Aventureras, alegres y dos mujeres de raza como dos gotas de agua. Así son Raquel Revuelta y su hija, Claudia Ula, que posan para ¡HOLA! al más puro estilo Thelma y Louise. Y es que ellas son, además de madre e hija, dos grandes amigas que están cada día más unidas y que se enfrentan a la vida con coraje y una sonrisa. La empresaria no puede evitar llenarse de orgullo cuando habla de la mayor de sus tres hijos, en la que, en muchos aspectos, se ve reflejada, aunque, en su caso, Claudia no ha seguido la senda de la moda, estudió un doble grado de Administración y Dirección de Empresas en inglés, se dedica al mundo de la publicidad y el marketing , sin dejar de lado su pasión por la música. Con ellas hemos hablado de sus próximos retos, de sus papeles de madre e hija, de sus viajes más divertidos, sus respectivas trayectorias y sus sueños.
—Raquel, se ve que estáis muy unidas. Además de madre e hija, ¿sois como mejores amigas?
—Pues sí, tenemos una relación muy bonita, muy estrecha y de mucha complicidad, pero sí que es cierto que sabemos cuáles son nuestros papeles y dónde están los límites.
—¿Cómo te definirías como madre?
—Quizás soy excesivamente protectora y creo que, como en todo en la vida, en el punto medio está la virtud, pero no siempre me sale bien por un exceso de protección y eso que mis hijos ya son mayores. Me cuesta trabajo comprender que ya no son los niños pequeños de antes, pero bueno, estoy aprendiendo...la cuestión es tener voluntad para ir adaptándote como madre a cada etapa de la vida.
—¿Cuántos años tienen ya tus hijos?
—Nicolás, que es el pequeño, ya tiene veinte, Miguel Ángel tiene veinticuatro y Claudia, veintiséis.
“Claudia es una mujer bellísima en todos los aspectos. En el físico, nos ha salido muy bien a su padre y a mí, pero luego tiene unos sentimientos maravillosos, es una mujer serena, madura, con talento y brillante”
—Están ya encarrilados, como se dice.
—Efectivamente, pero bueno, también son edades en que tienes que tomar decisiones y hemos pasado por momentos muy difíciles todos, en particular ellos, y entonces, hay que estar más pendiente incluso. Yo considero que las madres siempre estamos pendientes de los hijos. Mi madre tiene 84 años y está al día y quiere estar al día de todo lo que nos ocurre y ya no solamente con sus hijos, sino también con sus nietos.
—¿Cómo están tus hijos después de la pérdida de su padre?
—No me gusta hablar de este tema por respeto a ellos, porque son muy prudentes en este sentido, pero sí te diré que están echándolo muchísimo de menos…, aprendiendo a vivir con ello.
—Claudia y tú os parecéis muchísimo físicamente, ¿en la forma de ser también?
—Yo me reconozco mucho en ella por esas ganas de comerse la vida. Es una mujer muy vital, tiene mucho talento y una formación maravillosa. En muchos aspectos, nos parecemos y en otros, a su padre o a nadie, porque es ella la que ha desarrollado esa manera de ser, pero sí, somos mujeres responsables, muy vitales y muy disfrutonas en todos los campos de la vida...nos encanta comer, viajar, pasar ratos divertidos, somos muy familiares y muy amigas de nuestros amigos.
—¿A ella le gusta la moda como a ti?
—Le gusta, pero no le encantó como para dedicarse a ello. Vaya por delante que, como es mi hija, no soy objetiva, pero me parece que es una mujer bellísima en todos los aspectos. En el físico nos ha salido muy bien a su padre y a mí, pero luego tiene unos sentimientos maravillosos desde el punto de vista emocional, es muy equilibrada, una mujer serena, madura, con talento y brillante en sus estudios. Siempre ha ido brillando y por donde pasa es una mujer que va dejando huella. Yo me siento muy orgullosa de ella y luego el talento que tiene, cómo canta...entonces es muy polifacética y le cuesta centrarse en una faceta solo.
—Ahora que tus hijos son más independientes, tú tendrás más tiempo para ti y para tu trabajo.
