Hannibal Laguna ha sido otro de los protagonistas de la boda de Chenoa , celebrada el pasado viernes, 17 de junio, en la finca Comassema de Mallorca. El diseñador, de origen venezolano y uno de los grandes referentes de la industria de la moda española, elaboró los dos vestidos que la querida concursante de la primera edición de Operación Triunfo lució en su ‘sí, quiero’ con el urólogo Miguel Sánchez Encinas. Dos creaciones únicas y repletas de referencias cinematográficas que el couturier explica en conversación con ¡HOLA!
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—Hannibal, ¿tenías claro desde el principio cómo sería el vestido de Chenoa?
—Sí, desde siempre. Hace muchos años que somos amigos. Cada vez que nos veíamos hablábamos de esa ilusión que era verla vestida de novia. “Algún día llegará el momento”, decíamos. Ahora, todo eso que siempre he percibido de ella, como persona y como artista, porque creo que se casan las dos, lo he volcado en estas creaciones.
—¿Y qué es eso que siempre has percibido en ella?
—Siempre la he visto como una gran diva por su forma de ser, su personalidad, su voz, su mirada… Tiene esa mirada que me recuerda a esas actrices de los años treinta de Hollywood. Ese tipo de intérpretes que te miran y, al alzar una ceja, dejan un recuerdo imborrable de aquella escena. Chenoa es así. Por lo tanto, tenía claro que iba a ser una imagen bastante cinematográfica la que se iba a plasmar a través de su vestido.
—¿Te costó convencerla o aceptó tu propuesta desde el primer momento?
—Hoy en día, por regla general, las novias están muy informadas, no es como hace años, donde quizá tenían más idealizada la imagen del ‘momento princesa’. Las novias saben lo que no quieren... y también saben lo que quieren. En este caso, Chenoa iba muy encaminada en lo que le iba a sentar bien. Al haber vestido todo tipo de siluetas a lo largo de su vida profesional y personal, conocía perfectamente lo que más le favorece. No fue difícil explicarle mi idea.
—¿Te inspiraste en alguna diva concreta?
—No, me refiero más a esa imagen difusa de los vestidos que siguen las líneas del cuerpo, que se adaptan a la silueta, que parece que flotan, que marcan la cintura… En definitiva, como contaba, esas imágenes que tenemos de las divas de los años treinta cuando bajan las escaleras de esas grandes casas californianas. Una presencia de romanticismo, pero donde la sensualidad también está muy presente. Una sensualidad, digamos, inocente.
—¿Cuántas pruebas han sido necesarias?
— Ha habido tres, pero muy extensas, además de la primera toma de contacto, que no la vamos a etiquetar como una prueba en sí. Ese fue el momento más emocionante porque es cuando se definen todas las pautas. Hemos estado a gusto dentro del atelier, disfrutamos muchísimo y hemos procurado que fuera una experiencia que nos quedara para el recuerdo. En el caso de la boda de Chenoa, había una doble responsabilidad: es un personaje público, ha tenido repercusión mediática importante y sentía la necesidad de que estuviese a gusto, cómoda, pero que esa imagen quedase impecable.
—¿Cómo fue la primera vez que se vio vestida de blanco?
—Ella ya se había vestido de blanco en otra ocasión. Recuerdo que en una alfombra roja llevó un vestido de novia de nuestra colección. Fue sumamente atrevido porque se lo puso con una chaqueta de cuero, como una ‘princesa rock’. Esa fue la primera vez que la vi vestida de blanco. Y, en esta ocasión, fue bonito y emocionante. Es algo habitual que se repite con todas las novias. Cuando le pones un vestido de novia a una mujer no se produce la magia de inmediato, sino cuando colocas un complemento especial que haces que se reconozcan como una novia. El instante en el que pasó eso con Chenoa fue cuando le colocamos la sobrecola. Ahí se dio cuenta de que se iba a casar.
—¿Cuántas horas de confección han sido necesarias? ¿Cuánta gente ha trabajado en el vestido?
—Desde su corte hasta su confección han trabajado cuatro personas, más dos bordadores. El vestido ha sido elaborado en unas ochenta horas aproximadamente. Es lo que se suele tardar. Las creaciones que ha lucido Chenoa tienen esa falsa apariencia de sencillez. Y digo falsa porque detrás hay mucho trabajo. Siempre he dicho que un vestido desprende magia si no le sobra nada. Faltarle le puede faltar, pero sobrarle, nada. Y, en este caso, creo que hemos llegado al equilibrio.
—¿Cuáles son los detalles más importantes?
—Por ejemplo, la sobrecola mide casi tres metros y es de organza. Lleva internamente tres capas , con un ribete de crinolina, para que dé la sensación de que esté flotando. Las sobrecolas me gustan que sean etéreas.Y esta lo es. Con respecto al bordado, es el único ornamento que nos hemos permitido. Se trata de un cordón de cristal. En el caso de la ceremonia recorre la espalda; en el de la celebración, otras partes del vestido. Es muy bonito este efecto donde se mimetizan bajo el mismo hilo conductor.
—Hannibal, háblanos del segundo vestido…
—Le pregunté a Chenoa: “¿Cuál de los dos te gusta más? Me dijo que no sabía cuál elegir, porque estaba tan espectacular con el segundo… Con ella me ha pasado una cosa por primera vez. Por regla general, las novias quieren romper con el segundo vestido, que no tenga nada que ver y sea más divertido que el primero. En este caso, los dos coincidimos en que no queríamos eso, queríamos una continuidad, que incluso si hay un invitado despistado no se diera cuenta de que se había cambiado de vestido.
—La historia del tejido es muy peculiar, ¿no es así?
—Está hecho con un tejido que se llama mikado piqué, que solo usamos en nuestra firma e inventamos nosotros hace muchos años. Existían unos telares en Valencia que hacían piqué de algodón para ropa de niños. Un día les dije si serían capaces de tejer un piqué con hilatura de seda. Y lo hicieron. La textura de esa tela es mágica, porque no pesa, es tupida, tiene un tono satinado, tiene un pequeño brillo de la seda y, cuando caminas, el aire la llena por debajo y es un efecto precioso. Consigue ese efecto new look de los años cincuenta con la magia de la propia tela.
—Hannibal, ¿recuerdas cómo conociste por primera vez a Chenoa, hoy convertida en la mejor embajadora de tu firma?
—Fue tras su paso por el concurso de televisión. A partir de ahí, asistió a uno de nuestros desfiles, nos conocimos y la vestí en muchas ocasiones. Siempre que coincidimos en celebraciones y eventos, surgía esa química. Ella es una mujer con un lenguaje muy especial, con una mirada que lo está diciendo todo. Y por eso me he inspirado en su fuerza para su vestido de novia. Ha sido muy especial.