Michell Roxana Castellanos nació en una pequeña ciudad en Venezuela, donde se graduó en dos carreras, Ingeniería de Producción y Administración. Al terminar sus estudios universitarios, se fue a Malta a estudiar inglés y, en ese momento, con veinticinco años, la llamaron para participar en Miss Earth Venezuela, un concurso que cambiaría el rumbo de su vida. Desafortunadamente, un día antes de llegar a su país natal tuvo un accidente y se lesionó una pierna, pero tenía tantas ganas de concursar que se subió a los tacones y terminó ganando.
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A partir de ahí, viajó mucho por México y Filipinas, donde consiguió muchos éxitos profesionales y no paró hasta la llegada de la pandemia. En este parón, obligado por la covid, se lanzó a escribir un libro educativo para niños sobre temas medioambientales, fundó su asociación benéfica a favor de niños de Venezuela y, ahora, está a punto de lanzar un nuevo libro. Ella es una mujer muy guapa, muy reflexiva, que ama los retos y luchar para conseguir sí o sí lo que quiere.
“He creado Mia Foundation, en Venezuela, donde proporcionamos educación a los niños. Siempre hay que poner un granito de arena y dejar el mundo mejor de como lo encontramos”
Ahora, la encontramos en la maravillosa isla de Mykonos, en Grecia, donde veranea en Collini Villas, un lujoso lugar con impresionantes vistas que simbolizan la esencia de la isla, con su estructura de terrazas blancas hacia al mar y sus piscinas, donde contemplar los colores del cielo y el mar, que mutan según las horas del día, desde un azul intenso a un naranja dorado o un rosa fucsia cuando baja el sol. Michell posa con las prendas más cool: las lentejuelas, de Ermanno Scervino; los vestidos transparentes de encaje, de Philosophy; los shorts y tops metálicos y de lunares, de Collini Milano… Porque Mykonos es una isla donde, al calor del sol, domina la alegría de la gran vida nocturna.
—Michell, fuiste elegida Miss Earth Venezuela en dos mil diecinueve y lo hiciste con la pierna lesionada, ¿qué te pasó?
—No me lo pensé dos veces, porque era una gran oportunidad. Antes de irme a Venezuela pasé por Miami a hacer mis maletas y tuve un accidente de moto. Un día antes de viajar, iba en la Vespa que tenía y un camión se atravesó en mi camino, me caí y me llevaron a urgencias. Revisaron que todo estuviera bien y, al final, salí de allí en silla de ruedas y con muletas… y así me fui al concurso. Fue muy cómico, pero quería hacerlo. En el casting me preguntaron qué había sucedido, se lo conté y me dijeron que, si tenía la capacidad de hacerlo, me dejaban participar. Lo tomé como un reto e intenté ponerme tacones, porque no quería salir diferente a las otras chicas, pero, claro, el pie se me inflamaba. Hasta que un día me pidieron un justificante que dijera que estaba bien o no podría seguir.
—Y lograste la corona.
—Seguí adelante con el concurso. La noche final fue sorprendente, después de todos los esfuerzos, estaba solamente centrada en que debía llevar tacones y bajar unas escaleras y para mí fue todo un reto porque el pie se me desestabilizaba. Cuando terminó la noche, ya ni pensaba en la corona, solo en quitarme los zapatos del dolor que tenía.
“Cuando me llamaron para Miss Earth Venezuela, no me lo pensé dos veces. Un día antes de ir, tuve un accidente y me lesioné la pierna, pero seguí adelante. Cuando terminó, ya ni pensaba en la corona, solo en quitarme los zapatos”
—Y ahí empezaste tu carrera.
—Luego me fui a Filipinas y fue un sueño, algo mágico. A la gente de allí le encantan los concursos de belleza e, igual que en Venezuela, conocen todas las candidatas. Me pasó algo increíble, fui a un municipio que se llama Loreto y tenían un póster de cuando fui seleccionada como candidata a Miss Earth Venezuela. Me contaron que habían seguido mi trayectoria y me nombraron hija adoptiva. Me llamó muchísimo la atención que ellos viven entre montañas de basura y no sabían cómo solucionar este tema, así que pensé que tenía que hacer algo.
“Llegó la pandemia y empecé a escribir libros para los niños, ya que ellos son nuestro futuro y necesitarán el conocimiento para prevenir muchas cosas”
—¿Cómo?
—Llegó la pandemia y empecé a escribir libros para los niños, ya que ellos son nuestro futuro y necesitarán el conocimiento para prevenir muchas cosas. Fue otro reto escribir para los niños, ya que hay que conocer su psicología, tienes que hacerlo divertido, hacerlo una aventura y, a la vez, que tengan una enseñanza.
—¿Cuál es la trama del libro?
—El libro comienza con una niña llamada Michell que tiene el poder de escuchar a la Madre Tierra sobre lo que ella necesita. El primer libro fue sobre la tala de arboles, cómo afecta al medio ambiente y cómo podemos prevenirlo. Un año después, escribí un segundo libro que tiene mucho que ver con lo que pasó con la covid.
—Y creaste también una fundación, ¿qué tipo de ayuda dais a la gente?
—He creado mi fundación, que se llama Mia Foundation, en Venezuela, donde proporcionamos educación para los niños, libros, hacemos escuelas, ayudamos a los abuelos… Siempre hay que poner un granito de arena y dejar el mundo mejor de como lo encontramos. Esta es mi meta en mi país, donde me duele.