Cada noche, se mete en la piel de la menor de las hermanas Lasierra y entra en nuestro salón. Porque la actriz de Un Paso Adelante , de Los Serrano, Tierra de Lobos y El Chiringuito de Pepe ha vuelto a la televisión con un protagonista en el prime time , síntoma de que las cosas comienzan a cambiar. Por fin, efectivamente, hay historias con mujeres porque “las mujeres contamos”, nos dice la actriz que confiesa haber nacido feminista. “Yo no me he hecho, salí así”. Y queda mucho por hacer, ojo, pero 4 estrellas , la serie diaria de La Primera, es la prueba de que la guerra por un papel, cuando se han superado los 25, tal y como denunciaba ya Bette Davis hace un siglo, está a punto de ganarse. Aunque eso a ella, como mujer real, le vaya a costar la vida… Porque Dafne Fernández no es solo actriz. También es madre y también es esposa.
¿Cómo ser todo eso y no morir en el intento? Y ¿cómo permitirse flaquear? Sí, flaquear. Porque no se tiene por qué ser una superwoman todo el rato… Ahora, ¿cómo permitírtelo sin caer en la más oscura y fangosa de las culpas? Eso es lo difícil. Quizás ella tenga la receta. Se lo preguntamos porque la otrora bailarina tuvo el coraje de alzar la voz. De hablar. Cuando por tabú social o por la dictadura de lo políticamente correcto, o porque nadie se había atrevido a desmitificar la felicidad maternal, todo el mundo callaba. Dafne, al principio, pensó que se había metido en un berenjenal sin venir a cuento. Luego se dio cuenta de que, oye, que sí, que convertirte en madreno significa que todo sea de color de rosa, tampoco que no haya momentos en los que ni te reconozcas y que el espejo te devuelva una sombra de ti misma. Así, en metáfora y en síntesis.
Pero vayamos por partes. Cómo compatibiliza Dafne alfombras rojascon horas infernales de grabación y una casa y un marido y dos pequeñajos. “No lo sé, no tengo ni idea pero, al final, llegas. Las mujeres creo que tenemos esa capacidad. Eso sí, nadie nos quita que tengamos la sensación de que nunca llegamos a nada. Mi foco está en el trabajo y en mis hijos. Y como mi marido, al ser también artista y saber que nuestro trabajo va y viene y que nunca se sabe, puedo sumergirme al 100% en la serie gracias a él. Pero porque está él. Sobre todo, porque está él”. Y damos fe. Este reportaje cuenta con su punto de vista. La están contemplando a través de la cámara y los ojos de Mario Chavarría. Y sí, confirmamos, es una belleza. “Nadie me saca más guapa”, nos reconoce, no sin tampoco soltarle una indirecta maliciosa. “Aunque... en casa del herrero, cuchillo de palo. Nunca me hace fotos. Hoy, gracias a ¡HOLA!, tengo estas instantáneas preciosas que algún día verán mis hijos. Entonces, podrán decir: ‘¡Qué guay mi madre. Y mi padre, ¡jo!, estaba detrás’”.
“La maternidad me ha hecho entender un poco más de qué va la vida. Hoy me siento más madura”, confiesa Dafne
Dafne y Mario forman un tándem perfecto. Quizás porque él descubre en ella cosas que solo ven aquellos que bien la conocen. Más allá en este caso. Porque ustedes la están viendo a través quien la ama. “Aparte de que haya amor y de que haya respeto entre nosotros, Mario es mi casa. Es mi hogar. El ser compañeros de vida y que cada uno sume y aporte es lo más maravilloso del mundo. Que si uno está mal, el otro te levante, te sujete, te apoye... Eso es todo”. Y es envidiable para los que lo vemos desde fuera, pero un alivio para el que está dentro de la ecuación. Les explico: ser actriz y estar eternamente juzgada por todo y por todos, desde el público que te aplaude al director de casting que te da trabajo, es de un desasosiego atroz, ¿no les parece? Así qu,e ¿cómo no desear tener una antena a tierra, que te mitigue al menos esa inseguridad? “Son gajes de la profesión . Ahora tengo un buen momento, pero he tenido malos ¿sabes? Y Mario tiene esa capacidad de, de repente, el problema más gordo reducirlo a algo abarcable. No le quita importancia, solo que, gracias a él, ya no ves una montaña infranqueable”.
