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Sus mejores galas

Los looks que la coronaron como icono de moda


Actualizado 9 de septiembre de 2021 - 13:32 CEST

El estilo de Diana conserva toda su relevancia hoy en día. El diseñador vanguardista de origen estadounidense Virgil Abloh, creó una colección entera inspirada en sus   outfits  de los años 80 y 90 para su marca, Off-White. También la londinense Alessandra Rich retomó su famoso vestido de lunares para recrearlo en sus nuevas colecciones, un estilo que la duquesa de Cambridge también ha recuperado.

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Grandes creadores británicos estaban a disposición de Diana. Arriba, David y Elizabeth Emanuel, diseñadores de su vestido de novia, confeccionaron este modelo que lució en la embajada de Alemania (1986). Se dice que Catherine Walker diseñó mil trajes para la princesa, como este rosa que llevó a la Ópera de Berlín (1987).

Los creadores de tendencias modernas, como Alexa Chung, han encontrado una inagotable fuente de inspiración en los estampados Libertyde Diana, así como en los cuellos marineros, los mocasines, las blusas con lazos y sus muy particulares jerséis.

© GettyImages/Princess Diana Archive

David y Elizabeth Emanuel, diseñadores de su vestido de novia, confeccionaron este modelo que lució en un concierto en Cardiff (1982). Al lado, para una cena en el Elíseo de París, un vestido con chaqueta tipo bolero, de Victor Edelstein (1988). Al la derecha, un modelo de Murray Arbeid en amarillo, que lució para un estreno en 1985.

También las gorras de béisbol preppy, las sudaderas universitarias y los mom jeans son prendas que han sido retomadas por modelos como Hailey Bieber y Gigi Hadid. La cantante Rihanna rindió un muy personal homenaje al vestir una camiseta con el rostro de Diana, adquirida en una tienda de recuerdos, que combinó con unas botas hasta el muslo de Manolo Blahnik: “Cada look que llevaba era genial. Ella era toda una gangsta con su ropa”, afirmó.

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Un traje de Catherine Walker estilo marinero, con un sombrero Philip Somerville, para una visita a Dartmouth (1989).

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Un vestido de lunares rojos fue un guiño a sus anfitriones en una visita a Japón (1986).

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Un traje blanco de Catherine Walker con apliques dorados para el desfile de la Real Academia Militar de Sandhurst (1987).

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En 1988, vistió un esmoquin de Catherine Walker, chaleco y pajarita para una fiesta en el estadio de Wembley.

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Diana escogió un sutil tono en lila para una visita a Washington, en 1997.

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Se atrevió con un vestido de noche de Versace para hacer un guiño al color corporativo de sus anfitriones, la Universidad de Northwestern, en una visita a Chicago, en 1996.

Sin duda, el modelo más elocuente de todos fue uno de seda en color negro que dejaba los hombros al descubierto, diseñado por Christina Stambolian. Se trata del famoso ‘vestido de la venganza’ que llevó la noche en que el príncipe Carlos rompió su silencio acerca de las razones de su ruptura matrimonial. El esmalte de uñas rojo fuego añadió un toque de malicia.

En representación diplomática o trabajando para sus causas, Lady Di utilizaba su vestuario como una declaración de intenciones

Para ella, los tonos eran todo un simbolismo a su disposición: azul zafiro, rosa y rojo, los juegos de contrastes, así como los brillos. Se convirtió en la amante de los bloques de color propios de los años ochenta. Se arriesgaba con un collar a modo de diadema, esmoquin para la noche y poderosos vestidos de ‘Dinastía Di’ que podrían haber sido la envidia de Joan Collins. Llegó a lucir con destreza modelos de un solo hombro o muy ceñidos al cuerpo, lo nunca antes visto en un miembro de la realeza.

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Arriba, de izquierda a derecha, un modelo rojo, de Victor Edelstein (1992). Un diseño de Jacques Azagury para el ‘ballet’ en Londres (1997). Sobre estas líneas, un vestido negro de corte esmoquin, de Victor Edelstein (1992); para su viaje a Washington, un vestido rojo sin espalda, de Jacques Azagury (1997); y un vestido azul noche, de Dior, para la Gala Met (1996).

