Su boda en el palacio de Liria, el 1 de octubre de 2016, fue todo un acontecimiento social. Aquella mañana de otoño, Adriana Marín se convertía en duquesa de Aliaga al contraer matrimonio con el mayor de los nueve nietos de la duquesa de Alba, Luis Martínez de Irujo , primogénito de Alfonso Martínez de Irujo, duque de Híjar, y de María de Hohenlohe. Sin embargo, Adriana, discreta y alejada del foco mediático, es la más desconocida de los Alba. Hoy se asoma a las páginas de ¡HOLA!, en las que de manera excepcional posa como una modelo y nos habla de su fascinante trabajo como responsable de los departamentos de Pintura Antigua y Siglo XIX de Christie’s Madrid, la casa de subastas en la que comenzó hace casi doce años. Licenciada en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de la Sorbona, en París, Adriana, además, forma parte desde 2019 del Patronato del Museo Universidad de Navarra.
—De la joven aristocracia, eres una de las más discretas y apenas se sabe nada de ti… ¿Cómo te definirías en pocas palabras?
—Supongo que una cosa es cómo me veo yo y otra cómo me ven los demás. Y, quizá, a mitad de camino esté la verdad. Me divierte pensar en esta frase de Borges: “Vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó”.
—¿Te gusta la moda, te interesan las nuevas tendencias…?
—Me encanta la moda y la entiendo como una forma de expresión. Me gusta estar al día y saber qué es lo que está ocurriendo, pero no suelo seguir mucho las tendencias. Lo que más me divierte es encontrar nuevos talentos, nuevos creadores y marcas investigando a través de plataformas de venta online.
—¿Sueles pedirle consejo a tu cuñada, Inés Domecq?, ¿dirías que tienes en ella a una gran aliada de estilo?
—Inés, por supuesto, es un referente y no solamente de estilo, ya que la admiro por muchísimas otras cosas, como lo trabajadora y constante que es; no hay nada que se le interponga en su camino.
“Me encanta la moda y la entiendo como una forma de expresión. Lo que más me divierte es encontrar nuevos talentos investigando a través de plataformas de venta online”
—¿Cómo te gusta vestir?¿Cómo definirías tu estilo?
—No sabría definirlo en una palabra, pero en cuanto veo algo, tengo claro si es para mí o no. Atesoro piezas de mi madre e incluso de mi abuela que son importantes para mí, sobre todo, por el vínculo afectivo; me encanta pensar en las segundas oportunidades, es algo que siempre me ha atraído por la historia que cuentan, todo lo que hay detrás es lo que las hace especiales. Me encantaría que mis hijas también utilizaran las cosas que hereden de mí y que así el círculo continúe.
Tocar el arte
—Desde hace once años, te ocupas de Pintura Antigua y Siglo XIX en Christie’s en Madrid. ¿Cómo es un día en tu trabajo?
—Efectivamente, llevo casi doce años, aunque parece que fue ayer. La oficina, que se encuentra en la calle Serrano 110, abrió hace más de 40 años y desde ella cubrimos toda la actividad de los clientes en nuestro país, desde aquellos interesados en vender a aquellos que simplemente quieren comprar y necesitan ayuda o asesoramiento en la gestión. Llevamos a cabo valoraciones de todo tipo de obras de arte, bien para venta o bien para seguro, y siempre en base al mercado internacional, ya que es donde realizamos todas nuestras subastas, que tienen lugar en las sedes de Londres, París, Nueva York, Ginebra o Hong Kong, entre otros sitios. El día a día de mi trabajo es muy variado, no hay uno igual.
“Inés (Domecq) es un referente y no solamente de estilo. La admiro por muchísimas otras cosas, como lo trabajadora y constante que es; no hay nada que se le interponga en su camino”, dice sobre su cuñada
—¿Qué es lo que te apasiona de tu trabajo?
—La gente a la que he conocido, desde coleccionistas a conservadores de museos; es una suerte poder tratar con personas que comparten la misma pasión que tú y aprender constantemente de esas conversaciones y encuentros. También formo parte del Patronato del Museo Universidad de Navarra, que me llena de orgullo por la labor fundamental que hace el museo de difusión e investigación. Me siento afortunada de trabajar con clientes y colecciones importantes y de ver todo tipo de piezas y objetos. Además, es un privilegio poder estar tan cerca de las obras de arte, ya que para poder valorarlas primero es necesario estudiarlas, entenderlas, y para eso hay que manipularlas y tocarlas, por ejemplo, para ver los reversos de los cuadros, que cuentan muchas historias, y así establecer una relación única con ese objeto en particular.
