“Isabel Preysler es una verdadera mujer Herrera: audaz, segura y elegante”. Nos lo decía, y con conocimiento de causa, Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, el joven diseñador que está al frente de la Casa desde 2018 y que no sólo trazó el majestuoso traje de inspiración Grace Kelly con el que Tamara se ha dado su ansiado sí quiero con Íñigo Onieva, sino que también es el hombre que está detrás de su vestido, el que eligió Isabel Preysler para el gran día de su hija. Pero el de Illinois añadía algo más a su descripción de esta mujer paradigma de la elegancia en España. “Es extremadamente amable. Dulce y muy graciosa”. Y todo eso está en su vestido. En el estampado, el tejido y el patrón. Porque Gordon ha puesto en valor con su diseño ese lado romántico, sensible y delicado de Isabel, pero también ha sacado a la luz ese espíritu festivo que, a veces, se nos olvida. Incluso, a su propia hija. ¿O es que acaso no recuerdan cuando Tamara se quedaba ojiplática ante las revelaciones que le hacía la gran dama de la moda neoyorquina sobre su madre y el mítico Studio 54? Sucedía en un memorable capítulo de su reality, en “La Marquesa”. Tamara e Isabel llegaban a la Gran Manzana para contemplar desde el front row la colección prefall 2021 de Carolina Herrera New York y, sentada al lado de Carolina Adriana Herrera, su madre, la veterana y célebre modista, le regalaba un labial y le redescubría con absoluta ternura y una mirada nostálgica y picantona lo que ella e Isabel habían vivido juntas, allá cuando las bolas plateadas eran el único totem al que se adoraba hasta la extenuación. “Tu madre y yo nos hemos divertido como unas locas y hemos bailado hasta las cinco de la mañana”. La cara de Tamara era un poema y su reflexión, una genialidad: “Yo las veo tan elegantes y tan peripuestas que no me las imagino dándolo todo”.El modelo con el que pudimos admirar una vez más a Isabel Preysler en la ceremonia y la gran fiesta de Tamara en El Rincón es un compendio de maravillosas contraposiciones: liviano pero sofisticado; elegante pero alegre; sugerente, pero refinado. Un vestido que refleja casi milimétricamente ese espíritu divertido y vibrante de la apuesta que hizo Wes Gordon en el Hotel Plaza con su colección Primavera Verano 2023 de la que Tamara e Isabel, sabemos gracias al diseñador, quedaron enamoradas. También respira de ese aire revival de los 80’s cuando, como contábamos Carolina Herrera, vestía a media platea de aquel templo de la música disco e Isabel ocupaba las portadas de todas las revistas y encabeza los rankings como la mujer más elegante. Juega con la sensualidad y la feminidad, con sus hombros al descubierto, sus clavículas perfectas y doradas… Y, por supuesto, comparte esa gama cromática intrépida y atrevida, que sorprendió hace menos de un año a los críticos de las moda.“Tamara e Isabel habían visto ‘el look’ en nuestro desfile Primavera Verano 2023 y se habían quedado prendadas de él. A partir de ahí, fue un proceso a tres. Tamara y yo queríamos asegurarnos de que Isabel se sintiera lo mejor y más favorecida posible”, nos contaba en exclusiva el director creativo del grupo Carolina Herrera, además de diseñador del sello de costura Carolina Herrera New York, al que pertenece tanto el vestido de Tamara como el de Isabel. Éste último, en palabras de Gordon, nos lo describe así: “es una obra de arte con las peonías pintada a mano” sobre un fondo “amarillo taxi donde resaltan aún más si cabe flores las color rosa brillante”.Pero ¿qué fue lo que pudieron ver en ese desfile? Un jardín. “Un jardín secreto”, el cuento escrito por Frances Hodgson Burnett convertido, en las manos de Wes Gordon, en alarde de color y “joie de vivre” con campos de flores sobre yardas de organzas y crepes de seda. Y con esas piezas, Gordon construyó el mecano de la felicidad hecha colección: volúmenes increíbles que huían del minimalismo, faldas capa, mangas globo, amplias aberturas que dejaban ver la piel de las modelos, sensuales, románticas… Y una paleta de colores casi caleidoscópica con combinaciones extraordinarias e inusuales. Ahí estaba el vestido de Isabel Preysler. Al menos, el germen de lo que, tamizado por su personalidad y su exquisito gusto, pudimos ver en la boda de Tamara.
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“Isabel Preysler es una verdadera mujer Herrera: audaz, segura y elegante”. Nos lo decía, y con conocimiento de causa, Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, el joven diseñador que está al frente de la Casa desde 2018 y que no sólo trazó el majestuoso traje de corte regio con el que Tamara se ha dado su ansiado ‘sí, quiero’ con Íñigo Onieva, sino que también es el hombre que está detrás de su vestido, el que eligió Isabel Preysler para el gran día de su hija. Pero el de Illinois añadía algo más a su descripción de esta mujer paradigma de la elegancia en España. “Es extremadamente amable. Dulce y muy graciosa”.
