La sorprendente vida de Pino Montesdeoca, la modelo que triunfa a sus casi 59 años

Canaria de nacimiento, ha vivido desde Suecia hasta el Caribe, donde superó un virus mortal. ‘Al darme una nueva oportunidad, decidí coger todos los trenes que me aparecieran’, nos confiesa. Y lo ha cumplido


6 de junio de 2021 - 13:00 CEST

Mudarse a Suecia por amor, conocer a Elle Macpherson en Las Bahamas, plantar cara a un virus mortal, triunfar en la moda en plena madurez, compartir pantalla con Miguel Ángel Silvestre en la serie   Sky Rojo … Estos son algunos de los giros inesperados que presenta la vida de Pino Montesdeoca, que cumple 59 años a finales de junio. La canaria, que está empezando a meter la cabeza en el cine, prefiere presentarse como modelo senior ante ¡HOLA!, antes que como modelo madura. “Está claro que hay modelos junior y senior. Ojalá no hubiera etiquetas, pero hay que catalogar las cosas. Si voy a comprar una cama, busco por el tipo. Pues cuando buscas una modelo, igual”, nos dice con desparpajo y naturalidad. A continuación, Pino nos explica el fascinante viaje que continúa realizando gracias a una envidiable capacidad de aprovechar el presente. Porque sí, en su caso, la realidad también supera la ficción.

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© Coke Rodríguez

-¿Cómo empezaste a trabajar como modelo a una edad tan inusual?

-¡Contraje un dengue hemorrágico mientras vivía en Las Bahamas! Eso me abrió los ojos, porque yo no estaba preparada para irme de este mundo. “¿Me estás diciendo que me tengo que ir, si yo no he comprado billete ninguno?”. Al darme una nueva oportunidad, decidí coger todos los trenes que me aparecieran. Si no me gusta el viaje de uno, me paro en la siguiente estación y cojo otro. Yo solamente quiero disfrutar.

-Pero, en Las Bahamas, no estabas de vacaciones.

-No, trabajaba ahí. Fui profesora en Suecia durante muchos años, porque mi marido es de allí. Luego, me marché a los Balcanes, pero me contrató un financiero suizo que necesitaba ojos y manos en Las Bahamas y me fui para allá.

-Qué decidida.

-Las oportunidades nos vienen a todos y lo que normalmente hacen las personas es decir que no, que tienen su zona de confort.

-Y eso que eres madre de familia. Pero no has dejado escapar ningún tren.

-Me siento una privilegiada por la familia que formamos mis dos hijas, mi marido y yo. Mi marido y yo llevamos cuarenta y un años juntos y siempre ha habido un respeto por la libertad profesional del otro. Siempre hemos vivido él en un sitio y yo en otro. Él ha estado en Afganistán y yo en Suecia. Si él ha estado en Kosovo, yo en Bahamas.

-Pero, ¿a qué se dedica tu marido?

-Es diplomático.

© Silvia de la Fuente

-Entonces, estáis acostumbrados a una vida nómada.

-Sí, ¡pero él por un lado y yo por el otro! (suelta una carcajada).

-En tu matrimonio, esa distancia ha funcionado muy bien.

-Sinceramente, no hubiera aguantado muy bien llevar la vida de otra persona. Es mi personalidad. Pero hay otras personas a las que no les gusta separarse. En nuestro caso, estamos divinamente bien juntos y también cada uno por su lado. Es algo que nos hemos damos cuenta con el tiempo. ¿Por qué cambiarlo? En la vida no hay fórmulas.

-Antes nos comentabas que eras profesora. ¿Estudiaste Magisterio?

-Sí, en Suecia. Conocí a mi marido siendo joven, me volvió loca y me fui con él a su país. Mi padre, que confiaba en mí, sólo me pidió una cosa: que no parara de estudiar. Entonces, cuando llegué a Suecia, hice mi curso correspondiente al sueco y seguí estudiando. Allí tuve a mis dos hijas y terminé los estudios entre medias.

-¿De joven soñabas con ser modelo?

-¡Qué va! Con lo único que soñaba era con pasármelo bien, como siempre en la vida. Cuando digo de pasármelo bien hablo de cuatro personas en mi vida –su marido, sus hijas y ella–. Me gusta el núcleo que tengo.

-¿Alguna de tus hijas se dedica a la publicidad?