“El día a día de mi trabajo es muy variado, no hay uno igual. Me siento afortunada de trabajar con clientes y colecciones importantes y de ver todo tipo de piezas”, afirma Adriana, responsable de Pintura Antigua y Siglo XIX en Christie’s Madrid
—Y de tu departamento, en concreto, ¿qué destacarías de la pintura antigua española, qué importancia se le da en el mercado internacional?
—España es un país con una gran tradición de arte y coleccionismo y contamos con grandes talentos artísticos que han sido fundamentales para la historia del arte, no solamente en el plano de la Pintura Antigua, sino del Arte en general. Figuras como Velázquez, El Greco, Zurbarán, Goya o Murillo han sido claves y han influido en generaciones posteriores, ya que no se entiende la modernidad sin muchos de estos artistas. En cuanto al mercado internacional, hoy en día tenemos un mercado global y en mi opinión los coleccionistas no distinguen por categorías, sino por calidad. Prueba de ello es que en nuestras subastas siempre que tenemos ocasión incluimos obras de artistas españoles, como por ejemplo en la pasada venta de Pintura Antigua de Londres, el pasado mes de julio, en la que contábamos con una obra de El Greco de una calidad absoluta.
—Habrás vivido un sinfín de anécdotas relacionadas con subastas o ventas de arte…
—Todavía recuerdo cuando, en marzo de 2019, visité nuestra sede de King Street, en Londres, y celebrábamos la subasta de la colección de George Michael: sus canciones sonaban a todo volumen una y otra vez y te contagiabas de una sensación casi eléctrica. Pensé: “¡No hay nada que no podamos hacer!” A lo largo de estos años, subastar las colecciones emblemáticas de personajes icónicos, como la de Paul Allen, cofundador de Microsoft, y contribuir con ellas a hacer historia me parece una sensación difícil de igualar. En septiembre sacaremos a subasta la colección de Charlie Watts bajo el título Gentleman, Collector, Rolling Stone. Watts es un gran ídolo para muchas generaciones. Lo cierto es que sí hemos vivido muchas anécdotas especiales a lo largo de todos estos años, pero la confidencialidad es uno de los pilares fundamentales de nuestro trabajo.
—¿Cuál es la situación más extraña a la que te has tenido que enfrentar?
—Depende de lo que califiques por extraño (risas). Es cierto que tenemos subastas muy distintas y vendemos todo tipo de objetos, y esto incluye meteoritos, esqueletos de dinosaurios e incluso máquinas Enigma de la Segunda Guerra Mundial. Por la oficina han pasado piezas de lo más curiosas.
—¿Y la más emocionante?
—Para mí siempre es emocionante que una de las piezas con las que hemos estado trabajando acabe en la colección de un museo para el disfrute de todos los ciudadanos. Formar parte de ese proceso y gestionar esa venta es algo muy especial. Además, a lo largo de mi carrera he podido constatar varios redescubrimientos de obras perdidas y ese hecho, muy poco frecuente, te hace seguir creyendo que todo es posible si se tiene el conocimiento y la perseverancia de buscar, y, sobre todo, de seguir soñando.
“Tenemos subastas muy distintas y vendemos todo tipo de objetos, y esto incluye meteoritos, esqueletos de dinosaurios e incluso máquinas Enigma de la Segunda Guerra Mundial”
—¿Cuál es la venta más importante en la que has participado últimamente?
—Al hilo de los redescubrimientos que mencionaba, una venta muy importante ha sido la llevada a cabo en nuestro departamento de Pintura Antigua el pasado julio en nuestra sede de King Street, Londres. Tras más de 200 años sin salir a la luz formando parte de la misma colección en Reino Unido, se redescubrieron una pareja de retratos pintados por Rembrandt en 1635, probablemente los únicos en manos privadas que permanecen juntos. Casualmente la última vez que estas obras salieron al mercado fue en una subasta de Christie’s en 1824. Las obras se vendieron por 11.2 millones de libras esterlinas, frente a una estimación de 5-8 millones de libras esterlinas. Christie’s tiene el récord para el artista al vender en 2009 la obra Portrait of a Man with Arms Akimbo por £20,201,250. Además, en 2016 facilitamos una de las ventas privadas más importantes de la historia con dos obras maestras de Rembrandt vendidas al Museo Louvre y al Rijksmuseum respectivamente.
—¿Cómo han influido las nuevas tecnologías en vuestra forma de trabajar y vender arte?
