Guapa a rabiar, elegante y con clase... Nieves Álvarez sigue fascinando cada vez que se sube a la pasarela. Cercana y con gran sentido del humor en las distancias cortas, se transforma en la top sublime e inalcanzable cuando desfila en la alta costura. Recién llegada de París, donde de nuevo ha sido la musa de Stéphane Rolland para su colección Haute Coutureprimavera-verano 2021, la modelo nos habla de su experiencia en esta nueva realidad. “Llevaba desde septiembre sin coger un avión y eso para mí, acostumbrada a volar constantemente, ya es un privilegio. Poderme ver en París, trabajando en lo que más me gusta… No puedo más que sentirme agradecida”, nos comenta antes de relatar lo diferente que es todo ahora. “La ciudad está sumida en la tristeza, como lo está el resto del mundo: a las seis de la tarde ya teníamos que estar metidos en el hotel, tampoco puedes tener la vida social que había antes en las semanas de la moda. Pero poder estar en la costura, poder estar trabajando y ver el esfuerzo que están haciendo todos los diseñadores por presentar sus colecciones, aunque sea de manera virtual, es todo un logro”.
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—¿Qué supone para ti desfilar sin público?
—La verdad es que no es la primera vez. Con Stéphane ya habíamos hecho fashion filmes para otras colecciones de costura, que presentamos en un cine en los Campos Elíseos. Por supuesto, pierdes la adrenalina, echas de menos el contacto con el público y, para alguien que le gusta desfilar, como a mí, es otro tipo de experiencia. Pero amo tanto la costura, que solo poderme poner esos trajes es un privilegio. Todo eso unido, además, a mi relación con Stéphane, al amor que nos une y que también él siente por España, porque su colección está inspirada en el Siglo de Oro español y es también un homenaje a Manolo Valdés. Stéphane me ha convertido en una menina de Manolo Valdés y, además, la música de la presentación es de Manuel de Falla.
—Una maravilla.
—¡Se me ponía la piel de gallina cuando estábamos grabándolo con todo el equipo! Stéphane ha hecho una colección bellísima, él es el maestro de los volúmenes, de la arquitectura, de la femineidad; son trajes de una complejidad increíble, y a mí me encanta. Creo que he nacido para llevar sus trajes (ríe).
—¿Qué sientes al seguir en los desfiles pasados los cuarenta?
—Nunca he visto la edad como un hándicap. Jamás pensé cuando empecé, con dieciocho años, que iba a estar a mis cuarenta y seis desfilando en la costura y disfrutando de mi profesión; es un verdadero honor. Pero, por qué no, por qué las mujeres no podemos seguir haciendo esto por nuestra edad. Creo que a veces somos nosotras mismas las que nos ponemos los límites.
—Tu hija, Bianca, apunta maneras, ¿quiere seguir tus pasos?
—Bueno, ella quiere ser arquitecta, también modelo, pero sobre todo arquitecta. Es una niña educadísima y tiene una alegría y una personalidad... Es brillante.
—Si estudia Arquitectura, ¿crees que escogerá el camino del diseño?
—Ella pinta muy bien, la verdad. Que sea lo que quiera en la vida, yo siempre le digo: “Lucha por aquello que te haga feliz y lo conseguirás”.