-Carlota, la menor, hace sus cositas. Acaba de hacer Cortefiel y Estee Lauder conmigo. Es muy bonito trabajar con ella. La otra es cirujana, pero sería maravilloso poder trabajar las tres juntas. Ese sería uno de mis sueños.

© Silvia de la Fuente

-¿Y lo de tener una hija médico en tiempos de la pandemia?

-Ella vive en Suecia. He tenido mucho miedo por ella. Sobre todo en la última ola. Pero es un orgullo tener un sanitario en la familia.

-¿Qué opina la tuya de tu carrera en la moda?

-Que es muy guay. Todo esto lo vivimos muy a la par. Mis hijas piensan que es muy cool todo.

-¿Y tu marido?

-No lo entiende bien. Él dice que siempre me ha visto tan maravillosa y tan igual… Le encanta verme feliz y me dice que está orgulloso, pero no está sorprendido.

-Con todos los giros que ha dado tu vida, normal: de ser profesora en Suecia a mudarte a Las Bahamas…

-Exacto. Creo que sufrió más cuando me fui a Las Bahamas, porque estaba más lejos y no podíamos encontrarnos un fin de semana.

-¿Por qué crees que las marcas te reclaman?

-Porque estamos en la cresta de la ola, cariño. Algunas mujeres que me preceden tomaron muy en cuenta que había que proclamar a los cuatro vientos que existimos, que no estamos obsoletas y que tenemos mucho en la mochila para entregar, quizá con mucho más peso que las personas que están entrando. Me parece superimportante y bastante curioso que sea la moda quien esté ayudando a que la edad en una mujer sea una pregunta más, no un hándicap para conseguir ese trabajo. La moda nos está abriendo puertas. Tener más de cincuenta años mola y mucho.

© GTres

Pino Montesdeoca, junto a Cayetana Guillén Cuervo y Cristina Piaget, en la última edición de la Semana de loa Moda de Madrid.

-¿Cómo es desfilar en Cibeles rodeada de chicas de veinte años?

-Brutal. Yo mido 1,65 y tengo cincuenta y nueve años. Estar con modelos maravillosas, con la altura, las medidas perfecta, el estilo, la profesionalidad que tienen… Y en medio, yo. Lo que me falta lo lleno con actitud, que es lo que necesitan muchas mujeres para empoderarse. Primero, estoy agradecidísima a los diseñadores que han contado conmigo por poder estar en la pasarela. Segundo, el mundo nos lo comemos si queremos.

-¿Te has llegado a sentir insegura por estar rodeada de mujeres que marcan los cánones de belleza?

-No va con mi personalidad. En la pasarela, me piden a mí: quieren que sonría como yo sonrío, que camine como yo camino… Entonces, estoy ofreciéndome a mí misma. Si me cogieron, es por eso. Cuando hay algo que siento que no tengo tablas todavía, como cuando hago algo de ficción, me lo planteo mucho. Me lo planteo porque ahí estoy jugando con el trabajo del otro y no sé si tengo lo que el otro quiere, pero, entonces, me esfuerzo al máximo.

-De todo lo que has hecho, ¿de qué te sientes más orgullosa?

-De todas y cada una de las cosas, porque todas han sido un reto personal. “¿Esto lo podré hacer?” Lo hago y, cuando lo termino, digo: “Hecho”.

© GTres

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Pino Montesdeoca, desfilando en la última edición de la Semana de la Moda de Madrid.

-¿Qué es lo que más te gusta de ti?

-Mi valentía. Soy persistente, como una hormiguita. Siempre estoy ahí.

-¿Y físicamente?

El todo, porque no hay nada en especial que sea maravilloso, pero el todo es maravilloso.

-¿Y tus canas?

-Me encantan y son baratas (ríe).

-¿Quién piensas cuando te miras al espejo y te encuentras con arrugas?

-Existen varias fases. La primera, cuando encuentras algo nuevo, te dices: “¿Qué? Un momento”. Y te miras y te miras y te miras. Es lo que hay. Por la tarde, te acostumbras. Y al día siguiente, ni lo notas. Eso va a ocurriéndome casi a diario.

-¿Te haces algún tipo de tratamientos de rejuvenecimiento, aunque suene mal la palabra?

