Adriana Abascal, subida en una góndola, se desliza por los canales de Venecia y los turistas se arremolinan en lo alto del puente desde donde nuestro fotógrafo dispara la cámara. La gente aplaude: “¿Quién será la dama de las botas doradas?”.
Acompañamos a Adriana durante este inolvidable viaje a Venecia. Seguimos sus pasos por los románticos callejones, por los palazzos y las piazzas. Nada nos detiene. Caminamos, navegamos y, al final del día, saliendo de Harry’s Bar, después de un Bellini, escuchamos de nuevo la frase: “¿Quién será la dama de las botas doradas?”.
—¿Cuál es el poder de la bota dorada?
—Como bien sabe Cenicienta, a quien le cambió la vida un zapato, es verdad que el zapato es un accesorio tremendamente poderoso. Con un buen zapato puedes ir con una camiseta y un vaquero o un vestido sencillo y vas elegantísima. Al revés también ocurre: un vestido de alta costura con un zapato mediano lo destrozas.
—De la nueva colección, el éxito rotundo han sido, sin duda, las botas altas de colores.
—Esta bota es la que llevan Lily Collins (Emily) y, también, su amiga en la serie Emily in Paris . Ha gustado muchísimo y ha dado la vuelta al mundo.
“La primera colección la lanzamos el año pasado, en medio de la COVID. Es como que yo ya me había arreglado para ir a la fiesta y, aunque cerraron el local, yo bailé porque, total…, ¡ya me maquillé!”
—¿Qué tiene que la hace tan especial?
—Lo que escucho continuamente es la calidad, el color y una silueta atemporal que está como reinterpretada y encaja en el mundo de hoy.
—Pero es un poco arriesgada, ¿no crees?
—Es que si no te mueves, no te pasa nada. Si no arriesgas, no ganas. Con la bota dorada siempre imaginé que podía salir o increíblemente bien o fatal. A veces, la línea entre el fracaso y el éxito es muy fina. Ha gustado muchísimo, es algo muy nuevo y funciona muy bien.
“Una mujer que es tremendamente fuerte no me gusta. Yo no soy tremendamente fuerte, puedo ser muy frágil y muy fuerte. El equilibrio es muy importante”
—¿Cómo es la mujer que se atreve a llevar esas botas?
—La mujer Skorpios no está dispuesta a llamar la atención a cualquier precio. La elegancia no es negociable. Pero no es una mujer clásica, institucional, que va por la sombra, sino una mujer que pisa fuerte, que juega con la dualidad de lo masculino y lo femenino, la fuerza y la vulnerabilidad. Eso es lo que nos hace humanos e interesantes. Una mujer que es tremendamente fuerte no me gusta. Yo no soy tremendamente fuerte, puedo ser muy frágil y muy fuerte. El equilibrio es muy importante y, hablando de zapatos, lo es literalmente.
—¿Dónde encuentras la inspiración para crear tus diseños?
—Cuando estás atento, descubres que detrás de cada persona hay una historia. Para mí, las mujeres son importantes, han marcado mi vida, ahí están de una forma u otra. Y también en el arte contemporáneo, que es mi pasión, encuentro muchos registros, muchas ideas.
“Si no te mueves, no te pasa nada. Si no arriesgas, no ganas. La línea entre el éxito y el fracaso es muy fina”
—En esta etapa tuya como empresaria, creadora de una marca, has recibido el apoyo de tu marido, Emmanuel, y de tus hijos. ¿Formáis equipo? El día de la inauguración de la tienda en París estaban allí contigo.
—No te puedo decir quién me ha sorprendido más en este sentido, si los niños o Emmanuel. Los niños, que, al final, son niños, se han tomado esto con mucha seriedad, mucho respeto y me han dado un apoyo impresionante. En ningún momento me han reclamado que trabajo muchas horas, que llego tarde, que me voy muchos fines de semana porque me toca trasladarme, hacer un shooting o porque es semana de ventas… Reclamarme, cero. Ayuda, toda. Hemos movido cajas, trasladado mercancías, me han ayudado a montar el pop up, y Emmanuel prácticamente es como si trabajara en Skorpios, porque es nuestro apoyo para muchísimas cosas.
—¿No será que te ve a ti tan contenta, ilusionada, activa, que él también lo siente?
—Seguramente, a él le gusta verme activa, pero yo creo que él, que le tiene mucho respeto al mundo del trabajo, porque es un gran profesional que ha trabajado muchísimo en su vida, le gusta ver que esto no me lo tomo a la ligera. Yo siempre he estado en un mundo muy creativo, muy artístico, pero este es un proyecto empresarial, donde estamos hablando de finanzas, estrategia comercial, desarrollo de marketing, etcétera… Y hay un montón de cosas en las que nuestros mundos se encuentran.
“Los niños se han tomado esto con mucha seriedad, mucho respeto y me han dado un apoyo impresionante. En ningún momento me han reclamado que trabajo muchas horas, que llego tarde o que me voy muchos fines de semana. Reclamarme, cero. Ayuda, toda”
—No parece muy recomendable lanzar un producto en pleno confinamiento.
—La primera colección la lanzamos el año pasado, en medio de la COVID. Es como que yo ya me había arreglado para ir a la fiesta y, aunque cerraron el local, yo bailé porque, total…, ¡ya me maquillé! Yo tenía asumido que la primera colección era para mostrar a la prensa y posicionar, poco a poco, la marca. Yo he tenido una superestrella con la galaxia de la prensa, porque siempre me han dado un gran apoyo. De aquel comienzo me fui con un buen dosier de prensa y haciendo una celebración cada vez que vendíamos un par de zapatos. Nadie se compraba unos zapatos entonces, porque no había ninguna ocasión para llevarlos; para Netflix, mejor los calcetines, ¿no? Lo sacamos en mitad del verano y nos fue muy bien. Decidimos abrir la boutique y esta es nuestra tercera colección, la que está en la tienda. La cuarta ya está posicionándose en todos los países a los que llegamos: Francia, Rusia, Oriente Medio, Turquía, Estados Unidos… y también online, claro.
—¿Por qué has elegido Venecia para hacer este reportaje?
—Porque Skorpios es una marca con mucha personalidad, sin nacionalidad, pero made in Italy. Una gran parte del equipo es italiano y la artesanía y la mano de obra también lo son. Los zapatos se fabrican en Padua y allí se desarrolla el proceso de gestación. Cada dos semanas estoy en Venecia. Este reportaje se ha hecho en un lugar mágico, en un momento en el que no había tantos turistas, con buenos amigos, gente que tiene los mismos intereses: objetivo número uno, disfrutar y pasarlo bien, y compartir con las personas que uno quiere. Un buen equipo, muy profesional, a los que conozco muy bien, porque hemos trabajado juntos ya muchas veces. Espero que este sea el primero de muchos ‘zapateados’.