—Sí, y ahora estoy muy contenta porque acabo de llevar por primera vez a Madrid el Salón Internacional de la Moda Flamenca, una feria de las más importantes que se llevan a cabo en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla y que llevo organizando desde hace veintisiete años. Es tremenda la expectación que logra despertar un traje regional. Nuestro reto también es la evolución natural de la moda flamenca, que es la moda de inspiración flamenca, que la estamos viendo en los diseñadores internacionales y que si existiera la moda de denominación de origen, lo reclamaríamos. Son nuestra seña de identidad, los volantes, los lunares, los flecos, los bordados, los encajes…
“Después del padre de mis hijos, cuando nos divorciamos, tenía clarísimo que no me volvería a casar y, sin embargo, ahora no lo tengo tan claro”, dice Raquel, que mantiene una relación con el ejecutivo Luis García
—Tu agencia cumple treinta años ahora.
—Así es, Doble Erre. Y más que doble erre podríamos decir que “erre que erre”, porque hemos atravesado varias crisis que yo pensé que no íbamos a poder resistir, pero aquí seguimos, con más ganas y más ilusión que nunca, te puedes imaginar.
—De ti ha sacado tu hija lo de ser tan polifacética porque todo lo que te has propuesto lo has hecho.
—Claro, yo tampoco puedo parar, para mí la vida tiene sentido cuando se llena de contenido bonito y tengo la inmensa fortuna de trabajar en algo que me apasiona, que mi vida gira en torno al sur normalmente, hemos sacado una revista, que es la única que existe en el mercado de moda flamenca y de inspiración y este año la hemos sacado online. Te puedes imaginar, yo feliz. Sí que es verdad que hemos pasado penurias como todos los empresarios y como todos en general, pero mi empresa me ha dado más satisfacciones que otra cosa, me ha permitido desarrollarme como profesional y como persona y hacer cosas muy bonitas, que han trascendido mucho, y eso es un orgullo también.
—¿En el plano personal cómo te encuentras?
—La verdad es que estoy atravesando un momento muy dulce en mi vida.
—Se te ve muy bien con Luis García, ¿te casarías en un futuro?
—Pues no sé. Sí que te soy sincera y, después del padre de mis hijos, cuando nos divorciamos, tenía clarísimo que no me volvería a casar nunca más y, sin embargo, ahora te diría que no lo tengo tan claro.
—La vida da muchas vueltas y te acabas sorprendiendo a ti misma.
—No lo sé. Pero sí que es verdad que antes tenía una postura rotunda y ahora, pues no lo tengo tan claro. (ríe)
—¿Qué sueños te quedan por cumplir, Raquel? Con todo lo que has conseguido, ¿dónde te gustaría llegar?
—Pues mira, una de mis vocaciones desde siempre fue pintar. Mi padre, que es neurocirujano, es muy hábil con sus manos y pinta muy bien y a mí siempre me gustó. Me encantaría estudiar la carrera de Bellas Artes y, cuando sea muy mayor, pues dedicarme a eso. Cuando ya pase mi etapa de empresaria, dedicarme a hacer algo relacionado con el arte. Recientemente he estado recibiendo clases de cerámica y he pintado toda mi vida, aunque llevo años sin hacerlo. No sé, cada vez es un deseo más recurrente en mi cabecita, ¡así que peligro, yo soy un peligro!
Habla Claudia
—¿Qué significa tu madre para ti?
— Mi madre siempre ha sido mi referente en todo, en trabajo, en belleza, en la manera de disfrutar y, sobre todo, de organizarse, porque es súper empresaria, pero también súper emprendedora y súper madre. Siempre he admirado mucho la capacidad que tiene para llegar a todo, entonces es mi referente en la vida.
—A veces parece que las madres hacen magia para llegar a todo.
—Sí, además alucino porque cuanto más voy creciendo, más me doy cuenta de las responsabilidades que tiene y cada vez la voy entendiendo más, aunque me cueste mucho reconocerlo porque yo no he sido una niña muy fácil. Ella siempre me decía lo típico de “cuando crezcas te vas a dar cuenta de todo”… y me estoy dando cuenta de algunas cosas.
—¿Cuál es la mejor lección que te ha dado?
—Me ha dado muchas lecciones, a veces, incluso sin quererlo, simplemente actuando, pero quizás la más importante es que hay que trabajarse el futuro, que hay que currar por lo que quieres hacer en la vida porque las cosas no te llegan de la nada y que para estar orgullosa de ti misma y sentirte realizada hay que trabajar, tener ilusiones y luchar por ellas hasta donde se pueda.
—Tú que has vivido fuera, que trabajas, que te mueves…, ¿te ha costado quitarte el cartel de ‘hija de’?
