El look más observado sigue siendo el de la Reina, aunque haya dejado muy poco margen para que se hable de estilismos. Durante siete meses, consiguió, con sus trucos y combinaciones, que casi todo pareciera nuevo, pero, ahora y después de algunas concesiones, parece que ha decidido volver a estrenar ropa. La ocasión lo merecía. Después de recibir en palacio al embajador británico en España, Hugh Elliott, en un nuevo homenaje a su tío Felipe de Edimburgo, presidía, junto al Rey, la presentación de la renovada marca corporativa de IFEMA, así como la nueva estrategia de esta entidad dirigida a impulsar sus dos principales objetivos: digitalización e internacionalización. Un acto para el que recurrió a un conjunto en blanco y negro, a juego con sus canas, que sigue llevando sin complejos: falda plisada jacquard, de Adolfo Domínguez, y top negro sin mangas, con el que volvía a dejar a la vista sus musculados brazos y a marcar cintura.
Asimismo, abriendo el curso de la semana y dejando atrás una época de armario ‘oscuro’, la Reina recuperaba por sexta vez un traje rojo —su tono favorito— para presidir un homenaje a Clara Campoamor en el Congreso de los Diputados.