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Su último éxito ha sido convertirse en doña Jimena, en El Cid . Pero Lucía Guerrero es habitual en las producciones televisivas desde que era muy joven. Hoy, a sus veintiocho años, puede decir que ha participado en algunas de las series más populares de la última década, desde Luna, el misterio de Calenda a Perdóname, señor, pasando por Águila Roja o Doctor Mateo, entre otras. También el cine ha llamado a su puerta, ha trabajado en Estados Unidos, donde se marchó para estudiar un curso y se quedó un largo período, y prepara ahora un nuevo proyecto con el que promete sorprender.
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—¿Qué ha traído El Cid a tu vida?
—Un reto enorme a nivel profesional. Encarnar a un personaje histórico de esa magnitud conlleva una responsabilidad y un compromiso enormes. Es un proyecto coral, con muchos personajes, lo que te permite estar constantemente aprendiendo de tus compañeros.
—En esta serie has dado vida a doña Jimena, una mujer fuerte y segura, ¿te pareces a tu personaje?
—Jimena es un personaje muy distinto a mí, tuve que trabajar cualidades que no tenía intrínsecas, ni muchísimo menos. Pero sí intento ser cada día más fuerte y estar más segura, aunque sea un trabajo de una vida.
—¿Eres guerrera, como tu apellido?
—Sí, me gusta conseguir lo que me propongo y soy perseverante en el camino.
“Soy guerrera, como mi apellido; me gusta conseguir lo que me propongo y soy perseverante en el camino”
—Tienes veintiocho años y llevas media vida delante de la pantalla, ¿qué te has perdido por ello?
—Cuando más lo noté fue cuando compaginaba la universidad con el rodaje de Luna, el misterio de Calenda. Tuve que renunciar a tener vida social para poder estudiar y trabajar a la vez, con un nivel de exigencia muy alto, dos carreras y mi primer protagonista en una serie en prime time. Siempre te pierdes cosas cuando estás rodando, ahora me toca perderme bodas, cumpleaños y la despedida de dos íntimas amigas, ¡me muero de pena!
—Te fuiste muy joven a estudiar a Nueva York, ¿siempre has sido tan independiente?
—Más que independiente he sido valiente a la hora de tomar ese tipo de decisiones, irme a vivir sola a una ciudad desconocida para formarme y abrirme camino allí.
Disfrutona y curiosa
—¿Cómo se tomaron en casa que quisieras ser actriz? ¿Alguien de tu familia se dedica a esta profesión?
—No tengo ningún familiar que se dedique a nada relacionado con esta profesión. Al principio, hubo más reticencia por ser una industria desconocida e inestable, pero, cuando vieron mi compromiso con la profesión, me apoyaron incondicionalmente.
—Tu familia materna es de Alemania, ¿qué tienes de española y qué de alemana, Lucía?
—Soy muy disfrutona y curiosa en todos los sentidos, pero, a la vez, muy “alemana” con mis horarios y rutina. Me gusta tener disciplina en mi día a día.
—Seguro que en más de una prueba te habrán dicho eso de “no pareces española”, ¿ha sido un hándicap tu físico en ese sentido?
—La mayoría de personas asumen que soy extranjera cuando me conocen, ja ja ja. Mi físico ha sido más un hándicap que una ventaja a la hora de trabajar, pero peleo lo que está en mi mano para que me limite y estereotipe lo menos posible. Aunque a veces implique renunciar a proyectos.
“He sido valiente al irme a vivir sola a una ciudad desconocida para formarme y abrirme camino allí. Si ya de por sí esta es una industria competitiva, en Estados Unidos es una jaula de tiburones”, dice Lucía, que estudió en Nueva York y trabajó en Los Ángeles
—De esa etapa en Nueva York y Los Ángeles, donde trabajaste, ¿repetirías experiencia?
—Volvería a pasar una temporada, sin duda, pero, a largo plazo, me veo viviendo en Madrid.
—¿En qué estás volcando ahora tu energía?
—Estoy con un rodaje muy absorbente, pero intento sacar tiempo para otros proyectos personales que quiero llevar a cabo desde hace tiempo. Me veo cada vez más preparada para arrancar cosas que también me ilusionan, más allá de la interpretación.
—¿Nos puedes hablar del rodaje?