— No sé cómo lo ha hecho mi madre y también entiendo que tampoco es una persona súper conocida, que hubo un momento en su vida en que podría haberlo sido, pero decidió apostar por su empresa, por la vida de empresaria y a nosotros tres no nos ha pesado la fama de mi madre, de hecho, no hemos sido muy conscientes hasta que ya fuimos un poquito más mayores de quién era nuestra madre y de lo que era en España. Es cierto que sí lo he pasado algo peor años atrás, cuando estaba intentando hacerme un hueco en la música. Siempre decía que yo era Claudia Jiménez y nunca decía mi segundo apellido porque, aunque la gente opine que muchas veces te dan muchas facilidades y te abren muchas puertas, creo que en muchos casos me las cerraban, que me tenía que esforzar más que el resto porque tenía que demostrar que no era simplemente la hija de, que tenía que demostrar que no era tonta… Luego al final siempre me llevaba el comentario de “oye, me has sorprendido”, cuando ya llevaba varios meses trabajando en algún lado. Pero lo he asumido bien, no me ha costado.
—Por otro lado tu sueño es la música, que tienes una voz preciosa, todo le mundo pudo escucharte en La Voz. ¿Te ha salido algún proyecto?
—Muchas gracias. A mí no me gusta nada verme en los concursos, ni en La Voz ni en otro que estuve también de esa cadena, porque te pones tan nerviosa… Luego esos formatos son también muchas veces tan complicados porque estás ahí todo el día esperando a grabar. Prefiero cantar en conciertitos y me han ido saliendo a lo largo de los años, en evento, para alguna marca e incluso en los chiringuitos de Zahara de los Atunes, que es donde veraneo. Todas esas cosas las necesito en mi vida, las disfruto y las agradezco, pero siempre he tenido claro que es un mundo muy complicado, que a mí me gusta también mucho la estabilidad, no solo económica, sino también la mental y la personal.
—Es que la música no es fácil.
—Hay que tener estabilidad y una fuerza mental y una autoestima también para no decaer y que no te entre el bajón. Entonces yo decidí coger solo la parte buena de la música, que a lo mejor no es llegar a vivir de eso, pero bueno, la disfruto mucho y para mí es un placer siempre, no me da disgustos. Yo también todo lo que hago siempre está relacionado con el mundo del entretenimiento porque es lo que he mamado desde chica, entonces, llevo unos años intentando llegar a presentar algún programa –ya he hecho mis pinitos – o hacer algo de ese estilo. Trabajo en comunicación, pero me encantaría probar la otra parte, que es delante de la cámara. Así que bueno, a lo mejor me veis dentro de poco haciendo algo de eso y así sí que ya me pareceré a mi madre… Espero que no como en Estrenos de cartelera (dice riendo)
—¿En qué momento de tu vida dirías que te encuentras?
—Me gusta pensar que estoy creciendo, que estoy evolucionando, aprendiendo y conociendo qué es lo que me gusta, qué es lo que se me da bien… Entonces, ahora estoy en un momento muy bueno, porque veo que crezco en muchas facetas, está el tema de la comunicación, de presentar y la publicidad, tanto en mi empresa como en mis redes, así que estoy en un momento de crecimiento y motivada para seguir por este camino.
—¿Cuál es la mejor anécdota que tienes viajando con tu madre?
—Cuando estamos las dos solas, es un no parar, nos pasan muchas cosas. Todos los años hacemos un viaje juntas y el año pasado no sabíamos que hacer y nos montamos en el coche sin nada. Fue algo que yo no he hecho en mi vida y, ya cuando llevábamos un rato, encontramos en internet como unos apartamentos en Faro (Portugal). Así que allí nos plantamos, en Faro… ¡Y ligamos esa noche con dos portugueses! De mi edad, no te lo pierdas. Eran dos hermanos, uno estaba loquito por mi madre y otro, loquito por mí. Esto en realidad no lo saben nuestros novios, pero bueno, no pasa nada. El caso es que querían tomarse algo con nosotras y les dijimos que no, que nos teníamos que ir porque nos íbamos a la isla de Olao… Y, al día siguiente, se presentaron en la isla y nosotras corriendo y gritando: “¡Que vienen, que vienen!”. Al final, nos pudimos “escapar” y esa anécdota nos dio para reírnos todo el viaje de vuelta.
—Veo que os lo pasáis muy bien, no os aburrís juntas
—Estamos en una edad que nos parecemos. Obviamente ella es mi madre y el papel de madre lo hace estupendamente. A veces demasiado pesada conmigo, pero también somos muy amigas y ella es súper joven, súper jovial y para mí es como una amiga, entonces nos lo pasamos muy bien.