—Lo cierto es que las nuevas tecnologías han influido muchísimo tanto en nuestra forma de trabajar, como en la de vender arte. Hemos invertido en nuevas herramientas tecnológicas que facilitan la experiencia a nuestros clientes, tales como tours virtuales de nuestras exposiciones o un Zoom que permite ampliar las obras para verlas con altísima calidad, incluso los reversos de los cuadros. También disponemos de una aplicación que en el caso de las joyas te permite hasta probártelas. Nuestros catálogos son prácticamente digitales y es que toda esta inversión en tecnología también está en línea con un objetivo fundamental de la empresa para reducir la huella de carbono. Además, muchas de nuestras subastas han pasado a ser online; antes de la pandemia solamente un 30% lo eran y el 70% restantes eran presenciales, pero ahora es prácticamente al contrario. Esto ha permitido incorporar a compradores nuevos de edades comprendidas entre los 23 y los 38 años a los que no teníamos acceso.
“Atesoro piezas de mi madre e incluso de mi abuela, sobre todo, por el vínculo afectivo. Me encantaría que mis hijas también utilizaran las cosas que hereden de mí”
—¿Qué opinas del arte digital y la fiebre de los NFT? ¿El mundo del coleccionismo va a cambiar y se va a ver afectado por este nuevo concepto de arte?
—El arte digital existe desde hace años, pero es cierto que cobró una gran relevancia cuando desde Christie’s vendimos en marzo de 2021 el NFT Everydays: The First 5000 days realizado por el artista Beeple, ya que alcanzó la cifra récord de 69.3 millones de dólares. Sin embargo, aquel boom vivido entonces quizás estuvo más relacionado con el boom de las criptomonedas, ya que no representa el mercado actual. No todos los NFT tienen por qué valer muchísimo, lo importante es el contenido; las siglas simplemente hacen referencia al medio (Non Fungible Token), pero este medio no es nada si no va acompañado de contenido, ya que todo, literalmente cualquier cosa, puede registrarse con la tecnología blockchain. El reto que se plantea es generar arte interesante a través de este nuevo soporte desmaterializado. En mi opinión, por supuesto que es algo que perdurará, los artistas utilizarán este nuevo formato para reflexionar y ser críticos con su entorno y la época que les ha tocado vivir. En cuanto al coleccionismo, ya lo está cambiando porque ha sido capaz de democratizar mucho el mercado, con obras a precios muy asequibles, y a acercado el mundo del arte a coleccionistas muy jóvenes que venían de otras plataformas como pueden ser el gaming.
—Como experta en arte, ¿estás creando también tu propia colección?
—Coleccionar no sé si es la palabra adecuada en mi caso, me produce mucho respeto. Es cierto que me gusta seguir las subastas, ir a galerías, conocer a artistas nuevos y seguir el progreso de otros que ya conozco, como por ejemplo Álex Guijarro del que tenemos alguna fotografía. Además de la pasión que me inculcó mi madre, es importante dedicarle tiempo y estudiar y una cosa te acaba llevando a la otra. En nuestra casa todas las obras tienen una relación especial con nosotros y están ahí por algo, desde una lounge chair de los Eames que veía siempre en casa de mi abuelo y que se remonta a mis recuerdos más especiales de la infancia, hasta un cuadro pintado por mi abuela cuando fue copista del Prado. Volvemos al círculo que mencionaba antes y a las segundas oportunidades. Como decía Rockefeller, cuya colección vendimos hace unos años, no poseemos las obras, sino que éstas nos acompañan solamente unos años para seguir después su camino. Nosotros solamente somos unos meros custodios.
“Tenemos dos hijas, de cinco y tres años, y es cierto que supone un reto la organización, pero mi marido y yo somos un equipo y nos complementamos muy bien”
—Como miembro de la familia Alba, te sentirás una privilegiada al poder disfrutar de su extensa colección de arte.
—Veo la colección con gran admiración por el respeto con el que la familia ha tratado siempre el patrimonio y la labor que han hecho de conservación. El compromiso que tienen hacia la cultura resulta un ejemplo y, como historiadora del arte, disfruto muchísimo de todas las anécdotas que hay detrás de cada cuadro, de cada mueble y objeto.
—¿Cuál es tu pieza o piezas favoritas de la colección?
—En general, la colección es muy especial y destaca, además, en su conjunto, pero, dedicándome a la pintura antigua española y siendo Goya uno de los artistas por los que siento devoción, diría que el retrato de la duquesa de Alba vestida de blanco es una obra que siempre me hipnotiza.
—Tienes dos niñas pequeñas, ¿cómo haces para conciliar con tu trabajo fuera de casa, con los viajes…?
—Tenemos dos hijas, de cinco y tres años, y también una perra a la que adoramos, y es cierto que supone un reto la organización, pero mi marido y yo somos un equipo y nos complementamos muy bien. Además, la tecnología ha facilitado mucho la flexibilidad permitiendo trabajar desde distintos sitios y eso para una familia es una gran ayuda.