-Lo que hago mañana y noche es el sérum, la cremita de noche… Es un ratito que me lo dedico a mí. Aunque me pusiera crema de zapatos, no importaría, porque es un rato que paso conmigo misma: es media hora, con mi música y poniendo potingue. Es un ritual mío y me siento querida por mí misma. Me encanta. Si lo que buscas es saber si me he hecho algún retoque o algo, todavía no me he hecho nada. Me da mucho miedo no ver mis arrugas o mi narizota, que ya me acostumbré a ellas.

© Xtriman

-¿El no reconocerte?

-Sí. Me da mal rollo.

-Pero sigues una rutina que es bastante llamativa: comes una vez al día.

-Sí. Me van a matar cuando me lean… Todas las mañanas, camino temprano con los perros. Si paso por delante de una chocolatería, entro, me siento y me como mis churros, mi zumo de naranja y mi chocolate. Pero puede que no vuelva a tener hambre hasta las siete de la tarde. Si me acuerdo, como. Pero suelo comer una vez al día.

-¿Y ése es el truco para mantenerte tan estupenda?

-Pues no tengo ni idea, porque como lo he hecho toda la vida… Estoy tan activa siempre, que me olvido de comer. Pero cuando como, como todo lo que me da la gana.

-La báscula no te da sorpresas.

-Pues me la puedo llevar. Me ha ocurrido de pesarme y bajar mucho peso. Entonces, me vuelvo esquelética y me obligo a comer. Ahí sí que tengo que tener cuidado, porque me veo feíta en las fotos.

-¿Tienes alguna referencia como ti como modelo de profesión?

-Pues no sé… Bueno, admiro mucho a Elle Macpherson. La conocí personalmente y tengo que decir que es maravillosa.

© Silvia de la Fuente

-¿Y eso?

-Es que fue pareja de mi jefe, pero no quiero hablar de él. Solamente quiero decir que la admiro. Ya cumplió los cincuenta y cuatro y tienes que verla, el rollito que tiene. Sí, se hace alguna cosita, pero es lo de menos en ella. Es brutal, porque tiene una vitalidad brutal. Entonces, si tengo que elegir a una modelo, me quedo con ella, pero porque la sigo. A las demás modelos no las conozco.

-En persona, ¿Elle Macpherson es tan guapa?

-Espectacular. Es impresionante verla sólo con una parte de arriba del biquini, un pareo y unas chanclas. La admiro por la actitud que tiene, más que el físico.

-¿A quién destacarías por su elegancia?

-Para mí, la elegancia es una dignidad que viene de dentro. No importa si no tienes dinero. Hay personas que saben mover sus manos, que son innatas. Por ejemplo, Hellen Mirren. Es una tipa a la que admiro por su profesionalidad, también por su saber pasar por la vida y porque me parece una tía con mucho rollo.

-Antes hablabas de tu faceta de actriz. ¿Tienes algún proyecto a la vista?

-Tengo uno con el que estoy muy ilusionada, pero recuerda que estoy empezando: es un papelito interesante para la segunda temporada de Sky Rojo y comparto pantalla con Miguel Ángel Silvestre y Eric Auquer. ¡Ahí voy a salir yo! (ríe).

© Coke Rodríguez

-Encima, se ha rodado en tu tierra, Canarias.

-Sí, pero mi parte la rodé en Madrid.

-Cuando estás rodando con Miguel Ángel Silvestre y piensas que es una serie que se podrá ver en todo el mundo –es de Netflix–, ¿qué se te pasa por la cabeza?

-En primer lugar, que soy una ignorante de primera.

-¿Por qué lo dices?

-Porque no conocía a nadie. No sabía quién era Miguel Ángel Silvestre ni nadie. Lo mismo me pasó con José Coronado cuando rodé Way Down, de Jaume Balagueró. Es una película tenía que haber salido, pero se ha pospuesto por la pandemia.

-¿De verdad que no lo conocías?

-No. Es que como estuve viviendo en Suecia y Bahamas… A José Coronado le pregunté si había hecho una película antes y, cuando le dije que sí, le pedí que me echara un cable (echa una carcajada).

-¿Y cómo reaccionó él? ¿No se quedó muerto?

-Es superguay. Por eso te digo que soy una ignorante de mucho cuidado. Luego, he hecho una serie documental para Movistar+, que se llama El corazón del imperio. Está basada en la Antigua Roma y está muy enfocada en las mujeres, en el poder que tenían y cómo vivían. Quiero que se vea ya la serie, por lo que implica, porque es muy reivindicativa. Al menos, para mí. Además, tengo otro papelito en una serie suiza.

© Xtriman