—Estoy rodando una serie de Netflix que no puedo desvelar aún, pero sí adelantar que va a ser un personaje radicalmente distinto a todo lo que he hecho hasta ahora y he tenido que aprender distintas disciplinas para preparármelo. Está siendo un reto, sobre todo, a nivel físico.
—¿Cómo estás afrontando este dos mil veintidós?
—Con ganas e ilusión, pero sin apegarme a ningún tipo de expectativa que no esté en mis manos.
—Nos decías recientemente que el año pasado había sido duro para ti y un aprendizaje también, ¿en qué sentido?
—El dos mil veintiuno fue un año delicado en el sentido de que tuve mucha inestabilidad emocional y profesional, pero, como dije en su momento, el aprendizaje ha sido brutal, así como la claridad y perspectiva que he ganado en mi vida.
‘Soy romántica’
—¿Eres una persona optimista?
—Intento serlo.
—¿Te consideras romántica?
—Sí, soy muy sensible y abierta a la hora de expresar mis sentimientos.
—¿Cómo es la persona que puede “conquistar” a Lucía Guerrero en el amor?
—La inteligencia es una cualidad que me enloquece.
“Me he pasado la mayor parte de mi vida en pareja y ahora, por fin, he aprendido a disfrutar de mi soledad e independencia”
—De momento, ¿el amor te ha sonreído?
—He tenido relaciones muy bonitas, así como experiencias sentimentales más duras. Me he pasado la mayor parte de mi vida en pareja y ahora, por fin, he aprendido a disfrutar de mi soledad e independencia y quiero exprimir este momento y tener tiempo para mí.
—Se dijo que mantuviste una relación con Íñigo Onieva, ¿es cierto?
—Fue hace muchísimos años, en la adolescencia, y desde entonces nos hemos llevado muy bien, somos buenos amigos.
‘En mi armario’
—¿Eres disciplinada también en cuanto a cuidados físicos?
—Cada vez más. Antes no le daba tanta importancia, pero, según he ido cumpliendo años, soy más consciente de la importancia de cuidarse y de tener una vida saludable.
—¿Qué rituales de belleza has heredado de tu madre?
—Protegerme del sol e hidratarme mucho es algo con lo que mi madre siempre me ha machacado y ahora agradezco.
—¿Qué tendencias encontramos en tu armario?
—Una colección de Converse infinita, ja ja ja.
—¿Dónde y cómo desconectas?
—En el campo.
“Trabajar tan joven y tantos meses con Belén Rueda, a la cual ya admiraba desde hacía tiempo, fue un máster de aprendizaje. Es una actriz de un compromiso y una generosidad brutales”
—Viendo tus redes, parece que te gusta el yoga, la meditación, la Naturaleza…
—Sí. La meditación y el yoga me han cambiado la vida. Son herramientas muy potentes que creo que en España aún no se entienden bien. Siempre he tenido una mente frenética y con la meditación estoy consiguiendo tener mucho más control sobre mis pensamientos y, por tanto, mis acciones.
—Eres muy viajera… ¿Qué cosas no faltan nunca en tu maleta?
—Altavoces, libros, protección solar.
—¿Cuál es tu mayor tesoro?
—Mis amigas y mi familia.
—¿Quién es tu mayor crítico y de quién te fías más?
—Mi madre.
—¿Tu mayor logro hasta la fecha?
—Vivir de lo que me apasiona.
—¿Qué personaje te gustaría interpretar?
—Cuanto más alejado de uno mismo, mayor es el reto. Me encantaría hacer un cambio físico radical para mi próximo personaje.
—¿Cómo te ves de aquí a diez años?
—Interpretando, produciendo y desarrollando mis proyectos personales.
—¿Te gustaría formar una familia?
—Me encantaría, pero no a cualquier precio.
—Estudiaste Comunicación y Periodismo, ¿en qué momento sale en ti este lado?, ¿o lo mantienes como un plan b?
—Siempre me ha gustado escribir y la industria audiovisual en general. Más que un plan b, lo que pretendía y pretendo es que en mi ámbito laboral haya cabida para todo. Creo que son parcelas que se complementan y se pueden compaginar bien.
—De todos los actores y actrices con los que has trabajado desde muy joven, ¿alguno tiene un lugar especial en tu corazón?
—Trabajar tan joven y tantos meses con Belén Rueda, a la cual ya admiraba desde hacía tiempo, fue un máster de aprendizaje. Es una actriz de un compromiso y una generosidad brutales.