Para Isabel Preysler, aunque parezca increíble, también pasan los años; pero lo cierto es que por ella parecen pasar de largo. A sus 71 prácticamente recién cumplidos —el pasado 18 de febrero—, sigue siendo todo un icono de estilo y se mantiene en el podio de las más elegantes, un estatus que reafirma en cada una de sus apariciones públicas.
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Su magnetismo es indiscutible y el efecto que causan sus looks nunca pasa desapercibido. Uno de los últimos, ha sido el que escogió para acudir junto a Mario Vargas Llosa a la corrida de la Feria del Milagro, en Illescas. Para esa tarde de toros, Isabel optó por un conjunto elegante y casual en una gama de marrones, apostando por la técnica del layering , es decir, llevar varias capas: jerséy de color chocolate, blazer con estampado de pata de gallo, abrigo camel de corte masculino sobre los hombros y pantalones flare, que estilizaban aún más su delgada figura. El toque final, un bolso bandolera de piel en color cuero de una de sus firmas favoritas.
Siempre apropiada e impecable en sus outfits de día, deslumbrante en las cenas de gala, Isabel sigue fascinando de generación en generación. Por algo se la considera la primera influencer española. Cuando internet y las redes sociales parecían términos extraídos de una novela de ciencia ficción, la “reina de corazones” ya era toda una prescriptora de tendencias.
Lejos de ser una fashion victim, Preysler se mantiene fiel a su estilo clásico, chic y atemporal y solo adopta “algunas de las tendencias del momento que le gusta resaltar, por ejemplo, los vestidos boho”, como nos decía en cierta ocasión su estilista de cabecera, Cristina Reyes. Ahí está el secreto. “Sabe perfectamente lo que le viene bien, se conoce muy bien a sí misma y sabe lo que quiere realzar”, añadía la mujer que la ayuda a preparar sus looks más especiales desde hace más de diez años. Sabe que uno de los escotes que más le favorece, por ejemplo, el es bardot, que deja sus hombros al descubierto y enfatiza sus clavículas, y también es consciente de lo bien que le sienta el color rojo, sin duda, uno de sus preferidos.
Isabel es perfeccionista, nunca deja nada al azar y no varía ni el largo de su falda ni su peinado, ya que que siempre la veremos con su media melena suelta o recogida en una coleta o moño bajo; tiene una talla 36 de toda la vida y, además, tiene el don de ensalzar la ropa, gracias a un chic natural que muy pocas mujeres tienen.