengo mucha ayuda en casa, pero me gusta pasar tiempo con mis hijos.
“Me organizo regular y tiro para adelante haciendo todo regular. La sensación de que podría hacerlo mucho mejor es bastante constante”, confiesa sobre la conciliación de trabajo e hijos
—¿Tu marido también ayuda?
—Mi marido es un padrazo. El pobre trabaja muchísimo, pero se ocupa también un montón, sobre todo, de los mayores. Hacen juntos planes de campo y juega mucho con ellos. También le encanta recogerlos en el colegio cuando puede y llevarlos a merendar.
—¿Te gustaría tener una niña?
—La verdad es que nunca he tenido el anhelo de tener una niña. Tengo dos sobrinas que son como mis hijas y creo que por eso no es algo que eche de menos. Soy feliz con mi familia de chicos.
‘La casa patas arriba’
—Cuando empezaste, hace doce años y vendiendo las joyas en tu casa, ¿te imaginabas que ibas a llegar a donde estás hoy?
—A día de hoy, sigo sin entender cómo hemos llegado a todo esto. Cuando vendía en mi casa y, posteriormente, abrí la primera tienda, en Sevilla, porque no podía más de tener la casa patas arriba y recibir a gente, jamás pude imaginarme este tinglado de diez tiendas, que a menudo pienso que sobreviven por pura intervención divina. Han sido cruciales la ayuda de mi marido y de mi hermana.
—¿Cuál dirías que es la clave del éxito de tu marca?
—Creo que la clave es tener cosas bonitas y variedad, así como calidad a precios asequibles. Tengo clientas que llevan años siendo fieles. Las joyas nos hacen sentirnos guapas y especiales y eso es algo que engancha.
—¿Piensas seguir expandiendo el negocio?
—Ahora mismo, los planes pasan por un periodo de estabilización. Yo soy una inconsciente que abriría tiendas sin parar, pero, por suerte, tengo a mi marido que me pone los pies en la tierra y me frena un poco. Lleva la empresa prácticamente desde el principio, se ocupa de todos los temas financieros, laborales, papeleo y temas legales.
—Estás muy involucrada también en otro proyecto, Familia Anawim.
—Sí, Familia Anawim es una asociación privada de fieles de la Diócesis de Toledo. Es un proyecto precioso cuya intención principal es llevar a Dios a las personas más desfavorecidas, ya sea material o espiritualmente, así como ayudarles y acompañarles en problemas de adicciones, soledad, pobreza, traumas...
—Como creativa, ¿sueles seguir las tendencias, las adaptas a tu estilo o te consideras una innovadora?
—Diría que un término medio. Me guío mucho por mi gusto y mi intuición, pero creo que es importante también ver un poco qué es lo que la moda y los clientes demandan en cada momento.
—Y a la hora de vestir, ¿tienes en cuenta las tendencias o las reinterpretas?
—A la hora de vestir sí que no tengo en cuenta las tendencias. Me aburro rápidamente de un estilo concreto y me gusta cambiar y reinventarme. Es, más que nada, porque me aburre la monotonía.
“Nunca he anhelado tener una niña. Tengo dos sobrinas que son como mis hijas y creo que por eso no lo echo de menos. Soy feliz con mi familia de chicos”
—¿Cuáles son tus colores, tus prendas fetiche?
—Tengo especial fijación por los abrigos y las chaquetas. Y de colores cualquiera, me gusta ir cambiando y me atrevo con todos.
—¿Alguna vez te das un capricho de moda, con algún complemento o pieza de diseñador?
—La verdad es que no suelo.
—Como nieta y heredera del ducado de Pastrana, además de vizcondesa de Rías, ¿qué implican para ti esos títulos?
—Es una herencia familiar muy bonita de la que me siento orgullosa y que supone, de alguna forma, un legado familiar que te une a tus antepasados y hace que no olvides la historia de tu familia.
“Como creativa, me guío mucho por mi gusto y mi intuición, pero creo que es importante también ver un poco qué es lo que la moda y los clientes demandan”