Disfruta yendo a los anticuarios y a los brocantes a descubrir muebles y objetos que llenen ‘de alma’ su casa, que la doten de personalidad y definan su forma de ver la vida. Una vida alegre donde, como no podía ser de otra manera, el arte se respira en todos los rincones. Gabi, nieta del gran artista Eduardo Chillida, ha heredado la pasión por el arte de su familia y el talento de su abuelo. Todos los días entra en el mágico mundo de su taller, donde realiza esculturas de metal que transforma en fantásticas lámparas y fanales. Hablamos con ella de su creativo trabajo de decoración y descubrimos que es una mujer capaz de todo y, además, una gran artista.
-Estudiaste Bellas Artes y Diseño de Moda, ¿naciste con vocación de artista?
-Siempre me he sentido atraída por el mundo del arte, he tenido la suerte de crecer en una familia donde la estética era fundamental y eso va calando. Mi madre tiene una gran sensibilidad del color, es una gran interiorista; mi padre restauraba relojes de bolsillo y es un manitas de lo más fino.
Desde adolescente tuve claro que quería trabajar con mis manos y crear cosas. Me pasaba el día dibujando en mis cuadernos.
-¿Cómo te ha influido tu abuelo, el gran Eduardo Chillida, a la hora de ser escultora?
-Mi abuelo era un hombre puro, transmitía un respeto por todo indescriptible. Podría decir que me ha influido en su autodisciplina, en la búsqueda incansable de la plenitud y en el amor por la poesía de San Juan de la Cruz y por la música de Johann Sebastian Bach. Hay frases suyas que siempre me acompañan, como “tengo las manos de ayer, me faltan las de mañana” o “se ve teniendo el ojo lleno de lo que se mira”. Era un hombre muy especial. Me hizo ver de cerca que era posible ser respetado, dedicarse a crear y formar una gran familia junto a mi abuela Pili, que también ha sido fundamental para mí. Ellos viajaban muchísimo y cuando venían a Madrid para volar al extranjero dormían en nuestra casa.
-¿Cómo surgió la idea de hacer lámparas, fanales, joyas…?
-Antes de trabajar el metal me dediqué a vender antigüedades y comprar objetos obsoletos, descontextualizándolos y transformándolos en lámparas. Ahora, trabajo cada pieza en el taller con valentía y apertura a encontrar nuevos caminos, asombrándome con los descubrimientos y la transformación que aporta la luz.
“Siempre me he sentido atraída por el mundo del arte, he tenido la suerte de crecer en una familia donde la estética era fundamental y eso, poco a poco, va calando”
Cada pieza es una escultura única, donde el proceso aporta carácter, mientras la técnica va perfeccionándose con el día a día.
La joyería siempre me ha entusiasmado, es un campo que tengo intención de desarrollar más. Podréis ver más cosas próximamente.
-¿En qué te inspiras a la hora de diseñar?
-En la naturaleza, sus colores y esas formas microscópicas, que conforman estructuras aparentemente aleatorias con asombroso equilibrio. Intento encontrar algo propio, que cuando vean una pieza mía puedan distinguirla.
“Mi casa es un trocito de mi pasado y otro de mi presente. es luminosa neutra y práctica. en ella van entrando objetos que tienen un sentido estético o una historia, convive lo antiguo con lo moderno”
-¿Cómo es el día a día en tu taller?
-Normalmente estoy sola y escuchando música. Mi trabajo se basa en procesos que, al final, toman forma. Primero cortar, martillear, soldar, limpiar y, cuando tengo los componentes preparados, llega mi parte favorita, que es el montaje, “la representación”, donde, tras mucho trabajo aparentemente infructífero, surge la obra.
-Nos recibes en tu casa de Madrid, ¿cómo definirías su estilo?
-Es un ‘trocito’ de mi pasado y otro de mi presente. Es luminosa, neutra y práctica, donde van entrando objetos que tienen un sentido estético o una historia. Convive lo antiguo con lo moderno. Lo que más me ilusiona es seguir aportando poco a poco, mientras evoluciona con nosotros. Me gustan las casas como las personas, con personalidad, equilibradas, donde los materiales son nobles y sinceros.
-¿Qué es lo que más te gusta de ella?
-La luz, las vistas, la cocina y tener muchos armarios.
“Trabajo cada pieza en el taller con valentía y apertura a encontrar nuevos caminos, asombrándome con los descubrimientos y la transformación que aporta la luz”
-¿Qué es lo más importante a la hora de decorar?
-La comodidad, la luz, el equilibrio de color, la textura y los materiales naturales. Los objetos y obras que me van enamorando. Soy una apasionada de los anticuarios, las ferias y los brocantes; parte de la decoración de mi casa proviene de ahí.
-Y por último, ¿eres de las que le gusta recibir amigos en casa?, ¿te consideras buena anfitriona?
-Es maravilloso poder recibir y cocinar para los demás, lo disfruto muchísimo. Me encanta aprender nuevas recetas, y cada vez me motiva más el momento de poner la mesa con detalle. Algo que estoy deseando es pintar mis propias vajillas.
Lo que aprendí del abuelo
Eduardo Chillida, el gran escultor, pero para Gabi, ante todo, su abuelo, del que aprendió la importancia del amor y del respeto por todo.