La boda de Álvaro Falcó e Isabel Junot, marqueses de Cubas, de la que la revista ¡HOLA! ofrece esta semana un amplio reportaje con imágenes y todos los detalles y anécdotas en exclusiva, era la más esperada del año. Romántico, elegante y divertido, el enlace fue todo un acontecimiento social que reunió a destacados miembros de la aristocracia y la jet set internacional en el Palacio del Marqués de Mirabel, en Plasencia.
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Para este fin de semana inolvidable, Isabelle sorprendió no con uno, sino con tres vestidos. El primero, el que lució en la fiesta de bienvenida que los novios ofrecieron a sus invitados la víspera de la boda, fue una creación exclusiva de IQ Collection, la firma de Inés Domecq, gran amiga de la novia y a la que ha vestido en varias ocasiones.
La marquesa de Almenara creó para la hija de Philippe Junot y Nina Wendelboe-Larsen un diseño confeccionado en tejido de algodón bicolor, con mangas abullonadas, escote en forma de V y gran abertura en la espalda. De largo midi, con falda de vuelo y cintura muy marcada, el vestido, de color blanco, estaba ribeteado en azul serenity, color que resaltaba también en forma de zig zag en los hombros y en el bajo de la falda, así como en los botones de la espalda. El diseño estaba inspirado en la Costa azul, en concreto en Cannes, un lugar importante para Isabelle, ya que allí es donde reside su padre.
Un vestido de princesa, en el tejido favorito de Balenciaga
En su gran día, la nueva marquesa de Cubas se convirtió en toda una princesa . Ya nos había avanzado que se trataría de un modelo creado, especialmente para ella, por Pronovias. El diseño, clásico, destaca por su escote cuadrado balconet —que resaltaba las clavículas de la novia— y manga francesa con hombreras ligeramente marcadas, confeccionado en gazar de seda de color blanco natural. El gazar, uno de los tejidos estrella de la moda nupcial, es uno de los más representativos en la obra de Cristóbal Balenciaga, que fue quien lo introdujo en nuestro país en su inquietud por estudiar nuevas líneas y crear volúmenes libremente. De apariencia suntuosa, este material, regio y semitransparente, utiliza una hilatura de seda de alta calidad, con doble torsión de los hilos, creando una textura rígida que se presta al desarrollo de formas arquitectónicas.
La espléndida espalda del vestido realzaba la elegancia de la novia con un cierre de botones centrales forrados del mismo tejido. El cuerpo del vestido lleva corsetería interior, trabajada con varillas y copas push up, que da lugar a una falda de gran volumen, con cola catedral de dos metros y medio, que parte desde la cintura, donde se producen frunces orgánicos que culminan con un cinturón ancho del mismo tejido.
Un velo de tul ilusión con capelina de cuatro metos y la fabulosa tiara de diamantes y perlas del siglo XIX, una histórica pieza de los Falcó que también llevó Xandra Falcó, marquesa de Mirabel y prima de su marido, el día de su boda, coronaban el look nupcial de Isabelle.
Para la confección del traje se emplearon más de doscientas horas y fueron necesarias también 90 horas de modelaje en la creación del patrón.
Tras abrir el baile con su padre y padrino y protagonizar junto a Álvaro su primer baile de casados, Isabelle cambió su look de princesa y soprendió con un diseño mucho más moderno —pero igual de elegante—. Al igual que muchas otras novias, la hija de Philippe Junot quiso disfrutar de su gran fiesta con otro atuendo que le permitiese sentirse más cómoda y tener más movimiento. La elección, que también confió a Pronovias, fue un sofisticado traje de dos piezas , que combina varios tejidos ligeros y vaporosos.
La parte superior era un crop top de mangas raglán tres cuartos, cuyas costuras están cubiertas por una sutil puntilla entredós. La base del cuerpo es de tul plumeti, velado por un placement de encaje francés. La segunda pieza era una falda midi con cintura ribeteada en doble puntilla y canesú ajustado hasta la cadera, generando un volumen natural en el resto de la falda gracias a la combinación del tul plumeti con el encaje francés. Una creación para la que hicieron falta más de 140 horas de creación entre confección y modelaje del patrón.