El viaje de ser madre
Quién le iba a decir a Dafne que esa montaña podría ser su propio cuerpo. Pues sí, lo fue. La maternidad, hoy, le ha hecho “entender un poco más de qué va la vida. Me enseñó lo que es el amor y lo que es el miedo y a poner en perspectiva todo. Hoy me siento mucho más madura emocionalmente. Tengo la sensación de que se han caído muchas fichas…”. Ajá, pero “¿hubo un momento en que te sentiste invisible?”, le preguntamos y Dafne se explica. Porque el titular le asustó. Después, con una lectura sosegada de sus palabras en negro sobre blanco, se reconcilió. Y que la respuesta de la audiencia fue abrumadora. “Tú no sabes la cantidad de mujeres que me han hecho llegar un mensaje de agradecimiento por lo que dije. La maternidad es un viaje y yo pensaba que mi camino estaba siendo peculiar, porque no me sentía tan feliz como todo el mundo decía que se sentía en las revistas. Dije: ‘¿Tengo un problema? ¿Por qué no soy feliz? ¿Por qué estoy triste? ¿Por qué me siento sola? ¿Por qué soy invisible?’”.
“El cambio que se produce en ti cuando te conviertes en madre es físico, es real. No es una percepción”, asegura la actriz
—En el sentido de ¿no sentirte atractiva o sexy?
—No, de haber perdido mi identidad. De no saber quién era. De “mis 24 horas son para este ser y nadie me agradece nada porque es mi obligación”. Y una vez que hablas de esto, ves que todas las mujeres recorremos caminos parecidos. Si esto lo lee una mujer, quiero transmitirle este mensaje: que no le pasa nada malo ni raro. Que es normal sentirse así. Que lo están haciendo bien. Que no se juzguen. Que se escuchen. Y que se tomen también un descanso para ellas mismas. Creo que es necesario. La maternidad es un golpe de realidad. Pero como nadie te lo dice, te desubicas y empiezas a cuestionarte.
“Aparte del amor y el respeto, Mario es mi hogar. Él es mi casa. Es mi compañero de vida”, cuenta la actriz
Sin hablar del shock de los cambios corporales y el shock de los hormonales y el shock de “¿me he hecho mayor?”. “¿Sabes que esos cambios cambian la masa cerebral? —nos interpela Dafne—. Es muy heavy, pero ocurre, pero nadie lo sabe porque, a pesar de que las mujeres seamos la mitad de la población, como que no importa. El cambio es físico, es real. No es una percepción”.
Su cuerpo, su templo
Y ocurre además que, viéndola, como espectador, con su metro ochenta de altura y esa belleza angelical, uno se hace de cruces con que haya vivido lo que les relatamos a continuación: “Lo que veía en el espejo era cero deseable. Cero apetecible… Me sentía como alimento solo para un bebé. Porque yo nunca me he sentido ‘sexy’ tampoco. Ni cuando era superjoven… Pero lo que me estaba pasando era algo identitario, había dejado de ser yo. Había entrado en un limbo en el que ni la ropa te cabe, en el que todo te duele… Y el espejo te lo enseña”.
“La maternidad es un golpe de realidad. Es duro. Pero como nadie te lo dice, te desubicas y empiezas a cuestionarte a ti misma todo el rato. ¿Lo estaré haciendo bien?”
—¿Y ahora, Dafne?
—Ahora, me siento mucho más madura. En ese proceso, he crecido. Estoy contenta. Mejor dicho, estoy más contenta. Tanto, que ya no me pongo ningún filtro en redes, cuando antes no podía ni enseñar un grano. Me siento mejor con mi cuerpo. Lo admiro, te prometo. Por todo lo que ha hecho por mí. Me ha dado dos bebés. Es mi templo. Y lo amo.
Ellos son Jon y Alex, falta un puñado de años para decidir nada, pero el “¿qué quieres ser de mayor?” ya es una pregunta recurrente que puede tener una temida respuesta: artista. “Si tienen talento, porque al final la cabra tira al monte, les apoyaré en todo. Yo solo pienso en dejarles una casa para que, por lo menos, tengan eso… En esta profesión, la economía (risas) es una angustia constante, continua. Si puedo darles eso, ya estaré feliz. Por lo demás, encantada con que sigan mis pasos. Mi trabajo es lo que más me gusta en el mundo. Me encanta. Aunque ganara la lotería… Yo seguiría siendo actriz”.