Y todo eso está en su vestido. En el estampado, el tejido y el patrón. Porque Gordon ha puesto en valor con su diseño ese lado romántico, sensible y delicado de Isabel, pero también ha sacado a la luz ese espíritu festivo que, a veces, se nos olvida. Incluso, a su propia hija y que sin embargo, la convirtieron en un icono sexy de los 80s. ¿O es que acaso no recuerdan cuando Tamara se quedaba ojiplática ante las revelaciones que le hacía la gran dama de la moda neoyorquina sobre su madre y el mítico Studio 54? Sucedía en un memorable capítulo de su reality, en La Marquesa. Tamara e Isabel llegaban a la Gran Manzana para contemplar desde el front row la colección prefall 2021 de Carolina Herrera New York y, sentada al lado de Carolina Herrera, su madre, la veterana y célebre modista, le regalaba un labial y le redescubría con absoluta ternura y una mirada nostálgica y picantona lo que ella e Isabel habían vivido juntas, allá cuando las bolas plateadas eran el único totem al que se adoraba hasta la extenuación. “Tu madre y yo nos hemos divertido como unas locas y hemos bailado hasta las cinco de la mañana”. La cara de Tamara era un poema y su reflexión, una genialidad: “Yo las veo tan elegantes y tan peripuestas que no me las imagino dándolo todo”.
El modelo con el que pudimos admirar una vez más a Isabel Preysler en la ceremonia y la gran fiesta de Tamara en El Rincón es un compendio de maravillosas contraposiciones: liviano pero sofisticado; elegante pero alegre; sugerente, pero refinado. Un vestido que refleja casi milimétricamente ese espíritu divertido y vibrante de la apuesta que hizo Wes Gordon en el Hotel Plaza con su colección Primavera Verano 2023 de la que Tamara e Isabel, sabemos gracias al diseñador, quedaron enamoradas. También respira de ese aire revival de los 80’s cuando, como contábamos Carolina Herrera, vestía a media platea de aquel templo de la música disco e Isabel ocupaba las portadas de todas las revistas y encabeza los rankings como la mujer más elegante. Juega con la sensualidad y la feminidad, con sus hombros al descubierto, sus clavículas perfectas y doradas… Y, por supuesto, comparte esa gama cromática intrépida y atrevida, que sorprendió hace menos de un año a los críticos de las moda.
“Tamara e Isabel habían visto ‘el look’ en nuestro desfile Primavera Verano 2023 y se habían quedado prendadas de él. A partir de ahí, fue un proceso a tres. Tamara y yo queríamos asegurarnos de que Isabel se sintiera lo mejor y más favorecida posible”, nos contaba en exclusiva el director creativo del grupo Carolina Herrera, además de diseñador del sello de costura Carolina Herrera New York, al que pertenece tanto el vestido de Tamara como el de Isabel. Éste último, en palabras de Gordon, nos lo describe así: “es una obra de arte con las peonías pintada a mano” sobre un fondo “amarillo taxi donde resaltan aún más si cabe flores las color rosa brillante”.
Pero ¿qué fue lo que pudieron ver en ese desfile? Un jardín. “Un jardín secreto”, el cuento escrito por Frances Hodgson Burnett convertido, en las manos de Wes Gordon, en alarde de color y joie de vivre con campos de flores sobre yardas de organzas y crepes de seda. Y con esas piezas, Gordon construyó el mecano de la felicidad hecha colección: volúmenes increíbles que huían del minimalismo, faldas capa, mangas globo, amplias aberturas que dejaban ver la piel de las modelos, sensuales, románticas… Y una paleta de colores casi caleidoscópica con combinaciones extraordinarias e inusuales. Ahí estaba el vestido de Isabel Preysler, que completó su look con unos pendientes de oro rosa con kuncita, turmalina rosa, cuarzo y diamantes talla brillante, y un anillo en oro rosa con amatista talla pera y diamantes talla brillante. Todo de Rabat.
El vestido conjuga, con aire nuevo, dos propuestas diferentes como punto de partida. De una, precisamente, el estadounidense ha recreado el estampado. De la otra, el tejido y el patrón. Con un organza de seda súper ligera, Gordon ha dibujado una elegante silueta con cuello halter, que permite ver los hombros y las fabulosas clavículas de Preysler, y que se remata con una flor del mismo tejido en el pecho. Incluye unas mangas globo, a mitad del antebrazo hasta la muñeca, una capelina en la espalda, y se completa con una falda capa cortada al biés. De manera que nos encontramos ante un modelo exclusivo de la ya de por sí exclusiva colección de Carolina Herrera Nueva York. “Fue un honor tener la oportunidad de trabajar con Tamara y su familia. Me siento muy afortunado porque Tamara e Isabel confiaran en nosotros en este día tan importante”, nos contaba Gordon sobre su creación que, desde esta semana, forma parte ya de la Historia de la Moda de nuestro país.