Isabel Preysler lleva décadas siendo todo un icono de estilo y se mantiene en el podio de las más elegantes, un estatus que reafirma en cada una de sus apariciones públicas. Siempre apropiada e impecable en sus outfits de día, deslumbrante en las cenas de gala, Isabel fascina de generación en generación.
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Por algo, y a pesar de haber cumplido ya los 71 años, se la considera la primera influencer española. Fiel a su estilo clásico, chic y atemporal, la madre de Tamara Falcó se conoce muy bien, “sabe perfectamente lo que le viene bien, se conoce muy bien a sí misma y sabe lo que quiere realzar”, como nos comentaba en una ocasión su estilista de cabecera, Cristina Reyes.
Por eso, en la reciente boda de Julia Nasi, tataranieta de Giovanni Angelli, y Carlo Fontana, en Portugal, Isabel volvió a alzarse como la invitada perfecta . Para este gran acontecimiento, que reunió a príncipes, nobles, empresarios y figuras de la alta sociedad en el país luso, la ‘reina de corazones’ optó por un vestido largo —adecuado para una boda de tarde, como marca la etiqueta—, de seda estampada con motivos ikat de vivos colores, un patrón inspirado en técnicas artesanales, que es plena tendencia.
Con escote bardot, uno de los favoritos de Isabel ya que le permite mostrar los hombros y, por tanto, realzar las clavículas, el traje tiene un favorecedor detalle cut out en la parte frontal, manga ligeramente acampanada hasta el hombro, y se compone de varias capas de volantes que caen sobre el cuerpo y la falda plisada. Un vestido de estilo boho chic, que también es uno de los preferidos de la pareja de Mario Vargas Llosa.
Preysler completó su puesta en escena con un peinado semirecogido, muy propio de ella, que al dejar el rostro despejado, otorgaba todo el protagonismo a los magníficos pendientes largos, de brillantes y coral, que llevó como únicas joyas.
En esta boda, celebrada en la iglesia de Santa María de Loures y, posteriormente, en el Palacio do Correio Mor, donde se sirvió un cóctel seguido de una cena, Isabel se reencontró con algunas de sus mejores amigas, como Carmen Martínez-Bordiú, con la que sigue manteniendo un estrecho contacto a pesar de que ésta vive ahora en Portugal; Nuria González, mujer de Fernando Fernández-Tapias, y Miryam Abascal, sobrina de Naty Abascal, que también reside en el país vecino.