Se dedicaba a la banca privada antes de dejarlo todo por un proyecto profesional que nada tiene que ver con el mundo financiero, su propia firma de calzado. Han pasado diez años desde que Monti G. Benavides pusiera los cimientos de Mint&Rose, que ahora ya es una marca ready to wear. Simplicidad, materia prima y trabajo local fundamentan la esencia de esta enseña poco pendiente de las tendencias y que ha atraído a personalidades como la reina Letizia, quien ha llevado sus zapatos en más de una ocasión. Ha vivido en Nueva York, pero ahora disfruta de su Valladolid natal y de esta casa, un piso en un edificio emblemático de la ciudad (la Casa Mantilla) y donde, por primera vez, ha experimentado aquello de tener muebles de herencia familiar, un lujo que también le ayuda a cumplir con su deseo de intentar vivir de una manera mucho más pausada.
-Dices que tu leitmotiv es disfrutar de la vida con tranquilidad. ¿Qué te da esta casa para lograrlo?
-Esta casa me da paz. Sus techos altos y sus estancias amplias me hacen sentir cómoda. La luz, el suelo por el que camino descalza y la voz de mi hijo según entro a casa me dicen “este es tu hogar”.
“He tenido casa en Los Ángeles y Nueva York, pero la luz, el suelo y la voz de mi hijo cuando entro en casa me dicen: ‘este es tu hogar’”
-Volver a Valladolid ha sido un gran cambio...
-Me gusta mucho la vida de las grandes ciudades. Antes de mudarme a España viví en Los Ángeles y Nueva York, donde tuve a mi hijo, Gabriel. Sin embargo, Valladolid es la ciudad donde nací y donde puedo compatibilizar mi vida como madre y mi vida al frente de Mint&Rose, aquí todo fluye con más tranquilidad.
-¿Por qué elegisteis un edificio tan emblemático como Casa Mantilla?
-Mis bisabuelos fueron los propietarios de una parte importante del edificio y aquí nació y creció mi madre. Cuando volví estaban rehabilitando varios pisos y no se me ocurrió mejor idea que vivir en un edificio con tanta historia (también familiar).
“Mis bisabuelos fueron los propietarios de una parte importante de la casa Mantilla y aquí nació mi madre. Cuando volví, no se me ocurrió mejor idea que vivir en un edificio con tanta historia”
-¿De dónde has ido sacando la inspiración para decorarla?
-He contado con el asesoramiento de la interiorista Cristina García Conde. Pusimos ideas en común y fuimos buscando piezas nuevas y vintage. He vivido en Estados Unidos y nunca había tenido muebles heredados, pero esta casa es diferente, está llena de recuerdos y piezas familiares con vida anterior.
-Zapatero a tus zapatos. ¿Cuántos tienes?
-¡Me encantan los zapatos! Y ahora he conseguido el armario-zapatero de mis sueños. Tengo muchas piezas de Mint&Rose (todas las temporadas me hago con varios pares), pero también consumo otras marcas. Mi único requisito es que tengan buena calidad y diseño.
“Desde que soy madre, aunque sigo teniendo pasión por la estética y apuesto por la calidad, me he vuelto mucho más práctica”
-El año que viene se cumplen diez años de tu firma. ¿Qué balance haces?
-Hemos ido creciendo de una manera orgánica, poco a poco, afianzando cada paso, lo que permitirá que Mint&Rose viva una segunda etapa llena de fortalezas. Las piezas atemporales son parte de nuestro proyecto de sostenibilidad, basado también en el origen de los materiales y los fabricantes con los que trabajamos. Fomentar un consumo mucho más contenido y de mayor calidad es la máxima de la compañía.