En la elección de su imagen también trataba de ser atenta con su público. Se ponía vestidos de colores alegres para ver a los niños enfermos o terciopelo suave al tacto para saludar a los ciegos. Aprendió a modificar ligeramente sus trajes para poder siempre ofrecer algo nuevo a sus ‘fans’. En sus viajes al extranjero, tomaba referencias del país anfitrión para elegir su estilo, desde trajes tipo sari para visitar Pakistán hasta un vestido decorado con halcones dorados, emblema de Arabia Saudí. Le encantaban los tocados vistosos, pero aprendió a no llevar aquellos que ocultaran su rostro. En una visita a Japón, le preocupaba sobresalir junto a la familia imperial, así que el sombrerero Philip Somerville creó una diadema azul con un delicado velo. El icono de la moda más perdurable del mundo ha dejado un legado que todos podemos disfrutar, una y otra vez, a través de las imágenes que sellaron nuestra historia de amor.

A medida que ganaba confianza en sí misma, Diana se convertía en una reina de la seducción
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Arriba, Diana dominaba la monocromía (París, 1988). Además de sus fabulosos trajes de noche, también lució estilismos informales audaces. Un acierto total con rayas veraniegas para el polo (1983)

Un cambio de look hilado por Jacques Azagury

En su taller de Knightsbridge, el diseñador francés ayudó a la joven que era aficionada a los cuellos ‘Chelsea’ a alcanzar, a alcanzar la cima del chic

Conocí a Diana en 1985. Ella tenía un estilo convencional, pero quería cambiar de imagen. Estar con ella fue una inspiración. Era una mujer hermosa, con una bella figura y no necesitaba mucho para deslumbrar. Nos concentrábamos en el corte, el tejido y el acabado. Ella acudía a mí para que diseñara trajes para eventos específicos. Trabajábamos juntos; ella poseía una gran inventiva.

La última vez que vi a Diana fue en junio de 1997, en la prueba del vestido de cuentas azul cielo que llevó para ver   El lago de los cisnes  en el Royal Albert Hall arriba a la derecha. Estaba más contenta que nunca y había algo en su forma de comportarse, una confianza recién descubierta. El último modelo que diseñé para ella nunca se ha visto. Es un vestido largo de georgette de seda negra, con un corte delantero, un auténtico modelo de alfombra roja de Hollywood, que debía llevar para el estreno de una película, cuando volviera de sus vacaciones en el sur de Francia. Lamentablemente, nunca llegó a ponérselo. Hasta el día de hoy, la echo de menos y casi espero que entre por la puerta.

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En un partido de polo, (1980), destacó con este jersey.

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En 1989 combinó el rojo con el rosa, en Kuwait.

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Una mezcla muy flamenca de rojo y negro para un estreno (1986).

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Diana inició una tendencia con esta combinación de chaqueta de ‘oversize’, gorra de béisbol y vaqueros (1988).

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Acierto total con una chaqueta negra, de Catherine Walker, sobre un vestido de tubo blanco para un concierto, en 1991.

Experta y precursora

Por Matthew Storey, de los Palacios Reales Históricos

Diana trabajó estrechamente con sus diseñadores. Tenemos bocetos y notas en la Colección de Vestidos de Ceremonia Reales que muestran los comentarios que hacía y el aprecio que sentía por su trabajo. En la década de 1990, había desarrollado perfectamente un estilo que se adaptaba tanto a ella como a su labor. Lo llevó desde las giras reales y los glamurosos estrenos hasta las más sensibles visitas a los hospitales. También dominaba el arte de vestir fuera de servicio. Todo lo que llevaba tuvo un gran impacto en la calle. Ayudó mucho a los creadores británicos a alcanzar fama internacional.

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Sobre estas líenas, de izquierda a derecha, un elegante traje amarillo en Camerún (1990). Diana rindió un homenaje a Jackie O con un Versace rosa pálido y un sombrero de Philip Somerville (1995). Son evidentes los ecos a Grace Kelly en este elegante traje verde y blanco, años 50, con gafas de sol maxi, en una visita a Sídney (1988). Arriba, una fresca combinación de blanco y negro que llevó en un partido de polo, que hoy funcionaría a la perfección.