Nunca dudes de ti mismo, si te guías por la belleza, nada puede salir mal”, fue una de las grandes lecciones que Luis Berrendero aprendió de Alber Elbaz, fallecido en abril del año pasado a causa del Covid. Ese consejo se le quedó a Luis “grabado a fuego” durante los años que pasó en París trabajando en Lanvin junto al diseñador israelí, que era el director creativo de la maison. Eso fue después de ponerse a las órdenes de John Galliano y de Oliver Rousteing en Balmain y antes de finalizar su formación parisina en Christian Dior .
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Hoy, este madrileño de treinta y cuatro años que sueña con hacerle un traje a la Reina Letizia, ha lanzado su propia firma y sus creaciones ya fascinan a algunas de las mujeres más influyentes por su estilo de nuestro país. Nieves Álvarez, Carla Pereyra, la mujer de Diego ‘el Cholo’ Simeone; Sandra Gago, Marta Carriedo, Natalia Coll y María Pombo , entre otras, son algunas de las que ya han puesto de largo sus diseños.
—Luis, cuéntanos, ¿cuándo decidiste lanzar tu propia firma de moda?
—Es ahora cuando está despegando el proyecto. El pasado 28 de abril organicé un evento de presentación, donde convoqué a celebrities, influencers, mujeres de futbolistas… para mostrarles una pequeña colección cápsula de nueve looks, todos de costura. Después de muchísimos años trabajando en esta industria, me he dado cuenta de que solo disfruto con el mundo de la costura, de la ropa a medida, especial y cuidada. Tengo experiencia en muchísimos sectores. Yo me formé en París, donde viví muchos años y trabajé para diferentes marcas. Empecé con John Galliano, luego estuve trabajando en Dior, en Lanvin también, en costura, así que después de años, todo ha venido de una manera natural, orgánica…
—¿Cómo ha sido la respuesta?
—La verdad, muy muy bien. La respuesta está siendo brutal, a nivel celebrities tengo todos los días los looks volando por todas partes; ahora mismo uno de ellos está al otro lado del charco. Espero que salga y si sale va a ser algo muy grande porque es para una artista.
—¿Para quién?
—No puedo decirlo y no quiero, no sea que se gafe (ríe). Pero varios estilistas internacionales se han interesado por el producto.
—Has trabajado con primeras figuras de la moda, ¿de quién has aprendido más?
—El savoir faire de París es algo que caló en mí desde el primer momento y me curtió. Salí de la escuela en 2009, con veinte añitos y con veintiuno ya estaba trabajando en París con los más grandes. Me costó, claro, porque me fui con una mano delante y otra detrás, como aquel que dice, simplemente guiado por una intución, porque mi sueño era trabajar en París.
—Y lo hiciste realidad.
—Sí, al llegar allí estuve trabajando de millones de cosas hasta que me abrieron las puertas de John Galliano y a partir de ahí mi vida cambió. Empecé allí, luego con Olivier Rousteing en Balmain, de hecho trabajé con él en su primera colección después de la destitución de Christophe Decarnin, y luego con Alber Elbaz, que para mí es el gran referente de mi vida. Si de alguien tengo que quedarme algo que llevaré siempre en el corazón es de Alber, de su manera de trabajar y su elegancia innata. Una de las cosas que me dijo y que nunca olvidaré fue que nunca dudara de mí mismo, siempre y cuando la belleza guiara mi trabajo: “Que la belleza sea quien te guíe, si te guías por la belleza, nada puede salir mal”. Esa frase se me quedó grabada a fuego, entonces, cuando tengo dudas de algo, me digo a mí mismo: “Piensa en bonito, piensa en bello y ya verás como todo esto sale”.
—También has trabajado con Carmen March, lo que te permitió vestir a celebrities internacionales, como Beyoncé, ¿no?
—Sí, con Carmen empecé a tocar la esfera internacional. A través de su proyecto, que fue maravilloso, pude realizarme como creador, porque ella me dio las alas para poder crear con total libertad, siempre bajo su supervisión. Hicimos un trabajo conjunto muy bonito en el que llegábamos a ideas comunes y gracias al músculo empresarial que Carmen había creado pudimos acceder a ese tipo de personas, como Rihanna y Kendall Jenner, que fue una de las primeras celebrities que se puso nuestras creaciones. Eso fue como entrar por la puerta grande, porque de ahí vestimos a Beyoncé y a Katy Perry unas cuantas veces. En ese momento era algo cotidiano, cada día era una nueva, pero es verdad que cuando me paraba a pensarlo, decía: “¡Ay por Dios, que he vestido a Beyoncé en dos ocasiones!”, y me daba cuenta de que era un hito. Llegar a conseguir lo mismo es muy complicado, pero con llegar a una pequeñita parte con mi nombre me conformaría.
