Victorio & Lucchino es un nombre clave en la historia de la moda española. Sus diseños de colores vibrantes, gasas vaporosas y sutiles volantes son inconfundibles. Sus creadores, José Víctor y José Luis, son una de las parejas más estables del mundo de la moda, tanto en lo personal como en lo profesional. ¿El secreto de su éxito? El respeto y la admiración mutua que se profesan. Su pasión por el trabajo hace que vayan hilando sus sueños, sus diseños y su vida, puntada a puntada, con mimo y sin prisa, poniendo ilusión y profesionalidad en cada uno de sus proyectos.
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Hoy nos presentan su nueva colección en un entorno mágico para ellos, el Museo Victorio & Lucchino, ubicado en el antiguo convento de Santa Clara en Palma del Río (Córdoba), un edificio del siglo XV, delicadamente rehabilitado y restaurado, que acoge las piezas más icónicas de la firma.
—¿Qué nos trae V&L para esta primavera?
—Una colección hiperfemenina, con una paleta de colores muy vibrantes, impregnada de una explosión de vida, con volúmenes y propuestas muy nuevas, sin abandonar nuestro espíritu. El tejido estrella es la gasa natural por su carácter de seducción, que envuelve el cuerpo con femineidad y movimiento.
“Somos vasos comunicantes, nos admiramos y respetamos mutuamente y compartimos nuestras tareas de trabajo por igual”, dicen sobre el secreto de la buena relación que mantienen
—Desde hace más de 40 años, son los impulsores de la moda de inspiración flamenca. ¿Cómo creen que ha evolucionado?
—Nos sentimos satisfechos de haber sido los impulsores del vestido entallado con los volantes bajando. A partir de entonces, el traje de flamenca ha evolucionado mucho. Hoy en día, hay un movimiento de creación enorme.
—¿Ha sido complicado crear desde Sevilla para el mundo? ¿Se han planteado en algún momento mudarse a otra ciudad?
—Nunca nos lo hemos planteado, aunque hemos tenido varias propuestas. La primera fue cuando, tras presentar nuestra primera colección en Nueva York, que fue todo un éxito, un agente de Los Ángeles nos ofreció quedarnos allí para trabajar. Otra de las propuestas surgió tras la muerte de Moschino, en 1994. Su productor vino desde Italia a Sevilla para ofrecernos la dirección creativa de la marca. Pero siempre hemos pensado que solo vamos a vivir una vez y queremos que sea en Sevilla... Y desde aquí intentar llegar al mundo.
—¿Un diseño suyo muy flamenco que no olvidan?
—El volante de caracola, que fue admitido como nueva creación en el Registro Industrial de Patentes, que no admitía nada en moda desde la creación del bies.
—¿Qué les ayudó a darse a conocer a nivel internacional?
—Tener un estilo propio.
—Actualmente, en el mundo de la moda, ¿qué se valora más?
—En los momentos en los que vivimos, la tendencia es valorar más lo artesano, un estilo propio y un buen hacer.
“Hemos trabajado para el cine, el teatro y la danza, pero nos falta hacer una ópera, y si fuese Carmen, mejor”
—Son una de las parejas de diseñadores más sólidas. ¿Cómo se dividen el trabajo?
—Somos vasos comunicantes, nos admiramos y respetamos mutuamente y compartimos nuestras tareas de trabajo por igual, consensuando el uno con el otro.
“Una profesión asesina”
—¿Cómo fueron sus comienzos?
—Felices. Comenzamos con una gran ilusión y una gran inconsciencia, sin darnos cuenta de que entrábamos en un mundo apasionante, pero, a la vez, en una profesión asesina, como decía el maestro Balenciaga.
—Comparten vida profesional y personal. ¿Cuál es el secreto después de tantos años?
—Ser muy profesionales en nuestro trabajo, queriendo comunicarlo y exteriorizarlo a todo el mundo, pero sabiendo diferenciar a Victorio & Lucchino de José Víctor y José Luis.
—No todos los diseñadores tienen el privilegio de tener un museo propio. ¿Cuál es el rincón más especial de este museo?
—Desde luego, somos los primeros diseñadores vivos que tienen un museo propio. Para nosotros, la sala de novias tiene un halo especial, pero también la sala de proyecciones, donde se pueden ver los desfiles de toda nuestra trayectoria profesional. Tiene un carácter muy didáctico y emocionante para nosotros.
—¿Algún sueño especial que les quede por cumplir?
—Hemos trabajado para el cine, el teatro y la danza, pero nos falta hacer una ópera, y si fuese Carmen, mejor.