Aquella asistente que quería cambiar el mundo haciendo periodismo político, y que acabó siendo la mano derecha de una déspota directora de una revista de moda, nos llegó directa al corazón en la inolvidable película El Diablo viste de Prada (2006). La asistente era una joven Anne Hathaway , y la egocéntrica directora, Meryl Streep. La película fue un éxito y un punto de inflexión en la relación que nuestra protagonista tenía con la moda. Como su personaje en el film, la actriz nunca tuvo un gran interés en las tendencias , ni los desfiles, pero, a partir de ese momento, la alfombra roja se convirtió para Anne Hathaway en todo un desafío. Poco a poco, se ha hecho habitual de los front rows, musa de las grandes firmas y, en los últimos años, toda una inspiración ante los flashes .
La pasión por la actuación la heredó de su madre y desde muy joven supo que lo suyo era la interpretación. Siendo una adolescente, debutó en televisión con pequeños papeles en varias sitcom. Pero no fue hasta 2001 cuando su rostro saltó a la popularidad con el papel protagonista de Princesa por sorpresa, una producción de Disney que arrasó entonces entre el público infantil y que no pasó desapercibida para directores y crítica, ya que, a partir de ese trabajo, empezó a enlazar unos proyectos con otros. Sin embargo, no conseguía quitarse la etiqueta de ‘buena chica’ y hasta su participación en Brokeback Mountain (2005) no se consolidó en papeles de adulta. En estos primeros años, Anne apenas salía de estilismos muy casual, con jeans acampanados, tacones y blazers o blusas oversize, y si se enfundaba en algún vestido, no lograba alejarse de un cierto halo de cursilería y cierta sensualidad mal entendida.
Elegante y cool. sin miedo a arriesgar y abanderada del color, el new look de Anne Hathaway deslumbra al mundo
En 2006 Anne se metió en la piel de Andy Sachs, la ingenua pero espabilada asistente de la editora de moda Miranda Priestly en El Diablo viste de Prada , y la transformación que experimentó su personaje en el filme, de alguna manera, fue el embrión de la propia transformación de Anne Hathaway en la vida real. Vestida de los mejores, la asistente llegó a enamorarse de su nuevo estilo, de lo que sentía enfundada en un Chanel… Pero ese flechazo no fue unidireccional, pues las grandes firmas de moda también se rindieron a esta joven actrizcon un ‘algo’ especial y la invitaron a ser parte de su mundo. Valentino se convirtió en una de sus firmas de cabecera, y su gran aliada sobre la alfombra roja. Envuelta en espectaculares diseños largos, en rojo, y, más tarde, en fucsia, de la casa italiana, Anne se ganaba el aplauso general y subía puestos en el ranking de actrices mejor vestidas del planeta. Sin embargo, en su evolución, ha habido otros nombres definitivos. Quizás el más determinante, el de la estilista Erin Walsh, quien ha creado, a dúo con la actriz, el flamante estilo del que hace gala desde los últimos cinco años.
Encontrar su estilo le ha llevado años. ahora se mueve con soltura entre lo sofisticado y lo sexy
Siluetas lápiz, minivestidos, diseños asimétricos, escotes, capas, abrigos y chaquetas sastre, junto con impecables accesorios, como bolsos icónicos, o joya, y taconazos en forma de salones, sandalias y plataformas, visten el new look de una actriz que quiere llevar la moda a su terreno, para ser algo más que una mujer ‘bien vestida’. Hay intención y hay actitud. Y es que el temperamento de Anne no es conformista, ella es de intentarlo las veces que haga falta y eso, tanto en el cine como en la moda, es garantía de éxito. Ese afán de superación, y un talento que nadie le niega, fue lo que le llevó a ganar un Óscar en 2013, por su papel de Fantine en Los Miserables. En aquel entonces llevaba el cabello corto y, para recoger la estatuilla, eligió un modelo blanco roto de su firma de cabecera, Valentino.
Hoy su abanico de posibilidades es enorme: Louis Vuitton, Prada, Miu Miu, Balmain, Versace, Armani, Bvlgari, Prabal Gurung… Nuestra protagonista se mueve con soltura entre las firmas de lujo del diseño, y estas, encantadas de formar parte de su armario, ya que, sobre el estilizado cuerpo de Anne, saben que serán el blanco de todas las miradas. Estilísticamente hablando, la actriz es el mejor ejemplo de que ‘tiempos pasados nunca fueron mejores’. A sus cuarenta años, está en su mejor momento, aunque con una personalidad como la suya, quizás volvamos a decir esto dentro de otros veinte años.