—¿A quién te gustaría ver algún día con tus diseños? ¿Quién es un sueño para ti?
—Sin duda, a doña Letizia, está totalmente en el centro de mis objetivos. Creo que la Reina es el mejor escaparate que tenemos los diseñadores españoles.
—De momento, varias influencers ya han caído rendidas a tus creaciones, entre ellas María Pombo, Marta Carriedo, Sandra Gago y Natalia Coll, que siempre elige tus diseños para ser la invitada perfecta...
—Creo que es la nueva forma de mostrar la moda, de hecho, creo que las influencers enseñan la moda de una manera más real, porque se acercan mucho más a la vida de las chicas que siguen a estas prescriptoras de tendencias. Hoy en día, creo que son un expositor muy relevante. Es muy importante salir en editoriales, crear sueños, porque al final la moda se trata de eso, de crear una fantasía; pero, al final, a través de las influencers lo que consigues es bajar el producto a la tierra, hacerlo mucho más real. A pesar de las vidas que tengan cada una de ellas, al final no dejan de ser personas reales, que transmiten su vida, sus experiencias… Gracias a las influencers, las chicas que las siguen pueden verse con un producto mucho más real e imaginarse con él, más que cuando ven a una modelo de piernas kilométricas y con una tez perfecta. Gracias a las redes generas interés, generas muchas preguntas de posibles clientas.
—¿En qué mujer piensas cuando hablas de posibles clientas?
—Lo más importante de mi profesión es que a través de la costura a medida intentas sublimar lo mejor de cada cuerpo. Creo que todas las mujeres guardan algo especial dentro de sí y creo que la capacidad de la costura a medida es precisamente esa: ensalzar lo bonito y ocultar el fallo. Por eso pienso que mi proyecto va dirigido a todo tipo de mujeres, porque en todas hay algo bueno que realzar.
—¿Y en qué te has inspirado para esta colección?
—Es una mujer elegante, por supuesto, que se interesa por el Arte, porque mi colección tiene reminiscencias artísticas; por la cultura, el folklore, mi colección es española sin caer en los clichés. Me he inspirado un poco en el siglo de Oro, con los madroños goyescos y el rojo como color simbólico español; también tiene alusiones a la cultura francesa a través de los encajes, porque todos los que he utilizado son franceses, y una paleta de colores afrancesada, en lilas y morados, pero con unas alusiones castellanas muy fuertes en cuanto a la forma.
—De hecho, tienes algún traje que parece un vestido de torero.
—Sí, ese traje tiene una reminiscencia torera pero está hecho con un encaje francés que es a base de rafia, que es novedosísimo, y es un dos piezas, lo que lo convierte en un diseño mucho más joven… Al final, la colección tiene ese punto español a nivel geométrico, de forma, pero tiene una manufactura muy delicada con encajes franceses… Todo muy femenino. Desde luego, creo que si algo define mis diseños es la ultrafeminidad. Al final es para ese tipo de mujer a la que le gusta sentirse guapa y verse bien. El otro día una clienta me dijo: “Nunca me había visto tan guapa” y para mí eso fue… estuve todo el día feliz. Cualquier tipo de esfuerzo, llanto, noches sin dormir, merecen la pena por una frase como esa.
—Porque tú eres de los que sufres con tu trabajo.
—Sí, yo sufro, lo interiorizo, lo somatizo, me afecta hasta un botón mal puesto o un cuello que no está simétrico, todo me lo llevo para adentro (ríe de nuevo).
—¿Qué será lo próximo de Luis Berrendero?
—Estoy preparando una colección cápsula de costura y una colección de novias, que espero que salga antes de que acabe el año.
—¿Cuál es tu meta?
—Me quiero dedicar a novias e invitadas, exclusivamente a medida. Yo prefiero ir poco a poco, despacio pero bien hecho. Quiero que el mío sea un proyecto sostenible, no hacer producciones innecesarias ni tallas al tuntún. Creo que se cuida mucho más y es más mágico cuando se trabaja bajo pedido, puedes tener un trato mucho más personalizado tanto con la prenda como con la clienta.